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JIMENO AGIUS :iHi.í*jaxtxja "Gpogll , a-s-c, , vGocigle POBLACIÓN Persuadidos de que la indiferencia con que { son miradas en España sus colonias de Oriente reconoce por principal causa la de no ser bien conocidas, no sólo creemoe que e! Censo de las Islas Filipinas, publicado recientemente por el muy Rdo. Arzobispo de Manila, representa un g-ran servicio en provecho de tan interesantísimo país, sino que considera- mos deber de todos el dar la mayor publicidad posible á los importantes datos contenidos en este estimabilísimo trabajo. No necesitamos advertir que el documento á que nos referimos no es lo que en el rigor científico se designa con el nombre de . censo. Un recuento completo y simultáneo de los habitantes de un pais y una clasificación razonada de estos mismos habi- tantes bajo los diferentes puntos de vista que reclama la diver- sidad de elementos que encierra toda población, es empresa que sólo pueden acometer los gobiernos con el auxilio de loe .yCOOgll -poderosos medios puestos á su disposición. Mas no porque á tanto no llegue, puede desconocerse la importancia de un tra- bajo que, con relación al pasado, representa un gran progreso por los muchos detalles que contiene, omitidos hasta ahora en otras publicaciones de igual índole llevadas á cabo por las Órdenes religiosas del Archipiélago; que, con relación al por- venir, es firme garantía del eficacísimo é inteligente concurso que aquel respetable Clero puede prestar á la Administración pública el día en qu'e ésta se decida á formar un verdadero censo de población, j que por fin constituye, en orden al pre- sente, el documento más importante que puede consultarse en la materia, no sólo por lo reciente de la fecha, sino por las abundantes é instructivas noticias que contiene. Esto decíamos en Marzo de 1879, al mismo tiempo que feli- citábamos muy cordialmente á aquel dignísimo Prelado, y esto podríamos repetir hoy con motivo de loe datos relativos á ' las Islas Filipinas contenidos en el Censo de la población de JEs~ paña, recientemente publicado por el Instituto Geográfico y Estadístico. Tampoco las clasificaciones á que obedece la ex- posición de las cifras correspondientes al Archipiélago son en este importantísimo trabajo lo que debieran ser, atendidos los objetos que, en general, persigue la estadística, distinguién- dose en esto de la parte relativa á la Península, que, en ver- dad, satisface los deseos del más exigente; y mucho menos puede decirse que se encuentran en ellas los elementos de de- mostración que imperiosamente reclaman los especialisimos . problemas relacionados con el presente y porvenir de las Islas Filipinas; pero es necesario tener en cuenta que es la primera vez que el Gobierno español ha hecho extensivos á las provin- cias de Uliramar los recuentos de la población, limitados hasta ahora á la Península; de suerte que sólo plácemes merece el mencionado Instituto Geográfico y Estadístico por tan intere- sante ensayo; y esto aparte, los datos recogidos tienen un in- terés excepcional para cuantos se ocupan de loe asuntos de Fi- lipinas: primero, porque aumentan la importancia y autoridad de las cifras recogidas y publicadas por el Sr. Arzobispo de Ma- y Google Lila, á causa de la gran identidad que resulta entre ella? y las contenidas en. el censo oficial, verificado sólo un afio despuéf del ejecutado por las Órdenes religiosas; y segundo porque ofrecen oportanísima ocasión de llamar una vez más la aten- ción de todos sobre unas islas que constituyen, á no dudar, el porvenir colonial de nuestra Patria. Permitasenos, pues, descender á su examen. A 5.567.685 habitantes ascendía la población de Filipinas en 31 de Diciembre de 1877, seg'ún el censo oficial. Eq el pu- blicado pop el Sr. Arzobispo de Manila ea 1870 aparecía una población total de 6.173.632 individuos; pero como se baila comprendida en esta cifra la de 602.853 en que aquel respeta- ble Prelado calculó los i%fiehs iio redwcidos, resulta que la po- blación verdaderamente sujeta á recuento es en ambos censos jcasi la misma, como debía de ser tratándose de operaciones publicadas en fechas tau próximas: 5.570.779 en el del Prelado, j 5.567.685 en el oficial. Comparada esta ultima cifra con la extensión superficial del Archipiélagofilipino, que esde345.585 kilómetros cuadradosíl), ¡1) Segün los Apuntes geográficos sobre DUramar publicados (joi' D. Francisco Coellíi en el Amisrio esladísliío de España correapondienle al año 1858, Sumando estas cifras á las eipreaivaa del terrilorio y población de las reslanles pro- vincias españolas de Ultramar, clan por resultado un lotal de 475.834 kilúmelroa cua- drados y 7.853. 1S3 habitantes, en esta forma: K¡!óni< ialritanb Filipinas 345. M5 5.5fi7.fi85 Cuba 118,833 Í.52t.fi84 ' Puerto-Rico 9.314 731. G48 Fernando l'Oo, Annobon y Coriseo 2.102 l.lOfi To^L 475 ,834 7.8S2. 123 ebemos, ein embargo, advertir tjue la potilaciOn asignada á las Islas de Fernando , Google - ti - resulta 16 por kilómetro cuadrado; y aunque esta relación no aparece muy satisfactoria cuando se la compara con las co- rrespondientes á los Estados de Europa, puesto que en esta parte del Viejo Continente, sólo Rusia, Suecia y Noruega, presentan menor población especifica, las Islas Filipinas se encuentran en este punto muy por encima de casi todos los países de Amé- rica, así como de todas las colonias que, por tener una exten- sión superficial más ó menos aproximada á la de aquel Archi- piélag'o, admiten comparación con el mismo. En efecto, entre todos los países de América,' sólo Haití y San Salvador presentan una densidad de población mayor que Filipinas (23 y 30 habitantes respectivamente por kilómetro , cuadrado); y en cuanto á colonias, sabido es que en Victoria, territorio de 227.610 kilómetros cuadrados, el más floreciente Púo, Coriseo y .\nnobOTi es únicamente la regialrada en Sania Isabel, capital de la pri- mera de estas Islas. La superficie y población de las colonias que poseen las demás naciones de Europ», Las pertenecientes i. Inglaterra miden 19.820.9!» kilómetros cuadrados (doble que ■ Europa entera), poblados por 5U.08G.850 habitantes, en estos términos; Kilómetros cuadrados HabiUntes. En Europa 328 170.164 En Asia 2.408.576 202.228.800 • En Australia 7.9S6.cn 3.067.141 En África 721.350 2.603.591 En América, 8.704.148 e.on.160 ToT.\!. 19.820.91 B 214.08B.850 Francia posee las siguientes colonias, sin comprender la Argelia y los protectorados lie Cambodge y Tiinez: Kilómetros cuadrados Habitantes. En África '255.970 404.220 En Asia 143.827 3.333.519 En América - 124.506 381 .084 En Oceanla 23 . 608 93 . 831 Total 547.811 , 4.222.654 La superficie de -la Argelia es de 6GT.065 kilómetros cuadrados, y su pol^KoióB ^'^'OS^ de la Australia, no hay más que cuatro habitantes pop kilóme- tro cuadrado; en Terranova, isla de 1 10.670 kilómetros cuadra- dos, copfcspondeu á cada kilómetro cuadrado sólo dos habitan- tes; uno en la Guyana inglesa (221.243 kilómetros cuadrados); cinco en la Argelia, cuya superficie es de 667.065 kilómetros cuadrados; no llega á un habitante por kilómetro cuadrado en la Guyana francesa (131.413 kilómetros cuadrados); en Cuba corresponden, 13 habitantes á cada kilómetro cuadrado, y solo' las islas de Java y Madera, merced á sus 20.088.613 habitantes ocupando un territorio de 131.733 kilómetros cuadrados, pre- sentan una población especifica mayoi* que la filipina, la de 152 habitantes por kilómetro cuadrado. Aventajan, pues, las Islas Filipinas, según hemos dicho, en cuanto á densidad de población, á todos los países con que ra- cionalmente pueden ser comparadas en este punto, con la sola excepción indicada, y esta superioridad resulta aún más mani- fiesta si se deduce de la superficie total del Archipiélago los •200.000 kilómetros cuadrados en que se calcula la parte del Ar- chipiélago no sometida de hecho todavía á las autoridades es- pañolas, pues entonces resultan 38 habitantes por kilómetro de 3.3Í0.4I2. Túnez mide llfl.3í8 liilúmetroa cuadrailos, y CamboiJge ES.Sfil. La, pobla- ciún de Tünei se calcula en S. 100. 000, y la de Uambodge en 890. 000. Lbe posesiones ultramarinas de Ilolancta son las siguienles: Indias occidentales "'':: 2 ki 131.733 50.088.(113 1.7S8.000 8.400. OOO 130. iál 113.31! T0T.!I 1.980.184 !8.fi01.9?4 I.aa Coloniaa portuguesas miden 1.82 bimclros cuadrados, poblados por 3.333.653 habitantes, en esta forma: en Ab iea, 1.805.580 ki16nietTos cuadrados y S.Í84.I00 liabitaiiles; y en Asia y Occania, 13.111 Mki lome Iros cuadrados ce .0 849.55a i ha- bitantea. La Groenlandia y las Anlillas danesaB s uma n88. íjíl kilómetros cuadn 'dos de si] iper- ficíe y 43.39fi habitantes. Por fin, la bahía de Aaseb, en las costai idel Mai ' Rojo, única eolonia i íuc posee ita- lis, mide (i3S kilómetros cuadrados, y su pol t*laci ünm ide 1.300 habitantes. ,Googk cuadrado, es decir, más que en España, donde esta Telación no es más que de 33 hal^itantes por uno. En el censo oficial dé 1877 aparecen clasificados los, habi- tantes de Filipinas, según su .sexo y según su domicilio ó rtói- deucia, en los siguientes términos: Varones. Hembras. Hpaidente. (Españoles 2.593.449 2.563.946 Kesideiites. . j Extranjeros 23.507 724 Traii.f.m,te. ) Españoles 17S.448 201.260 iraiiseuütes. j j^^ti-anjeros 4'.943 1.408 2.800.347 2.767.338 Según pueden observar nuestros lectores, predomina el sexo masculino en la población filipina, pues resultan por cada 100 varones 99 hembras. Es lo contrario de lo que sucede en los países de Europa, donde pop regla general el sexo femenino es más numeroso que el masculino, á pesar de nacer más varones que hembras en todos ellos; pero es lo mismo que se observa en las colonias y países de más ó menos considerable inmigra- ción, por componerse ésta, en su inmensa mayoría, de hom- bres, y no acompañar, por regla general, sus familias á los em- pleados y militares que la Metrópoli envia á las posesiones de intramar; de suerte que, si algo ha de causar extrañeza en este punto, es que no resulte mayor el predominio del sexo masculino en Filipinas, puesto que pueden citarse muchos paí- ses en que á cada 100 varones corresponden menos de 90 hem- bras. En Ceilán no hay más que.84 hembras por cada 100 va- rones; 81 en las posesiones inglesas de la Australia; 69 en la isla de Mauricio; 61 en las de Reunión y Labuan; 54 en Singa- poore y demás estahlecimientos del Estrecho de Malaca, etcé- tera, etc. Pero no debe sorprender aquel resultado, á causa de lo muy reducida que es la pohlación peninsular y extranjera en Filipinas, comparada con el número total de habitantes. Los extranjeros no son más que 37.582 (24.450 varones y 3,132 hembras); y. en cuanto ala población peninsular, puede esti- marse que es muy inferior á esta cifra, según los datos conte- y Google nidos en el censo de 1876, único que ofrece elementos para ha- cer en este punto algún cálculo (1). Más difícil parece á primera vista explicar la pequeñísima cifra que presenta el sexo femenino en la población extranjera, aun teniendo en cuenta el gran predominio á favor de los va- rones que ofrece la población extranjera en todos los países de gran inmigración; pero se halla perfectamente justificado, por- que, según saben todos los que conocen bien las Islas Filipi- nas, la población extranjera en el Archipiélago se compone, en BU inmensa mayoría, de chinos (2), y éstos dejan invariable- mente en su país á sus mujeres é hijos. Y aquí terminan las cifras generales contenidas en el censo de 1877; de modo que, si queremos decir algo más, no mucho, acerca de los diferentes elementos que constituyen la población filipina, tenemos que recurrir al de 1876, esto es, al publicado por el Sr, Arzobispo de Manila, cuyo resumen es el siguiente: Tributantes (3). Indios y mestizos 5.501 .356 / Clero y Corporaciones religiosas 1 . 962 I Corporaciones civiles ^ 5.552 1 Españoles sin carácter eflcial 13.265 No tribaíantes. {Ejército 14.545 I Armada ■ 12.924 Extranjeros 31.175 \ ínfleles no reducidos 602.853 6.173.632 (1] LOB peninsulares que detalladamenle Tiguran en CBte censo son los siguientes: 981 raiembroB tle las Ordenes religioeas; ?9 sacerdoles del Clero secular; 380 funcionarios cJTiles; !,527 entre Jefes, Oficiales y soldados del ejército de tierra, y 6^7 individuos de la marina de guerra: tolal, Í.574. Pero 4 esta cifra hay que añadir los hijos, tanto de loe funcionarios civiles como de los militares y marinos, que aparecen contundidos con los de los filipinos pertenecientes á estas clases, y los ¡jeninsulores sin carácter oficial (co- merciantes, industriales, propietarios, etc.), de ios cuales sólo sabemos que presentan un total de 13.365 personas, sumados á los españoles del pais 6 criollos dedicacíos á igua- les profesiones. {!) Ya veremos m&e adelante que de los 31.175 eslranjeros que figuran en el censo de 187fi, esto es, el publicado por el Sr. Arzobispo d« Manila, 30.797 son chinos. ■ (3) Disfinguense con el nombre de it-ibuíanies los filipinos sujetos ft la eontribuciún eupecial llamada tributo, y con el de no ti-ifiíiianíes los eientos. .yGoogíe Ninguna clasificación se hace en el cen60 de 1876 de ios indios y mestizos. Ni aun se sabe cuántos pertenecen al sexo masculino y cuántos al femenino; pero tampoco importa dema- siado esta omisión en el presente caso, puesto ¡jue en el de 1877 se encuentra este dato, según ja hemos visto. En cuanto á las Corporaciones religiosas, abundan tanto los detalles, que no los reproducimos por no molestar demasiado á nuestros lectores, y nos limitaremos á resumirlos en los siguien- tes térrpinos: Ordenes religiosas. Religiosos. Legos. Agustinos descalzos 216 9 Agustinos Recoletos %0 20 Dominicos ' 141 20 Frauciacanos 188 11 Jesuítas 87 » ion de San Vicente de Paul 29 10 91 f" ~ 7V" En el monasteriij de Santa Clara existen 33 religiosas y 14 sirvientas; en el de Sálita Catalina, 26 religiosas de coro ó de obediencia, y 30 entre cantoras y sirvientas; por último, las Hermanas de la Caridad ascienden á 101, distribuidas entre va- rios establecimientos. El Clero secular comprende 777 individuos, clasificados de la siguiente manera: Pen insulares. Indig'enBa. Presbíteros 28 650 Diáconos 1 29 Subdiáconos » 19 Minoristas » 20 Tonsurados > 30 29 " 748 (I) (I) No es para tratada íncidentalmente la dueetión que entrañan eetaa eifras; mas por !o mismo que es muy importante, no debe desaprovecharse ocasión alguna de llomar sobre ella la atención de nuestros hombres de gobierno, y esto es !o que vamo3 & hacer' ,Go6glé El personal de las Coqjoraciones civiles asciende á 5.552 in- dividuos-, pero es de advertir que se ha comprendido bajo esta denominación á las mujeres é hijos de los funcionarios ja que no roproduciendo todoe los documentoa en que se contiene la opinión contraria & la CTilación de Ordenes sacerdotales en favor de loa indígenas, porque esto fuera imposi- 1>le, recordando la sublevación ocurrida en (Javíte en el año 187!>, y presentida por el iluBlrado general 8r. G&ndara cuando, después de demostrar que los clérigos indígenas no reúnen las condiciones de ilustraciíin y firlud indispensables para el desempeño de su altísimo ministerio, decía en una interesantísima Memoria que se le atribuye; iCuando reúnan estas condiciones, ,;tendrán el patriotismo de las ÚcdenoB religíosíts? ¡Quiera Dios que esta clase no sea un peligro para EspanaJt Del mismo modo opinaba el Sr. D. Patricio de la Eacosnra. tLos eclesiíislicos indígenas, se Ice en el capítulo VIII de su nolaliilisima Memoria, salvas contadlsimas excepciones, son aquí, ú una mengua para el Clero, n un peligro para la colonia. En e«te punto, como en todo, es penosa obligación de mi empleo decir al Gobierno de S. M. li verdad desnuda, lal como en mi leal Saber y entender lo com- prendo, sin consideraciones de ningún género. Siento que mis informes redunden en doscrídilo de clase alguna; medito mucho, por lo mismo, cuanto escribo; pero como an- ■ tes que todo es el cumplimiento de mi obligación, trato de cumplir con ella 4 toda costa, en la seguridad de que el Gobierno sabrá hacer de mis trancas observaciones el uso prudente que convenga.^ ' tlie dicho que los eclesiásticos indígenas son, generalmente hablando, una mengua para el Clero, j asi es la verdad, por desdicha. En los m6s de ellos, la instrucción no profundiza lo bastante para no ir dcsaparccicndc con el tiempo; su moralidad so resienta siempre de la propensión natural de los orientales á la molicie; rara vez, rarísima, ea su castidad ejemplar, y ta invencible pereza, en iin, que es la plaga dominante en este país, los hace poco á propósito para el desempcüo de las funciones pastorales, que tanla vir- tud, tanto celo y tan continua diligencia requieren.) «Ailádase á esto que el pueblo no los mira, ni cabe en lo posible que los mire nunca, más que como individuos de su propia raza, que cstí habituado á considerar como infe- rior á la europea y i. ella sometida, r se comprenderá facilísimamenle cómo los coadju- tores (que no suelen, por regla general, pasar de esa categoría los indígenas) ocupan en el orden sacerdotal aquí un lugar íntimo, desairado, y á veces mucho peor que desai- «Descuellan, sin embarga, algunos, aunque pocos, muy contados entre la much&- ilumbre de clérigos indígenas, cuyo menor defecto es la nubdad absoluta; pero esos que ilescuellan, es rarísimo que dejen de ser un peligro para la colonia.' iCon más ó menos fundamento, por prevención ó por convencimiento, pero siempre que aquí se dbtingue un clérigo indígena por au saber ó por su actividad, siempre que w le ve prosperar en su carrera, siempre que brilla de un modo ú de otro, se produce , Google públicos, á 546 acogidos en el Hospicio de San José y á 1.729 presidiarios. De los peninsulares j filipinos sin carácter oficial, 7.897 son varones y 5.368 hembras. iníalibiemcnle el mismo tenómeiio mnral: la opinión püdlica designa al interesado como inaurgente, y los descontentos le buscan y rodean, y los leales se abstienen, rafia fl menos declaradamente, de bu trato. > iLos clérigns indígenas ó mestizos, lo mismo que los abogados de estarcíase, eioe- diendo el nivel de sus razas en virtud de su carficter profesional no alcanzan nunca & equipararsB con los europeos, ni pueden aspirar, con prolisb I dades de lúe éi to i los primeros puestos de sus respectivas carreras. Colocados así en coul nao contacto con el fruto prohibido, naturalmente su ambición se escita y enardece y como por regla ge- neral, cuanlo más se acercan & la meta mé.s insuperable encuentran la 1 a era que lo- ■carla les impide, degenerando en pasión envidiosa, engendrí en ellos un espir tu de oposición sistemática á la supremacía española, muy parecido al de inBurgencia, ya quo no tan graduado siempre, que pueda de delito calificarse.» «Las consecuencias de tal estado de cosas, fácilmente se deducen; y calcular su gra- vedad es obvio, teniendo en consideración que, como los abogados son los gestores, por privilegio, de todos los intereses sociales de más importancia, y los clérigos dirigen las conciencias, una y otra clase tienen grandes medios de influir en los indios, t Otros muchos vaticinios en igual sentido pudieran citarse, por ser cuestión en que han estado unánimes cuantos de ella se han ocupado, pero nos limitaremos á reproducir lo manifeslado por D. Sinibaldo de Mas en el capitulo «Política interior» de su libro Et- ■t»do de las /sioa Filipinas en 1842, y esto porque, no habiéndose tirado de dicho capitulo más que contadlsimos ejemplares, por lo delicado de las materias en él tratadas, es milj poco conocido, no obstante ser tan leída la encélente obra de que forma parle. «Es pre- ciso hacer, dice aquel ilustrado escritor, de modo que en cada pueblo haya un cura cb- 4)añol, siendo preferible dejarle sin ministro que el ponerle é. cargo de un clérigo filipino. Nada puede hacerse tan directo para promover la emancipación de Filipinas, como Bl «cdenar de sacerdote á los indígenas. Algunos observan que son ineptos y viciosos, y, por consiguienle, no iníunden respeto, ni ejercen influencia, ni son temibles. Mas si un «lérigo filipmo vive de la crápula y aun comete, como ya ha sucedido, atroces delitos que le conduzcan al patíbulo, no por eso deja de ser sacerdote y degrada 6 la clase á que eorcesponde, y socava el prestigio de santidad-que circunda el carácter de religioso. Y , do quo por se hecho de Tayabas, donde un simple donado, mozí y sin ninguna cualidad personal 6 antecedente que le hiciera venerable, pudo amotinar una población y armar nna-lnrba •le tte» á cuatro mÜ hombres, basta el punto de hacer fuego contra sus propios paslorel, .yGooí^le Los extranjeros residentes en Filipinas se 'clasiftcan de f modo; malar al Gobernador lie la provincia y alacar á las tropas nÜfcionale?, sin quo fueran bastante para estorbarlo los ejemplares impresos de la amoneslaciún iJel Arzobispo de Manila, ni los frailes españolea ele loe terrilorios lecinos.i A continuaciñn de tan terminantes frases, cila D. Sinibaldo de Mas trozos en igual Dentido de una exposiciín del Capitán general al Rey, fecha 2^' de Noviembre de 1SD4, otra del Ayuntamicnlo de Manila, de 12 de Julio del mismo año, una carta de Fr. Gas- par de San Agustín, de 8 de Junio de 1T?5, sobre las consecuencias de poner las islas en manos de indios ordenados de sacerdotes, y otra exposición dirigida al Rey por ol Capi- lán gei^eral D. Podro Sarrio, en la que se dice: iLa experiencia de dos siglos ha ensc- - fiado que en todas las guerrus, sublevaciones y alzamientos, lian tenido los pirrocos re~ guiares la mayor parte en la paciflcaciún de los inquietos. Se puede asegurar que en cada ministro europeo tiene V. M. un centinela que está en observación de todas las acciones y movimienlos de los indios, para dar parle á este Gobierno de todo lo que ocurre. Y al contrario, como casi todos los españoles viven en Manila y bus inmediacio- nes, si tod.-is las parroquias estuviesen en manos de clérigos indios 6 mestizos sanglejcs, carecería el Gobierno de aquellos conductos por donde con (oda seguridad se le comuni- casen las luces y noticias necesarias. FA ser sacerdotes no les desnuda de la calidad de conquistados, n¡ dei afecto natural á sus paisanos é guales. Aunque la benignidad de la legialsción debe hacerles suave el yugo de la sujeción, la poca reflexión de algunos pu- diera alguna vez hacer que les pareciese una carga pesada. Demos que loa clérigos no iniluyaa positivamente contra la debida subordinación, pero siempre queda el recelo de que sean omisos en apagar cualquiera chispa en sus principios, y en comunicar á los jefes aquellas noticias conducentes para aplicar & tiempo el remedio. Do esto (enemoh >ia reciente ejemplo en el mes de Febrero del presente, con el suceso de la provincia do . Bataan, donde es constante que dos curas eran sabedores de la alteración de ella y motín qiis se disponía contra el resguardo del tabaco, en que perecieron un teniente visita- dor y diez y siete guardas, y con todo, no dieron parle, ni al Arzobispo, ni & este Gn- De antiguo, pues, viene señalado el peligro, y tristes sucesos lian dado por completo la razOjí á los que han considerado el Clero indígena como funestísimo elemento para la integridad de la patria. ¿Qué mis se necesita para adoptar una determinación radical en el asunto? ¿Qué clase de consideraciones pueden oponerse todavía é, la clausura definitiva de las citedras de Teología establecidas en Manila, y & su reemplazo por cursos de agri- cultura, de náutica, de oomercio, de industria, de las llamadas escuelas de artesy oficios y de otros estudios análogos, mediante las qtie podrían los jóvenes del país proporcio- narse decorosa subsistencia, con beneficio maniPiesto para el Archipiélago y sin riesgo «IguDO para la dominación española? vGoogle Chinos 30.797(1) Ingleses 1"^ Alemanes ..'. ^^^ Anglo-americanos 42 Franceses 30 Itelianos;- 8 Austro-hüügaroB "^ Belgas ^ Daneses 1 31.175 (I) Tampoco es para tratada inciden tabnenle la cuestión de los chinos en FilipinM, y mucho menos porque, mientcaa respecto ai Clero indígena la identidad de paceijepea m perfecta, no sucede lo mismo cuando de aquella raza se trata. La opinión de loa más lee es favoraWo; poro hay quien no los considera tan útiles S la eolonia como la generalidad ;. Son íatos, sin embargo, muy pocos, y ni s n abierta o diera suponerse, puesto que aceptan los chinos á condición de que se dediquen eiolueivB^ mente á trabajos agricolas, ní sus juicios tienen la Iiter^a que la imparcialidad presta; porque, salvas contadas excepciones, discurren influidos por la competencia que esta raza hace, tanto & peninsulares como indígenas, en toda suerte de industrias y negocios mer- cantiles. Por lo damSs, nadie se atrevo 4 sostener que sean un peliero para la domina- ción española en aquellas apartadas regiones, y ficilmenle se concibe que no se pretende demostrar esto porque no hay ingenio bastante para probar que 30.000 chinos, concen- trados en su mayor parte en la capital, es decir, donde la autoridad cuenta con mis me- dios de defensa, aiiorrecidos de indios y mestizos, aislados de todas las clases sociales y sin la influencia que prestan la ilustración y las riquezas, puedan ser temible elemento en un país poblado por mus de seis millones de habitantes y por razas todas hoslilea & los hijos del Celeste Imperio. Mayor inquietud pudieran inspirar estos extranjeros en al- gtin as colonias inglesas, en Singapoote, por ejemplo, donde constituyen el 70 por IDO de la población total, más peligrosos, con efecto, en estos países, como lo prueban loa mo- tines por elloe promovidos; y, sin embargo, el Gobierno inglés, lejos de poner trabas A la inmigración china, la fomenta por todos loa medios posibles, porque esta raza, en medio de sus grandes defectos, posee dos grandes ^írludefl, el amor al trabajo y la so- briedad; y aunque inferior á los euroi>Eos en traliajos intelectuales, les lleva manifiesta ventaja en todo lo que requiere gran destreza ó mucha constancia. No henioH olvid(ido la parte que los chinos tomaron á favor da tos. ingleses cuando íslos intentaron apoderarse de Filipinas en el año neí; pero nada de eitrsiio tiene tal conducta después do las horribles matanzas de que habían sido víctimas en 1803 y en toes, y de! encono con que venían siendo tratados por españoles y por indígenas en todas ocasiones y con todos los motivos. Lo que debiera sorprendernos, si no lo e^l^ . Google Varios son los detalles que se consignan en orden al ejér- cito y á la marina; pero después de advertir que en las cifras comprendidas en el resumen arriba presentado se hallan com- prendidas las mujeres é hijos de uno y otro, nos limitaremos á reproducir aquellas cifras que más puedan contribuir á formar idea de la importancia y organización que tiene la fuerza pu- cará cumpüdameníe la tmtísima situación de los chinos en SM país es que, ¿ peísrde »queHos horribles suceeoe j de otros no menos lamenlables, como las sangrientas escenas óourridaa en 1819 con ocasión de halier aparecida el cólera y cundido la voz de que lo< eilranjeros haljfan envenenado las aguas, hayan continuado los chinos arribando á un pa[s que con tanta crueldad los ha tratado y que tanto odio les conserTa. Pero es qne las circunstancias pueden más que la voluntad de los hombres; y así como tía sido iniitil lodo el empeño que desde la llegada de loa españoles 4 Filipinas lia habido en alejar del paisa aquella raza, porqueta importancia do los servicios que á la colonia prestan como industriales y negociantes, han podido mát que lod'is las lc3es ;■ todos los mancjoaen aquel sentido, los chinos se olvidan de sus pasada» desventuras y sutfen resignados sus tiumitlacionea presentes, i¡ trueque de librarse del lianilro y del despotismo, única cosa que su patria les ofrece. Aunque mezquinos móviles v preocupaciones por una parte j deseos de venganza por la otra, liayan Jailo lugar á íangpitntaa escenas y mantengan vivo ei antagonismo entre indígenas y chinos, esta lucha desaparece por completo desde el momento mismo en que se aparta la vista del repugnante terreno de las malas pasio- nes y se lija la atención en el de los verdaderos intereses. La excesiva población del Celeste Imperio obliga & sus hijos k buscar el sustento en e:itraño suelo, y pocos países pueden ofrecer & éstos tantas ventajas como el Archipié- lago Filipino, que situado á corta distancia de su patria y en relaciones desde antiguo con ésta, tanto en la esfera diplomática como en la mercantil, dista muchísimo de ser para ellos un país desconocido, como lo son muchos á donde les conduce su miseria. Á la colonia, por otra parte, le importa muchísimo que esta raza vaya 4 animar sus marea- dos y sus talleres, no sólo para impedir las exageradas pretensiones que tendrían los co- merciantes é industriales del país, si no se lo impidiera la competencia de los chinos; no sólo porque sin éstos la vida en Filipinas sería difícil y carísima, á causa de los muchos oiíjetos de que se carecería, ó que línicamenle podrían adquirirse á precios fabulosos. Bino porque los chinos han sido los que han iniciado á los naturales del país en las dife- rentes Industrias y especulaciones i que éstos van dedicándose, y seréin por mucho tiempo todavía loa que esjünulen á la gran masa de ios indígenas á dominar su poca aficióo al trabajo, á vencer su natural imprevisión y á acometer la eiplotación de los negocios de todas clases a que so presta el país, con el ejemplo de su actividad, con las muestras de tas perfectlsimos trabajos y eon las ganancias que siempre proporcionan la iabonoaldaii y ei ahorro combmadoa. Es, puea, uno mismo el interés de la colonia y el dé ¡a raza , Google blica en el Archipiélago, y que, á nuestro juicio, son las si- guientes: Jerea y Oficiales. Armas é institutos. lagenieros Artillería Infantería ; Guardia civil Carabineros Caballería Clases y soldados. Fili|)ino 14 206 .302 167 420 5.733 142 ■ 2.286 62 965 20 274 RESUMEN Jefes y oficiales 598 Clases y soldados 11.591 chin rliricuita migración de una raza tan labe Sin duda alguna convendríi dustria y al comercio, se dedic: regla general, falta de brazas, < sus provincias, donJe pasa, coi •ta es fonienlEír, nifis ¡osa, tan activa y tan perseverante, muctiístmo que loa chinos, al mismo tiempo que & la in- ■an & la agricultura; porque en Filipinas, si no hay, por imo lo prueba la gran población especiiica de algunas de o luego vecemos, de IDO habitantes por kilómeíro cua- drado, lo hay ciertamente de jornaleros, es decir, de personas dedicadas hahitualmente* ganar su salario en las faenas agrícolas y que hagan de esto una profesión; pero si de aquí debiera deducirse la necesidad de prohibir 4 los chinos lodo trabajo que no sea el cultivo de los campos, con mayor motivo deberla adoptarse igual medida respecto á los indígenas que, siendo muchos más en número, más pronto podrían remediar el mal in- dicado. Por otra parle, no siendo posibles tales prohibiciones, aunque algunos suponen que respecto é. tos chinos eiisten, olvidando no sólo la legislación vigente, sino el hecho, por todos conocido, de que sus patentes industriales importan diferentes sumas, según que están dedicados al comercio, á la industna ó A la agricultura; no siendo posible, de- cíamos, la adopción de una medida lan tiolenla, y tan ineficaz además, por cuanto no .yGoOglé En cuanto á la Armada, nos limitaremos á entresacar las ciírasque consideramos de mayor significación, á saber: Cuerpo general de la Armada Infantería de Marina. Jefes y oficiales B Clases y soldados Artillería de Marina. Jefes y oficiales » Condestables Ingenieros de la Armada. Jefes y oficiales » Maquiniataa y ayudantes. Contramaestres de la Armada » de fuerza sutil Marinería Fogoneros De los 602.853 infieles no sometidos aún de hecho al Go- bierno español, corresponden, según se consigna por el señor Arzobispo de Manila, 161,333 á la isla de Luzón, 60.785 á las Visayas, 380,623 á Mindauao y 100.102 á la isla de Basilán y Archipiélago de Joló. Aunque no se expresa en el documento <1aria más resullado que el de arrebatar olroa países é. Filipinas los cliinos que lioy arri- lian & BU puertu,el mejor modo de conseguir que cEtta. raza se dedique & la agricultura ea el Archipiélago es, por una parte, favorecer su inmigraciím; pues a6lo cuando sean.ja demasiado para lo que presta al movimiento industrial y mercantil de! pais, se decidi- rin á buscar su sustento en el cultivo da los campos, y por otra ofrecer 6. «us personas una seguridad y una protección que no encuentran fuera de loa centros de poLilación. Todos los intereses legítimos son armónicos; y respecto a la raza cliina en Filipinas, no tiene que luacei' el Gobierno sino aquello á que euli obligado siempre, y en toda clase de cuestiones; es decir, á conceder por igual su prutecciún á todas las razas, á garantir la seguridad de sus personas y propiedades, y á remover cuantos obstáculos se oponen al desarrollo de la riqueza del país; porque fomentada ésta en el alto grado <¡ue consien- tan las privilegiadas condiciones de aquel suelo, lejos do estorbarse unos & otros, habrft bencilcios para Codos, y cada cual aplicará su actividad ó. la profesión y en el lugar que nsayores ventajas le piomela. , Google respectiYo, estas cifras deben ser calculadas, porque no hay medio de someter á un recuento, por. poco eacrupuloeo que éste sea, á razas independientes y que viven, en* su mayor parte, eu bosques impenetrables. Por lo mismo extrañamos que, ea vez de haberse empleado en su expresión números redondos, se hallen representadas por cifras tan precisas como pudieran serlo si, en efecto, hubieran sido contados sus individuos. En" cuanto á la confianza que debe merecernos el cálculo hecho, debemos advertir, para que se acepte como bueno, que el señor Arzobispo de Manila, con cuyo nombre se ha publicado el do- cumento á que venimos refiriéndonos, es una persona tan ilus- trada como conocedora del país, y qne, calculándose en 200.000 kilómetros cuadrados la parte del Archipiélago no so- metido de hecho á las autoridades españolas, resultan tres ha- bitantes por kilómetro cuadrado eh estas comarcas indepen- ■ dientes. Si algunas de las provincias filipinas en que funcio-' nan nuestras autoridades no presentan mayor población espe- cífica, según veremos más adelante, no hay motivo para supo- ner más pobladas las comarcas que habitan aquellas razas in- dependientes, de continuo diezmadas por sus guerras y epide- mias y en condiciones mucho más desfavorables, por todos conceptos, que las provincias á que antes nos referíamos, por muy atrasadas y privadas de recursos que éstas se encuentren todavja. Consideramos, por lo tanto, mucho más aceptable la cifra de 600.000 habitantes en números redondos, consignada en el censo publicado por el Arzobispo de Manila, que los va- rios millones en que algunos calculan la población indepen- diente de las Islas Filipinas. Comprendidos en el censo oficial de 1877 todos los habitaü- tes de Filipinas sin distinción de razas ni de nacionalidad, y siendo este el primer recuento eo que se ha dado á la operación tan estensos límites, no es posible comparar su cifra total con la que presentan ¡os censos anteriores, como medio de deducir la progresión en que crece la población del Archipiélago; pero hay posibilidad de hacer este cálculo, y los elementos se en- cuentran en el censo .publicado por el Sr. Arzobispo de Manila, sedbyGobgte puesto que da á conocer en él la población tributante registra- da en fin de 1876 y en fin de 1851, y la población tributante, esto 68, los indios y mestizos, constituyen el 99 por 100 del nú- meco total de habitantes, es decir, casi toda la población. Ahora bien: si en fin de 1851 había en Filipinas 3.716.Í241 habitantes entre indios y mestizos y 5.501.356 en fin de 1876,. resulta que en el trascurso de veinticinco años ha recibido la población del Archipiélago un aumento de 1.785.115 habitan- tes, y, por consiguiente, que ha crecido en un 48 por 100; de suerte que, sin necesidad de que mejoren las actuales condicio- nes de aquellas islas, su población india y mestiza habrá du- plicado, es decir, habrá ascendido á 11 millones de habitan-, tes dentro de treinta y seis años, á contar de 1876, esto es, en 1912. En Europa no hay pais alguno cuya poblacióu reciba anual- mente el aumento de un 1,92 por 100 que ha alcanzado la de ■ Filipinas en los veinticinco años trascurridos desde 1851 á 1876; y fuera del Antiguo Continente, sólo podrán encontrarse en este punto cifras análogas ó superiores en países que reciban una grande y constante inmigración. El aumento anual que obtuvo la población de los Estados Unidos desde 1861 á 1870, no fué, por término medio, más que de 2,04 por 100; y si en el decenio inmediato ha llegado esta cifra proporcional al 2,61 por 100 anual, es necesario tener en cuenta que la inmigración ha sumistrado durante este período de tiempo á la República anglo-americana un contingente de 2.944.719 personas. Las cifras obtenidas con anterioridad al año 1851 respecto á la población de Filipinas, son las siguientes: Según el censo de 1735, debido á las Órdenes religiosas y el más antiguo de que se tiene noticia, la población del Archi- piélago era en aquella fecha de 837.182 habitantes. Posterior- mente se han registrado las cifras consigaadas á continuación; y Google AÑOS HABITANTES AÑOS ■ HABITANTES 1795 1.391.593 (1) 1818 2.597.287 ¡3) 1799 1.522.224 (3) . 2:i06.836 (8) 1.741.234 (3) 1829 ■ 2.593.287 m 1812 1.933.331 (*) 1833 3.153.290 111) 1815 2.169.593 (5) 1840 3.209.077 (m 2.502.992 (6) 1845 3.488.258 (13) 1817 2.062.805 0) 1850 3.815.878 (W) ■ Según pueden haber observado nuestros lectores, los datos asignados al año 1815 por el P. Buceta j el Sr. del Pan, pre- (I) f-egun el opüseulo escrito por D. J. F. del Pan sobre la población de Filipinas para la ultirn-» Exposición Colonial de Amsletdaní, {") Según el I>. Bucefa en su Diccionario ai^ográfico-esladialko-liisldnco de. las ¡alas Filipinas fl) Según datos publicados por el Ayuntamiento de Manila. (4) Se„uQ el P. Bucela en su Diccionario aeo0™/¡co-es!aíiis(ico-/ii9í()rico ds ¡as lelas Füipinee {p) Spgrní el opúsculo escrito por D, J. F. del Pan sobre la poblacidn de Filipinas pira la llima Fiposiciún Colonial de Amsterdam. ¡B) Segfln el P. Bucela en su Diccionario geognlflco-esiadíslico-íüsíórico de las Isl/is (7) ídem. (8) Según el opüseulo escrito por D. J. F. del Pan sobre la población de Filipina» para la última Exposición Colonial de Amsterdam. (9) Según el P. Buceta en su Diccionario 9eogró(íco-e»(adialicó-ftieíiirico de las ísías Fiíipinus. (10) Según el Coronel D. Ildefonso Aragón. (No conocemos el trabajo en que secon^ signa esta cifra, cuya procedencia encontramos citada en la Memoria acBíiia de las ífííio- iies de los PP, Agusíinos Calzados en íss Islas Filipinas, escrita en 1880 por el Reve- rendo P. Comisario de la misma Orden.) (I I) Según el Sr. D/ai Arenas. (Debemos hacer la misma observación que respecto á la cifra precedente.) (la) Según la Rula de forasteros de Manila. (13) Según el P. Buceta on su Diccionario scoeróflco-etíadisíieo-ftislúrico do ías J»la» (li) Según laGuíade/brasíei-oídeilíamla. ,Google seotan entre sí notables diferencias, ^ lo mismo sucede con los correspondientes al año 1818. Pueden, sin embargo, expli- carse si en el censo de 1815, dado á conocer por el P. Buceta, y en el de 1818, citado por el Sr. del Pan, se incluyó, mediaüte el oportuno cálculo, la población infiel no sometida, cual ha hecho el Sr. Arzobispo de Manila en el de 1876, y se prescin- dió de semejantes pobladores en los censos que respectivamen- te preswtan cifras inferiores. y Google El ceüso de 1877, á más de los resúmenes generales que ya hemos dado á conocer, contiene el número de habitantes de cada una de las diferentes circunscripciones administrativas en que se halla dividido el Ai-chípiélag^o filipino, j es nuestro proposito ocuparnos de tan interesante dato; pero antes vamos á ver cómo se halla distribuida la población filipina geográfi- camente considerada, ó sea el número de habitantes corres- pondiente á cada una de las principales islas que constituyen el Archipiélago. En el censo oficial no se encuentra este dato, pero es dema- siado importante para que lo omitamos, aunque tengamos ne- cesidad para ello de practicar operaciones algún tanto mo- lestas. El Archipiélago filipino se halla comprendido, como todos saben, entre los 120° 40' y 130" 37' de longitud E. del meridia- no de Madrid, y los 5" 9' y 21° 3' de latitud N., y alcanza una extensión máxima de 1.950 kilómetros de N. á S. (1), merced á cuyas circunstancias y á las de su especial geografía ea aquellas privilegiadas provincias, pueden obtenerse todos los (I) Eala y las siguenles cifras expresivas d« longitud y superficie de las lalas Filipi- rafl, esl&n lomadas de los Apuntes geogrkjicoa aoiire Vllrsmtr publicados por D. Fraa- eisco Coello en el Anuario esladisüco de Espajla correspondiente al aüo 1858. .yGoogisi productos de la zona tórrida y de las templadas. Su menor dis- tancia del Continente chino es de 630 kilómetros. En la parte más septentrional se encuentran las islas Batanes y Babuyanes, pequeñas todas, á excepción de ocho menos insignificantes, y que en junto miden 620 kilóme- tros cuadrados de superficie. La más septentrional sólo dista 120 kilómetros de la isla Formosa, perteneciente al Imperio chino. Sigue al Sur la extensa isla de Luzón, la isla privilegiada entre todas las islas del mundo tropical, como ha dicho el ilus- tre Crawfurd, por su fertilidad, por sus abundantes y caudalo- sos ríos, por sus muchas y extensas bahías y por todas sus condiciones naturales verdaderamente superiores. Su longitud asciende á 774 kilómetros en el sentido de NO. SE., y la su- perficie á 110.940 kilómetros cuadrados, mas 9.310 que miden las diferentes islas que de Luzón dependen, entre las cuales me- recen mención las de Masbate (3.637 kilómetros cuadrados), Ticao (362), Burias (292), Marinduque (829), las Catandua- nes (1.803) y la de Polillo (782), estas dos últúnas en el mar Pacífico y las anteriores al Sur. A la isla de Luzón sigue por la parte del SO. La de Mindo- ro, de 178 kilómetros de longitud máxima y 9.650 de superfi- cie. Hacia el mismo lado se encuentran las islas de Basuagan ó Busuanga, las Calamianes, con una multitud de islotillos, y la isla de la Paragua cuya mayor dimensión es de 429 kilómetros, y la superficie de 13.850. Todavía más al SO. continúa esta cadena la isla de Balabac, con estación naval y distante sólo 90 kilómetros de la gran isla de Borneo, situada al Sur. Contigua, y al E. de la Paragua, se encuentra la isla de Dumaran, y más hacia el O. , exparcidas en una considerable extensión de mar, los grupos de las islas Cuyos y Cagayanea, todas de escasa importancia. Hacía el SE. de Luzón se encuentra la isla de Samar, de 12.175 kilómetros cuadrados de superficie, y al O. las de Leyte, separada de la anterior por el angosto estrecho de San y Google Juanico y con 9.500 kilómetros cuadrados de extensión super- ficiaL la de Bohol (3.250), la de Cebú (5.925), la de Negros (8.705) y la del Panay (11.790), con varias islas menos impor- tantes, de las cuales las más notables son las de Sibuyan (349 kilómetros cuadrados}, Romblón (1.500) y Tablas (779), hacia el lado de Mindoro, la de Guimarás (445), muy próxima á la de Panay, y la de Fuegos ó Siquijor (442), al Sur de la de Al Mediodía de todo este grupo, cooocido con el nombre de Las Visayas, se encuentra la importantísima isla de Mindanao, cuya longitud de N. á S. es de 447 kilómetros y de 483 de E. á O. La superficie de esta isla, de la que sólo ocupa España pe- queñas porciones de territorio, mide 84.730 kilómetros cuadra- dos, ú 87.680 si se le agregan las varias isletas que de ella de- penden. Muy cercana á la parte O. de Mindanao, se halla la isla de Basilan, de 1.275 kilómetros cuadrados de superficie, y de ésta parten en dirección SO. varios islotes, formando como una ca- dena que enlaza el Archipiélago con la isla de Borneo, y entre las cuales se encuentra la isla de Joló y la de Tavi-Tavi, gua- rida de piratas moros. Tales son las principales islas que componen el Archipiéla- go filipino, cuya superficie total asciende á 345.585 kilómetros cuadrados, es decir, al 69 por 100, ó sea á las dos terceras par- tes próximamente de la España peninsular. Nuestra nación po- see, por lo tanto, en la Oceanía dominios cuya extensión su- perficial excede á la del Reino Unido, á la de Noruega y á la de Italia, y entre las islas que constituyen tan importante co- lonia, las hay, como Cebú, igual en superficie á la provincia de Gerona; como Negros, mayor que la de Almería; como Mindoro y Leyte, mayores que Puerto Rico y poco menores que la pro- vincia de Lugo; como Samar, igual á la de Lérida; como la Paragua, mayor que la de Sevilla, una de nuestras provincias más extensas; como Mindanao, poco menor que toda la Anda- . lucia; como Luzón, en fin, que es mayor que la Isla de Cuba, ' mayor también que Portugal, doble que Grecia, tres veces la y Google Suiza, y bastante mayor que Navan'a, Aragón, Cataluña y Va- lencia reunidas. Ahora bien: la población correspondiente á las principales fracciones del territorio filipino de que acabamos de hacer mé- rito, es la que sigue: LuzíSn y sus adyaeenteB. Mindanao Samar Panay Mindoro Lejte Negros Cebú Bohol : HILfiHETflOS CÜABRAMS ( I ) 120.250 87.680 12.175 11.790 10.383 9.500 8.705 5.925 3.250 H.4BITAKTES 3.2.Í8.387 162.535 178.890 777.777 58.128 220.515 204.669 403.296 226.546 Si á la población que en el censó oficial avroja. la suma de los habitantes registrados en las diferentes circunscripciones administrativas en que se halla dividida la isla de Luzón, se agregan los 161.333 en que el Sr. Arzobispo de Manila calcula la población no sometida ó indep^diente de la misma isla, re- (1) No incluimoB en este cuadro la isla dt Palawan rt de la Paragua, i pesar de su gran estenaión (13.8o0 kilómelroa cuadrados); porque porleneciendo en parle aeplenlrío- nal de la províDcia de Calaniianes, y no e:cpre3ándo9e en el ceneo oficial los pueblos lie dicha proTÍncia situados en la Paragua, no es posiljie fijar la poblaeiún de esta isla. Por lo demíB, leneiTiDs stilioientes datos para afirmar que se halla muy despollada, pues toda lá provincia de Calamianes, en la que se halla comprendido pop completo el- grupo de islas de este nombre, no es más que de 17.041 haliitaiites; y aunque también se halla en la Paragua la cstaoióti naval de Puerto-Princesa, esta circunstancia apenas inlluj-e en la población eapeclfica de la iüla, pues los habitantes registrados en 1S77 en dicha esla^ ciún no fueron mi.i que 518. , Google sultán 28 habitantes por kilómetro cuadrado; pero aun contra- yéndoDos á la cifra oficial, resulta una población especifica rela- tivamente muy ventajosa (27 habitantes por kilómetro cuadra- do), como fácilmente se comprenderá, aunque sólo sea recor- dando que en Cuba no hay más que 13 habitantes por kilóme- tro cuadrado. No puede decirse lo mismo respecto á Mindanao, pues apa- rece con una densidad de población sumamente baja; pero no. puede aceptarse como buena la cifra que resulta dividiendo el número de habitantes consignado en el censo por el de kiló- metros cuadrados que tiene la isla, puesto que España no ocu- pa más que peíjueoas porciones del territorio, y el resto conti- núa en podeí de la raza sectaria del Koran y de los idólatras ó aborígenes. Para obtener resultados aceptables, deberíamos dividir el número de habitantes registrados por la superficie que éstos pueblan, pero no se conoce este dato. Estimase, sin embargo, en la duodécima parte de la isla la sometida á las autoridades españolas; y si el cálculo está bien hecho, ya no resulta tan desfavorable la población especifica de Mindanao, pues aparece ser de'21 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra muy superior á la que presentan los países con que la isla puede ser comparada, y que permite formar idea de la gran población (muy cerca de dos millones) que podría encerrar Mindanao si llegara estar totalmente sometida de hecho al Go- bierno español, con sólo colocarse ea circunstancias parecidas á las que reúne el territorio actualmente dominado. Samar es la isla más extensa del grupo ó Archipiélago de las Visayas y la menos poblada. Pero de esto y de la población específica de las demás islas que figuran en la escala más atrás consignada, ya nos ocuparemos cuando examinemos la pobla- ción respectiva de cada una de las provincias del Archipiélago, por constituir cada una de ellas una circunscrípción adminis- trativa, á excepción de la isla Panay, dividida entre tres pro- vincias (las de Iloilo, Capiz y Antique), y cuya población espe- cifica de 66 habitantes por kilómetro cuadrado, no sólo es la más favorable que presenta el Archipiélago filipino, sino tam- y Google bien la que alcanza cifras más elevadas entre todas las colonias extranjeras que, por tener una extensión parecida á la isla.de Panay, pueden ser comparadas con ésta. En efecto, Jamaica, de 10.859 kilómetros cuadrados y la isla más poblada que po- see Inglaterra, no tiene más que 51 habitantes por kilóme- tro cuadrado; la priyilegiada isla de Ceilán, 40; la do Trini- dad, 34. y Google Aunque el censo oficial de 1877 presenta por orden i tico la población de las diferentes circunscpípciones admínis- trativas en que se halla di-vidido el Archipiélago filipino, y así ha debido hacerlo por ser este el método que más facilita la consulta de tales documentos, nosotros vamos á exponer el dato por el orden geográfico, esto es, agrupando las provincias según la isla de que forman parte, ó según la agrupación na- tural que presentan dentro del vasto Archipiélago filipino. De este modo podrán formar ¡dea más exacta de aquel país los que no lo conozcan bastante, y á nosotros nos será más fácil expo- ner las observaciones que nos sugiera el examen de las cifras contenidas en los siguientes cuadros expresivos de los nom- bres, extensión superficial y habitantes de las provincias en que se hallan divididas las Islas Filipinas: yGoOQÍ m Isla de Luzón y sus adyacentes. ■ PROVINCIAS (1) SDPIÍFICIE m kilóm.caad. aOITiNTES PROVINCIAS snriHFiciE HtBITimS 6.5-1 5.615 a. 149 3.202 251.583 149.5Ó0 (5) 2TS;(n5 3.428 -.!99 14.419 1.239 Abra, PoBtoo y Le- CagayánCi) BttUoeas'{6) Camarines Norte (8) ao.Bü (i) No ee designan con este nombre todas ' que se halla dividido el Archipiélasoí las haj' tji otras tienen el mismo grado de inoependencia entre si, y con el nombré ae proBincias ae deeignan todas en el censo ollcial, no hemos vacilado en adoptar estadenominaciún, qixa evita, aileinás, confusiones mny fáciles por la significación que la palabra distritos suele tener en Europa, donde no se aplica a subdivisiones de las provincias ú departamentos. Advertiremos, sin embargo, que se llaman disíníoa y no procincias las circuacripcíones de Morong;, Principe, Lepanlo, Bontoc, Benguet, Infanta, Tarlacy Tiagan. (3) Est« dato está tomado de la interesante Memoria sobre la producción de los mon- tes públicos do aquellas islas, escrita por el ilustrado Ingeniero del ramo D. Ramón jor- íLa superficie total de las provincias y distritos ha sido deducid» del mapa puljlicado por D. Francisco Coallo. Como en él no están seftalados con entera exacliliid los IfmiteB de las provincias que entonces existían, he tenido que trazar de una manera insegura los de las que se han creado posteriormente; y como sobre el terreno mismo no puede sa- berse muchas veces con certeza i¡ qué provincia ó distrito pertenece el suelo que se esta pisando, dicho se eStá que no presento esas cifras como esactas.» ' (3) Él territorio de esta provincia se descompone en los siguientes términos: JfíMms. ciMis. En la Isla de Luzón i.3fiR Isla de San Miguel 58 Isla de Cacraray iOb Isla de Batain 1 TS Isla de Raporapo 9i lelas Cantanduanes 1 . 803 m lie los distritos de Lepante y Bontoc, y la n territorio en que se encuentran enclavadas estos distritos y su limítrofe la provincia de Abra, han obligado al Sr. Jordana á calcular en conjunto la superficie de estas circunscripciones administrativas, que, por lo demás, tienen entre sf completa independencia. Abra tiene 47.647 habitantes; Bontoc 82.429, y Lepanto 24.471. (5) No nos inspira confianza esta cifra por las razones que más adelante expon- dremos. (6) Forman parle de esta provincia las pequeñas islas próximas á sus costas de Ma- ñeaban, isla Verde y Fortun, (7) Pertenecen i esta provincia las Babuyanes, pequeiio grupo de islas volcánicas adyacentes é. su costa septentrional. (8) Corresponden á esta provincia las islas Cala^uas, que forman un archipiélago si- tuado cerca de la costa Norte, y otras varias menos importantes. , Google PROVINCIAS Minism PROVINCIAS SÜPEHÍICIE , EiBlIlBÜS Camarines Sur Ilocoa Norte S.IM 3,51» 1.51U 4.105 S18 156.-IR0 25:B 9.81H isa'.BOi n:ni . 43 062 Nueva Ecija Nueva Vizcaya,, . Pampanga y Tar- 8,342" 4,!t91 4363 rs 4,264 133. Til i"¿b«::*:::::: Paiigaainán Tayahas ¡4] 53.668 * Islas Visa y as. Antique (6).. Bohol (7) . . . . Cápiz Cebú (8) Iloito (9).... Ley te (II')..- Negros (II).. Romblóa (12) Samar (13)... CUADRADOS HABITANTES 124.103 226.546 243.244 403.296 410.430 220,515 204.66» 28.154 178.890 (5) Tampoco aparece por separado la si MemoriK del íit. Joi-dana. La provincia d ü) Pertenecen á este distrito la iala da Polillo y otraí (2) Perteneeená seta provincia la Comandancia mili la misma sobre el terriEoiio que riegan el rio Halti.n y sus afluentes. (3) En la dificultad de precisar loa limites de estas dos circunscripciones, el daña las presenta reunidas. La provincia de Pampanga tiene 726. 309 habitante (4) Pertenecen & esta provincia las islas de Alabat y Calbalete, situadas ji eptentrional en la bahía de Lamóii. Lperlicie de estas dos circunscripciones e la Unión tiene 103. 3T0 habitantes; guel, 20.310, (6) IjCS distritos de Antique, Cápiz é Iloílo fortnan reunidos ta isla de Panay. (7] Forman esta provincia, á más de la isla de Bohol; la de Siquijor 6 isla de Fue- gos, j las de Mino, Paifglao y otras aun más iníignificantes adyacentes á li primara. (8) Consta este distrito de la isla de su nombre y de otras varias adyacenlea, entre las cuales son las más notables las de Bantayan, Guintacan, Malapacua 6 Pulo Lugún. OLangoy la de Mactan, en que pereciú el ilustre Magallanes. (9) El distrito de Iloilo, uno de los tres en que ae halla dividida la isla de Papaj; comprende, fi más del territorio comprendido en esta iaia y de la Comandancia de ¡e CoDcepciún, situada también en Panay, la isla de Guimai&a, de 445 kilómetri dos, y otras adyacentes de mis reducidaa dimensiones, & saber: Bilirin, Panaj ragua, Camotes, Calunmagan, Maripipi, Caruaaa y otras menos importantes. (10) En esta lorma: isla de Leyte, 9.500 kilúmetroa cuadrados; islas adyace total, 10.209. (It) Forma parto de cala circunscripción administrativa el distrito de Eacslante, ai~ luado en la misma isla, de Negros, (12) Este distrito se compone de tres islas principales: las de Eomblón, Tablas y Si- buyan. y otras quince mis pequeflas, de las cuales solí) están pobladas siete, á aaber: las de Maestre de Camuo, Banton, Sinarái, Agat, Nagoso, Lugbon y Bangot. (13) A aaber: iíla de Samar, 12.175 kilómetroa cuadrados; ia]a3adjaccnlea(Batae, La- guán, Jomonjol, Manicam, Parasan, Buad, Capul, Puercos y Balicuatro), í) la: total, 12.690 ,Google Isla de Hinclanao. PROVINCIAS KILÓMETROS CUADRADOS HABITANTES ? ? ? 1.275 56 246 Dávao. . . . 1 695 1.282 792 3 existen en el Archipiélag-o las provincias de Min- doro, Batanes, Calamianes y Joló, y las estaciones navales de Puerto Princesa, Balabac y Corregidor. . La provincia de Mindoro comprende ia isla de este nombre, las de Marinduque, Lubán, Libag-ao, Marinayan, Mompag, Santa Cruz, Golo, Buyagao, Semirara, Siboy y otras más in- significantes; mide 10.383 kilómetros cuadrados, y su pobla- ción está reducida á 58.128 habitantes. La provincia de Batanes está formada por el pequeño Ar- chipiélago de este nombre, situado al N. de Luzón y compuesto de varias islas de escasa superficie divididas en dos grupos: «no el septentrional, que comprende las islas de Siayan, Ditor- can, Misanga, Mabadis y otras mucho mas insigniñcantes to- davía; y otro el meridional, formado con las Basay, Saptan, Hugos y Diquey. Su total superficie mide 620 kilómetros cua- drados, y la población es de 8.745 habitantes. La provincia de Calamianes se compone de las islas de Ca- lamian, Busbagon, Lutaya, Culiong, Coron, Linacapan, Ilog, Dumaran y Cuyo, con otras menos importantes, y de la parte y Google Norte de la Parag-ua; su superficie total asciende á 7.889 kiló- metros cuadrados, y la población á 17.041 habitantes. La provincia de Joló comprende todo el'Archipiélag'o de este nombre, -y mide 1.765 kilómetros cuadrados. La superficie de la isla de Joló es de 800 kilómetros cuadrados, y su población de 1.401 habitantes. La estación naval de Balabac, situada en la isla de este nombre, de 323 kilómetros cuadrados, tiene 1.939 habitantes; la de Puerto Princesa, fundada el año 1871 en la costa oriental de la Paragua, 578; y la de Corregidor, pequeña isla de solo 8,5 kilómetros cuadrados, situada á la entrada de la bahía de Manila, 419. Las islas Marianas no forman parte, bajo el punto de-vista geográfico, del Archipiélago filipino, pero sí bajo el aspecto ad- ministrativo, y figuran por esta causa en el censo de 1877. Son 16, que juntas miden una superficie de 1.026 kilómetros , cuadrados, y las más extensas son Guaján, Rota, Tinián y Sai- .pán. En la primera, que tiene 405 kilómetros cuadrados, está la capital ó cabecera, Agaña. La población total de las islas Marianas es de 8.665 habitantes. Consignado el número de habitantes y superfiicie de las di- ferentes circunscripciones administrativas en que se halla di- vidido el Archipiélago filipino, veamos cuál es la población es- pecifica de las mismas, y al efecto empecemos por la isla de Luzón, que bajo este punto de vista presenta las siguientes cifras: PROVINCIAS Manila 368 llocos Sur 132 Cavite 115 Bulacán 104 Pampanga y Tarlac . . ., Google PROVINCIAS Morong La Laguna llocos Norte Unión y Benguet Albay Abra, Lepanto y Bontoc. Camarines Sur Bataan Zambales Nueva Écija Tayabas Camarines Norte Nueva Vizcaya. . Infanta Isabela . . . Príncipe . , Burias Dedúcese del precedente cuadro que la provincia de pobla- ción más densa es Manila, como debía de suponerse, hallándose situada en ella la capital del Archipiélago y siendo su territo- rio en extremo reducido. Por regla general figuran á contÍQua- cion las provincias limítrofes á la de Mailila; la de Cavite, cuyo fértil suelo efrece los productos agrícolas más estimados, entre ellos el ya afamado café de Silang; la de Batangas, una de las comarcas más ricas del Archipiélago, como consecuencia na- tural de la feracidad de sus tierras, de la benignidad de su cli- ma, de la abundancia de sus aguas y de la actividad libre é inteligente de sus habitantes, que al mismo tiempo que á la cria de ganado, se dedican al cultivo del arroz, del maiz, del cafó, del añil, de la pimienta, del algodón, de la nuez moscada, del y Google cacao, del trigo y de sin número de fratás y legumbres; la cul- ta, industriosa y saludable provincia de Bulacáa, que recuerda al viajero las comarcas más ricas de Java, aunque sobrepujando en bienestar á las desas de aquella isla; la de Pampanga, una de las más fértiles y mejor cultivadas de Luzód, notable prin- cipalmente por las grandes cantidades de azúcar que expor- ta (1); el distrito de Morong, que aunque montuoso au mayOT parte, tiene en Manila un mercado próximo é importante para sus productos agricolas; y la de La Laguna, de pasmosa ferti- lidad y abundantísimas cosechas, entre las que sobresale la de aceite de coco. Por lo demás, no es de extrañar tal densidad de población en semejantes provincias. El número de habitantes aumenta en proporción á la cultura y riqueza del país, y Ma- nila, al mismo tiempo que un importantisimo mercado y un gran centro comercial, es un foco de civilización, cuya benéfi- ca influencia deben recibir principalmente las localidades más próximas. Estas se comunican con la capital del Archipiélago por medio de la babía de Manila, de ¿caudalosos ríos ó de exce- lentes caminos; y como la acción administrativa puede ser más eficaz y solicita que en comarcas más lejanas, la seguridad in- dividual es mayor, más pronta la resolución de los negocios, así de interés público Como de conveniencia privada, y más fá- cil la vida en todos sentidos. Pero no son las comarcas inmediatas á la capital de las is- las las únicas qne presentan una gran población específica. Precisamente la provincia que figura en este punto con cifras más favorables después de la de Manila, cuyas excepcionales circunstancias ya hemos indicado, se halla muy distante de aquella ciudad, pues es la de llocos Sur, situada al Norte de la (1) El Ingeniero de caminos ü. Eduardo López Navarro, estima en 2.176 kilóme- tros cuadrados la superficie de la provincia de la Pampanga propiímenle dicha, eslo es, sin el distrito de Tarlac; y si el cálculo está bien hecho, como debe creerse tratácdose de tan ilustrada persona, resulta que la poblaciín específica de la Pampanga es igual i la de Bijlaciín, cual debía esperarse de la analogía da coadiciones entre ambas comarcas, puesto que en el censo oficial de 1877 figura la pñmera.CDD 2361309 habitautai. , Google isla de Luzón, y que,- según han podido ver nuestros lectores en la precedente eBcalá, aparece con la elevada cifra de 132 ha- bitantee por kilómetro cuadrado; y aunque no tan distante la provincia de Pangansinán, también es una de las comarcas más pobladas, puesto que en las inmediatas á Manila sólo le aven- tajan las de Cavite, Batangas y Bulacán. Pero es que la mayor parte del territorio de la provincia de Pangasinán lo constitu- yen una extensa llanura ligeramente inclinada hacia las cos- tas, con abundante riego y fértiles terrenos, que los naturales dedican con gran éxito al cultivo del arroz, del maíz, de la caña dulce, de los cocos y otras varias cosechas; y en cuanto á llo- cos Sur, hay que tener presente que, además de la gran fera- cidad de su suelo, del cual se obtienen todos los productos propios del Archipiélago, son sus habitantes tan hábiles y em- prendedores, que la fabricación de tejidos constituye ya en aquella localidad un ramo de industria floreciente y van adqui- riendo manifiesta importancia otras varias manufacturas, ejem- plos de gran valor que perjpiten esperar análogos resultados, y «na gran población en otras comarcas, hoy casi despobladas, á pesar de las inmejorables condiciones de su suelo, á consecuen- cia de los viciosos sistemas que sobre ellas han pesado hasta que recientemente ha sido abolido el monopolio del tabaco. Siguen en la escala de densidad de población á las provin- cias inmediatas á Manila, las de llocos Norte y Albay; pero tampoco son de extrañar sus ventajosas cifras en este punto, toda vez que los habitantes de la primera son tan -laboriosos é intehgentes como los de su limítrofe, la de llocos Sur, aunque con menos elementos que éstos, porque los extensos bosques del país dejan muy reducida la parte del territorio cultivada; y en cuanto á la de Albay, sabido es de todos que ocupa el pri- mer lugar entre las comarcas productoras de abacá, que tan pingriies ganancias deja al país por lo muy solicitado que es este artículo por el comercio extranjero, especialmente por el de los Estados "Unidos é Inglaterra. Figuran á continuación las provincias de La Unión con el distrito de Benguet y la de Camarines Sur. Su población ya no y Google — 41 — puede califícarse de numerosa, tal como resulta de la relacii^ entre el número total de habitantea y la extensión superficial del pais; pero debemos advertir, para que pueda formarse jui- cio exacto acerca de los recursos del suelo, que la población de ambas provinciaa, merced á lo montuoeo del país, está acu- mulada en las comarcas llanas é inmediatas á las costas; aBi e» que, considerada la provincia de La Unión independientemente del distrito de Benguet, presenta una población específica de 77 babitantes por kilómetro cuadrado. Llama la atención que, estando la provincia de Bataán tan próxima á Manila, y siendo uno de sus limites la bahía de este nombre, que parece ofrecerle fácil comunicación con aquel gran centro comercial y de consumo, no contenga una población tan numerosa como la de las demás provincias en que concurren iguales circunstancias, y la extrañeza todavía parece más fun- dada cuando se observa que el azúcar, el añil y el arroz de Ba- taán son, por su excelente calidad, de los más estimados en el Archipiélag-o; pero todo lo explica la gran cordillera que corre por la parte central de la provincia, y que priva á los pueblos situados al Oeste de las ventajas de que gozan, bajo el punto de vista de comunicación con Manila, los habitantes de las cos- tas de !a bahía de este nombre, en donde por esta misma causa se encuentra acumulada la mayor parte de la población. Y por idénticas causas aparece la provincia de Zambales á continuación de la de Bataán en la escala de densidad de po- blación. El terreno llano y susceptible de cultivo agrario está reducido á una angosta zona comprendida entre el mar de Chi- na y las prolongaciones de la sierra de Mariveles, y las consi- derables alturas de esta cordillera dificultan extraordinaria- mente su comunicación con las provincias inmediatas. La po- blación de Zambales crece, sin embargo, considerablemente, merced á la inmigración de ilocanos que vaa aplicando á su nueva residencia la laboriosidad é inteligencia que les distin- gue. Tanto es así, que esta provincia aparece en la Guia de forasteros de Filipinas del año 1858 con 31.116 habitantes, y en 1876 contaba ya con 94.551, es decir, había triplicado. yGopgl.g — 4a - De suerte, que bien pueden esperarse mayores aumentos si continila aquella corriente de inmigración y se suple la falta de comunicaciones por la parte de tierra con las que ofrecen los excelentes fondeaderos de que dispone la proTÍncia en las agTias del mar de China. , Mucho más desfavorables son todavía las cifras correspon- dientes á las provincias de Nueva Écija j Tayabas; pero res- pecto á la primera hay que advertir que, siendo una de las cir- cunscripciones administrativas más extensas, su población se halla concentrada en la parte llana ó menos accidentada, por ser la restante extraordinariamente montañosa. No significa esto, sin embarg-o, que la provincia de Nueva Écija no pueda aspirar á mayor población. Puede, por el contrario, alcanzarla, y en términos muy considerables, con sólo construir buenos caminos trasversales y limpiar los ríos que surcan la planicie, porque la facilidad de las conduciones impulsaría á sus habi- tantes á dedicar los extensos páramos ó cogonales que hoy existen al cultivo de arroz, caña dulce y tabaco, que actual- mente obtienen de la parte roturada. El territorio de la provincia de Tayabas es sumamente que- brado, y escasas, por consiguiente, las tierras de cultivo, á ex- cepción de las que ocupan los pueblos de la parte occidental, en donde se cosechan abundantes y excelentes productos agríco- las. La superficie que ocupan los bosques es por lo menos de 3.800 kilómetros cuadrados, es decir, el 68 por 100 de la su- perficie total; de suerte que no es de extrañar su escasa pobla- ción especifica. Tampoco puede sorprender la escasa población de la provin- cia de Camarines Sur. A excepción de una zona que se extien- de á lo largo de las costas N. y E-, toda la parte interior se compone de una enmarañada red de sierras, montañas, cerros, barrancos y precipicios, cubiertos por una exuberante vegeta- ción leñosa, que reducen considerablemente la superficie sus- ceptible de cultivo y dificultan sobremanera la explotación de las vastas llanuras que á veces aparecen entre esas mismas prominencias y sinuosidades. y Google La población específica de Nueva Vizcaya, Infanta y Mas-, bate no es ya más que de cuatro habitantee por kilómetro cua- drado; pero la primera se halla situada entre lo» arranques de la Sierra, Madre por el E. y de la cordillera central por él 0.,~ cerrada al S. por el núcleo orografico de-donde se desprenden ambas cordi^lleras, y cruzada por ún gran número de sierras secundarias, formadas por las estribaciones de aquéllas; de modo que la superficie susceptible de cultivo es muy reducida, y la falta de comunicaciones hace más difícil su explotación (1). La superficie del distcito de la Infanta es sumamente acciden- tada; pues á causa de estar formada en su mayor parte por las montañas que se desprenden de la alta divisoria occidental de la isla de Luzón, se halla surcada por gran número de ramifi- caciones trasversales que van á morir en la costa del Pacifico, (1) Pai'a. la mejor inteligencia de lo que venimos diciendo, debemos recordar que to- das las cordilleras de la isla de Luzón Errancan, según parece, de un nudo central lla- mado loa Caralmllos, elevadisimos mentes cuya cumbre más alta se halla situada en los 124» 30' longitud y 16" T latitud Korte. Desde este punto parten tres cordilleras princi- pales que constituyen lo que podemos llamar el sistema general de la isla. La primera, próximamente en diceccifin Norle, es la más elevada; toma el nombre de Caraballo Cen- tral en los dos primeros tercios de su longitüit, y de Caraliallo Norte en et resto; tiene una anchura do 80 kilómetros prósimameiite, sirve de divisoria í las provincias de Nue- va Viíea)"a y Cagayán, que quedan al E.,y i, las de llocos Norte y Abra, situadas al O., y termina en la punta Pata, en el mar de la China. Es la abunda cordillera conocida con el nombre de Sierra Madre, que se dirige en sentido NNE,, depara la provincia de Nueva Écija de las de Cagayán y Nueva Vizcaya, que resultan al O-, y cencluye al Norte de la isla en cabo Engaño. La tercera cordillera arranca del O, del Caraballo y se dirige a] S., separando las provincias de Nueva Écija y la Laguna de los distritos del Principe y la Infanta, atraviesa las provincias de Tayabas, ambos Camarines y Albaj, formando la divisoria de aguas entre el Océano Pacifico y el mar Mindoro, y muere junto al Es- trecho de San Bernardino, muy cerca del volcán da Bulusin. Aparta de estas tres princi- pales lineas de monlaílas hay otras secundarias, entre las que merece citarse la Sierra de Mariveles, que partiendo del puerto de este nombre corre en dirección NNO., separa la provincia de Zombales de la de Pangasinány la Pampanga,y torminaenelCahoBolíano, al extremo del golfo da Lingayan; la sierra del Sungay y Maquilirg. que se dirige de E, á O. por el 8. de la gran laguna de Bay y se une 6, la última de las tres cordilleras principales en el Banajao de Lueban, y la cordillera que, corriendo casi paralela al Ca- raballo Central y Norte, separa la provincia de llocos Sur de la de Aira. v.Google - 44 y sólo en ésta ae encuentra una pequeña zona llana dedicada al cultivo agrParío. No debe, pues, sorprendernos su escasa po- blación. Es la consecuencia forzosa de su pobreza de recursos y de la falta de comunicaciones. En cuanto á la proTincia de Masbate, debe tenerse presente que la Tertiente SO. de la cordillera que croza toda la isla de Maebate carece casi por completo de población, á causa de lo muy accidentado del terreno, y la de Ticao se halla completa- mante cubierta en sus dos terceras~partes de bosques, y en el resto de cogonal y monte bajo. No puede, por consiguiente, causar' estrañeza que aparezca esta provincia con cifras tan desventajosas.' La provincia de Cagayáu, por la abundancia de aguas, asi como por la gran variedad de exposiciones y de propiedades que el terreno ofrece en virtud de lo accidentado de su super- ficie, es una de las comarcas más fértiles de la isla de Luzón y que mejores condiciones presentan para el cultivo agrario. ¿Cómo es que, á pesar de tan favorables circunstancias y de sus numerosos ríos, entre los que sobresale el rio Grande de Caga- yán, el más caudaloso y de curso más largo de toda la isla de Luzóu (1), y de sus dilatadas costas abiertas al mar de China y (I) Este rio mide, en efecto, ana longitud de 330 klk>meLros pcói>¡ mámenle; tiene su origen en las vertientes septentrionales da los Caraballos, cuyaa primeras aguas recoge; dirígese luego invariablemente hacia el N,, atravesando por el centro de las provincias de Nueva Vizcaya y la Isabela, entra en la de Cagayán y desagua en el mar de la China junto i Aparrl, en el pimto medio, con carta diíerencia, de la costa septentrional de la isla. Entre sus numerosos afluentes merecen especial menciún el Magat, de unos IGO ki- lómetros de longitud; el Pinacanau&n, que se une al rio Grande k poca distancia de Tu- guegarao, capital de la provincia de Cagayán, después de haber corrido unos 40 kiló- metros- el Fulay que vierte sus aguas en el rio principal junto h Alcalá, el Pangul y el Bangag. Después del rio Grande de Cagayán, los más importantes de la isla de Luzón son: el Abra, el Agno Grandey el río ürande de la Pampanga. El río Abrji nace eo la encumbrada cordillera de los Caraballos, cerca de MancagAn; engrosado en breve con numerosas corrientes de aguas, atraviesa la provincia de su nom- bre, penetra en la de llocos Sur, donde toma el nombre da Santa, dividiéndose en tres , Google al Pacifico, la población de esta provincia no llega á eeis, ha- bitantes por kilómetro cuadrado, mientras en la provincia limí- trofe de llocos Norte ésta relación es de 45 por I? Porque Ca- gayan era una de las provincias soBre que prinpipalmente pesaba el funestísimo monopolio del tabaco por el Estado, y al paso que el ilocano es libre para dedicar sus tierras á las cose- chas que más le placen, y las cultiva con arreglo á sus conoci- mientos, guiado por la práctica y por bu propia, responsabili- dad, y debate libremente el precio del fruto de sus capitales y trabajo con el comprador, y recibe de éste el importe de la co- secha en el momento estipulado, el habitante de Cagayán, no- braios, todos navegables, qua desaguan ea el mar por las barras de Batas, Nioig y Dile, después de un curso prfiüim amante de 160 kilómelros. El Agno Grande tiene su grigen al SE. del nacimienlo del anterior, á poca distan- cia del mismo y en las vertí de N. i S. toda la parla ■ Pangasiniln, siguiendo la oecidenlales del Caraljallo central; cruza, o inlal del distrito de Benguet, penetra en laprOTineía de ima marcha hasla las inmediaciones de Villasis, desde donde rce su curso hada el N,, y por fln desagua en el golfo de Lingayen, en el mar de China, después de dividirse en varios braigs que pasan por San Isidro, Lingayen ,,Binmalej y DagupSn. El rio Grande de la Pampanga recoge las aguas que vierten las laidas meridionales del Caiahallo Sur, pasa por el pueblo dePanlabangin, cuyo nombre loma, se dirige hacia el 8., recoge las aguas del Coronel, sigue su curio hacia el SO., pasa por CanabatuSo, Jaén y San Isidro, pueblos lodos de' la proyincia de Nueva Éoija, y junto al ultimo, ca- pital de la misma, se le reúne el río de Oapin; sigue en la misma dicaeci6n, penelr» en la provincia de la Pampanga por Arayat, incorporándosele antea et rio Chico de la Pam- panga, que nace en la laguna de Cañaren, sedmgealE., da una rápida vuelta, marcha hacia el S, paralelamenle i la margen occidental del Piñal del Candaba, gran laguna que se forma con las inundaciones, y desemboca en la bahía de Manila por Ilagonoy, perteneciente á la provincia de BulacAn. Aunque no tienen la importancia que los precedentes, meren mencionarse también el río Pasig, que es el desagüe de la gran laguna do Bay, y desemboca junio i Manila on la bshia de este nombre; el Apoyao, que ea el mis importante de la provincia de Ca- gayán despuás del río Grande, y que desagua en la barra de su nombre, y el Vicol 6 Naga, que naca en el eitremo meridional de la provincia de Camariaes _Sur, se dirige al NO., llega al lago Bato, de donde sale en la miima direopión, recibe el río Buhi, que procede del lago de bu nombro, aumenta su caudal con el desagüe del lago de Baso, y desemboca en la bahía de San Miguel en el mar PaelRco. vCoogle podía dedicar sus propiedades más que al cultivo del tabaco; en la siembra, en los trasplantes, en todas las operaciones pro- pias de esta cosecha, tenia que ajustarse precisamente á las instrucciones recibidas de un ag:ricuItor improvisado, del co- lector, que era un abogado; recogida la cosecha no podía ven- derla más que á la Hacienda; los agentes de ésta eran Jos que le ponian precio, y el dueño del tabaco no recibía en cambio del producto de su sudor y de sus afanes más que un pedazo de papel, uu resguardo, que no hacía efectivo hasta pasados algunos años, cuando lo permitía la situación, siempre angus- tiosa, del Tesoro filipino, ó que enajenaba, obligado por la ne- cesidad, con enormísimos descuentos. Tan inicuo sistema, tanta desventura, no podía producir más que la miseria más espan- tosa, y una despoblación tan considerable como la que, en efecto, presenta la provincia de Cagayán, que debía sor una de las más pobladas y florecientes del Archipiélago, á causa de lo mismo q^ue hasta hace poco coastituia su desgracia, á causa de sus inmejorables condiciones para el cultivo del tabaco, pingüe cosecha que, abandonada á la especulación privada, ha hecho ricos á Cuba y á varios Estados de ¡a república anglo-america- na.-De esperar es, por consiguiente, que, merced al desestanco del tabaco, no tarde en ocupar la provincia de Cagayán lugar más ventajoso en la escala de densidad de la población de Fili- pinas. Con decir que la provincia de Isabela se hallaba en idénti- cas condiciones que la de Cagayán en cuanto á les términos en que el Estado explotaba el monopolio del cultivo del tabaco, con la sola diferencia de que, en la primera, el que dirigía las operaciones agrícolas era un militar, es lo suficiente para com- prender la causa de estar tan despoblada, á pesar de la feraci- dad de sus numerosos valles y del escaso trabajo con que pu- diera reducirse á cultivo gran parte de su territorio, hoy impro- ductivo. Es cierto que los 38.616 habitantes asignados á esta provincia son únicamente los registrados en los pueblos some- tidos, y no comprenden, por lo mismo, las diferentes tribus salvajes que viven en sus montes (los Gaddanes, los Catalan- ,y Google ganes, los IlongotesJosBungananesy los MayoyaoB);pero por ■ numerosa que sea esta población indepeadieate, que no puede serlo mucho tratándose de tribus plagadas de enfermedades y reducidas á mantenerse casi exclusivamente con loe productos espontáneos de los bosques, harto se comprende que poco pue- den aumentar la población total de la provincia, aun sumadas á los habitantes de] territorio sometido, y poco, por consiguien- te, mejoraría la relación de tres habitantes por kilómetro cua- drado en que se encuentran estos últimos. Los últimos lugares de la escala los ocupan el distrito del Principe j el de Burias. El teritorio del distrito del Principe permanece inexplorado en su mayor parte; y si no ha podido penetrarse en él, ni aun con el objeto ' de formar idea de su constitución, mucho menos habrá podido explotarse; por lo que, á excepción de dos llanuras, en que se asientan las tierras de cultivo de Bater, Casignán y Casigurán, todo el territorio del distrito continúa cubierto de una vegetación exuberante y virgen é impenetrable, á la vez que por sus espesísimos bos- ques, por el justificado temor que inspiran las feroces tribus que en su seno habitan. La isla de Burias está cruzada por una ca- dena de montañas, en algunos puntos bastante elevadas; en ta parte media se alza la denominada Engañosa, rodeada de ris- cos, sobre todo en la parte NO., y tanto esta montaña como las de menor elevación, sólo presentan vastos cogonales y abun- dante monte bajo; de suerte, que es muy poca la superficie cultivada en la isla. Acaso hayan advertido nuestros lectores que en las obser- vaciones que preceden, relativas á la población especifica de las provincias de Luzón, hemos hecho caso omiso de la que presentan Abra, Lepanto y Bontoc, y que' asciende nada me- nos que á 26 habitantes por kilómetro cuadrado. La razón con- siste en la nota que oportunamente pusimos á la cifra de 149.550 habitantes con que aparece en el censo oficial de 1877 aquella extensa comarca, esto es, en la ninguna confianza que nos inspira este dato. A nuestro juicio es exageradísimo, y nos fundamos en que no guarda analogía con los consignados y Google efl otras publicaciones: Según la Memoria sobre ,un plan de feíTocarriíea para Filipinas, escrita por el Ingeniero D. Ednar- ' do López Navarro, la población de Abra es de 37.771 habitan- tee.de 7.757 la de Bontoc y de 18.009 la de Lepanto; total, 63.537 habitantes; según la Historia geográfica, geológica y esta- dística de Filipinas de D. Agustín de !a Cavada, á quien ha aerrido de guia para su excelente trabajo el censo de 1870, la mencionada comarca se hallaba poblada en esta fecha por 75.697 habitantes, en esta forma: Abra 35.090, Bontoc 10.134 y Lepanto 30.473. Ahora bien, ¿es posible que desde el año 1870 al 77 haya ascendido la población de aquella comarca desde 75.697 habitantes á 149.550? Las cifras correspondientes á Abra guardan entre si perfecta analogía, y puede, por lo mismo, aceptarse la de 42.647 habitantes, consignada en el censo de 1877; tampoco tendríamos inconveniente en admitir como bue- na la de 24.474 habitantes con que figura*el distrito de Le- panto en el expresado censo; pero da ningún modo puede jus- tificarse la población de 82.429 asignada en 1877 á Bontoc, figurando este distrito con sólo 10.134 habitantes en eUibro del Sr. Cavada, y con 7.757 en la Memoria de López Navarro. No permiten, por otra parte, creer otra cosa las condiciones topográficas de aquella comarca. Constituyen principalmente 8u territorio fragosas sierras y empinadas montañas, inexplo- radas en su mayor parte y habitadas hoy sólo por tribus salva- jes, por los pacíficos Busaos, Tinguianes y Apayaos, por los sanguinarios Igorrotes y por los feroces, aunque menos terri- bles, Apayaos. Lo único que se conoce son las orillas del cau- daloso rio Abra, y en ellas tienen su asiento la mayor parte de los pueblos formados hasta el día, muy pocos en número, aun- que relativamente prósperos, á causa délas abundantes cose- chas que obtienen de los terrenos reducidos á cultivo, dedica- dos principalmente á maíz, arroz, tabaco, y en los pueblos más importantes también á caña dulce, algodón, añil, abacá, co- cos, frutas y legumbres. Nada, pues, de extraño tiene que la provincia de Abra, compuesta de la totalidad de estos pueblos, presente una población específica de 18 habitantes por kilóme- y Google tro cuadrado (1); también puede admitirse pam el distrito de Lepanto la relación de 9 habitantes por kilómetro cuadrado, que da por resultado la cifra consignada en el censo oficiai, por ser muchas y numerosas las rancherías que pueblan aque- lla comarca; pero de ningún modo puede suponerse que los in- dígenas reducidos en el distrito de" Bontoc Uegiien á 82.429, porque esto daría por resultado una población de 54 habitantes por kilómetro cuadrado, es decir, una cifra muy superior á la que alcanzan las proYincias de La Laguna, llocos Norte, La Uüión y Albay. El cuadro que sigue pone de manifiesto la densidad de po- blación de las nueve circunscripciones administrativas en que se hallan divididas las Is Habitantes por un kilómetro cuadrado. Iloilo 78 Cápiz 61 Bohol 60 Cebú 59 Antíque : 33 Romblón : 22 Leyte 22 Samar .- , 14 No es extraño que figure el distrito de Iloilo á la cabeza de la precedente escala j con una de las cifras más favorables que respecto á densidad de población presentan las provincias fili- ■ pinas. En su litoral se encuentra el puerto más importante del (I) La superficie de la provincia de Abra se eetima por bs Sres. Lópaa NaTarro j Cavada en 2.331 kilómetros cuadrados, la de Bontoc en 1.534 y la de Lepsnta en I.fl9>. , Google Arcbipiélag-o, después del de Manila; su. industria, la fabrica- ción de tejidos sobre todo, ha adquirido notable desarrollo; su ganadería es ya importante, y la agricultura se halla en un estado floreciente (1). (I) ConBigosdaa en nntaa anteriores laorograf/a é liidrografia de la isla cié Luzún, v,amoa & hacer olro tanto reapeeto i Iilr islas VisajaB. /ala cía Panay Del eilremo NO. de la isla arranca una gran cordillera c¡iie, fotman-. do una curva, se dirige al HE., elevándose inaenaiblemento hasta la Viaita de las Navas, en donde la eorta un vallo ti'aaveraal. Desde cale valle empieza á elevarse nuevamente hasta llegar al monte Opao, el más allu de la isla, y luego se inclina al E. y deapuís hacia el NE,, formando un arco que pasa por el pico de Arcingel ó Balisón y viene & terminar en la cosía oriental de la isla en la jurisdicciún de Dumarao. De esa. gran cor- dillera parten tres ramaa principales, aunque no muy elevadas, que todas siguen la di- rección de SO. á NE., y vienen á terminar en la costa septentrional. Otra divisoria no- * tabla ea la que, desprendiéndose de la cordillera matriz anteriormente descrita, en la jurisdicciCn de Buruanga, se inclina primero hacia elN., para seguir luego da N. 4 S,, y di origen & varias tamificac iones que marchan de NE. &. SO. Los rios más notables aon el Panay, que corre de S. á N., bifurcándose bílcia el linal de su curso en dos brazos, de ios cuales el uno desemboca en el mar junto á Cápiz y el olro en el aitio de Banicá. El Aclén, que nace en eí monte Opao, sigue la dirección de SO. S NE., recibe infinitos y pequeños afluentes y desagua en el mar entre Calibo y MacabO después de unas 13 le- gues de curso, E! Tibiao, que procede del monte Madiaas, de donde se precipita forman- do una cascada de !0O pies de altura y conlinúa en dirección NE. i SO. hasta desaguar en el mar. El Dalnas, mucho más caudaloso que el anterior, tiene igualmente su origen en las faldas del Madiaaa, corre en la misma dirección, y después de siete leguas de cur- so impetuoso desemboca en el mar entre Tibiao y Bárbara. El rio Cairnaon nace en el llamado Monte Alio, recorre un trayecto de 14 leguas, engfosiindQ su caudal con un gran número de aHuentes y desagua entre Nalupa Nueva y Guisíjin. El Paliuan baja de las Taldaa del mismo monte, c&rre en la misma dirección que el anterior y se pierde en ei mar entre Guisíjin y Bugacón. El Cagaranán, paralelo á los anteriores, procede del monte Dumarao, y vi 4 desaguar ea Bugacón. El Sibalón, que es muy caudaloso y te- mible por la impetuosidad de au corriente, sale del monte Dumindig, y después de unas 20 leguas de curao muere en el mar en laa inmediaciones del pueblo de San Pedro. iiía de Negro».— Udí cordillera que corre de N. 6, S. la divide en dos parles, dil¡- cnltaodo la comunicación entre laa costas oriental y occidental. Las cilspides más ele- vada* son el monte Silay, situado hacia el N.; el Canlaón, volcán activo, cuya situación yo está determinada en tas cartaa geográficas, y el Típasi al fj.-Algunoa ramales, que llegan á veeea hasta poca distancia de las costas, se desprenden de uno y otro lado de la divisoria prinoipal. V Google Abunda el distrito de Cápiz en extensos y fértiles Tállefl, . surcados por varios ríos y esteros que los iecündan; sus cose- chas son importantísimas, y considerable la fabricación de teji- dos de aba«á y algodón. Tan favorables condiciones naturales, y tanta laboriosidad por parte de sus naturales, forzosamente debían dar por resultado ,una población muy numerosa. El esmero con que los habitantes de Bohol cultivan sus tie- rras, el mérito de sus tejidos, el comercio qué hacen con varios artículos y los abundantes recursos que les proporciona la pesca, son las causas de que este distrito ocupe el segundo lu- gar en las islas Visayas, bajo el punto de \TBta de su población específica. Loa rioa principales son; el Danao, que wrra hacia el N., enlre Calalravay Eacalan- le, presentando una anchura media de 200 melros y lü ó mis de profundidad en varioB sitios; y el Marianas, con un brazo mayor llamado Tanao, qua pasa en dirección N. por entre el barrio del n lismo nombre y Cidiz Nuevo, tiene una anchura de 300 metros y 10 i kilómetro antes de au desembocadura. 1,08 demás ríos son peños Ulteriores. Isla de Cebú.-i atraviesa toda la isla ds N. á S. ana cordillera poco elevada, que no Isla de Bofiol.— Ni el relieve del terreno, ni las condiciones de los pequeños rloa que por la superficie corren, ofrecen particularidad alguna digna de mención. raía de Leyíe El terreno us muy accidentado, aunque eiisten muchos valles que permiten el desarrollo del cultivo agrario. Una cordillera, que recorre leda la islade NO. á SE., separa las aguas que se dirigen al Pacífico, de las que, en opuesto sentido, van á parar al mar de Visayas. lista divisoria paralela en toda su longitud & la costa O., de la cual dista poco, presenta, algunas cumbres bastante elevadas, tales como el pico Colasi en la comprensiún de Leyte, el monte Mandivín en la de PaJompún, que es el mis alio de todos los de la isla, y los de Capo-ocin, Aslum y Zibagay, cubiertos todos ellos de espesos bosques. Los ríos que, partiendo de la divisoria central, corren hacia el E., eon más caudalo- sos y de mAs largo curso que los que se dirigen hacia el O. El Maya pasa por el S. del pueblo de Dagami, tiene un curso de nueve leguas y desi^ua en el mar Pacifico, El Ba- rugo nace en las montañas del término jurisdiccional de Qarauán, se encamina hacia el N., fertilizando con sus aguas los campos de Alaugalang y del pueblo do su nonphre, y desagua junto á este ultimo en él mar de Visajaf. El Lejte, que corre en la misma dirección que el anterior, nace en un lago que hay al O. de Jaro, riega las tierras del .yGoogle Figura á continuación la provincia de Cebú, pero con cifras muy inferiores á las correspondientes á las de Iloilo. Esto con- siste eix que, no obstante disponer como éste de un puerto ha- bilitado para el comercio exterior y ser muy solicitados sus tejidos, las tierras no son tan fértiles como las de Panay; así es que sus cosechas, aunque muy variadas é importantes, como las de esta isla, no son tan abundantes ni dejan tan pingües rendimientos. Sigue á la provincia de Cebú la de Antique, pero ■ ya con cifras muy inferiores, á causa de estar reducida la zona de cultivo á la angosta faja de cinco kilómetros en su mayor anchura, comprendida entre la costa y la gran cordillera que la separa de los distritos contiguos. Estos terrenos se hallan pueblo cuyo nombre lleva y va & desembocar en la costa N, de la iala. El Bito sale del lago aai denominado por la parte 8E. y se dirige bacín la costa oriental, sieodo muy caudaloso, aunque su curso no áicede de treg leguas. El Maai procedo de loa montes que se levantan en el eilremo 8. do la isla, corre unas seis leguas, bailando el término de Maasín, y va i desaguar junio á la punta de la isla, que avanza hacia el SO. Loa demáa no BOU tan importantes, y muchos de eilos quedan secos durante una parte del aüo. íí/a de Samar.— No es poaiblo dar una idea exacta del relieve del terreno, porlafelta de eiploraoionea hechaa por personas aptas para el caso. La dirección de los rios indica la eiiBlcQcia de una elevada divisoria de N. á S., da la cual se desprenden varias mani- fealacionea en opuestas sentidos. Los pisos más altos reciben de los indígenas los nom- bres de Curao, Maluginaao, Capotain, Palapa y otroa varios. Los de Palapa, Capotaán y Carao, se hallan hacia el N. y centro de la isla en el término de Calubig; el de Malu- ginaao, que ea quiíáa el máa elevado, en el do Bungajén. A estas escasas noticias sólo puede añadirse que todo el corazón da la isla es sumamente fragoso, hallándose cruzada de sierraa, cordilleras y barrancos, cubiertas de una vegetación jígantesca. Losrioa principales son: el Oras, que nace hacia el extremo N. de la división central. se_ dirige primero hacia el SE., se inclina después al E. y va S desaguar en la ensenada de Uguis, en la coata oriental de la iala, después de haber corrido unas siete leguas; el Laguán, que nace en la misma divisoria, se dirige constantemente hacia e! N., y pasan- do por Catubig dasemhoca en la ensenada de su íiomhre; el Bato, que procede de las Tertieníes septentrionales de los montes llamados Baila Sangley, cuyas aguas recoge por dos ramales distintos, corre en dire<^cióa á NNE., y desagua en la costa N. en la misma ensenada que el anterior; el Timouini, que baja de las miariíaa vertientes y corre parale- lamente al Balo; el Suribao, que se desprende de los montes centrales y marchando ha- cia el E. va á parar al Pacifico, en donde desemboca junto a BorongSn. Otros muchos ríos y arroyos aíraviesan los vli^enes bosques y las fértiles llanuras de la isla. , Google además expuestos á impetuosaa avenidas de los ríos, que con irecueiLcia acarrean grandes cantidades de cantos rodados, que esterilizan los campos en que se depositan. I^os habitantes pro- curan sacar el mayor partido de las reducidas tierras d^ que disponen, dedicándolas al cultivo de arroz, de maíz, de cacao, de tabaco y algodón; explotan también varias industrias, en especial la febricación de tejidos; pero lo montuoso del país y las desfavorables condiciones del cauce de sus ríos serán siem- pre un obstáculo para el desarrollo de la riqueza, y por consi-^ guiente, para el aumento de la población. La isla de Negros dispone de fértiles y numerosas llanuras en que la agricultura va desarrollándose, pero lucha con la falta de comunicaciones y con la dificultad para dar salida á á sus productos. La cordillera que en sentido longitudinal cruza la isla, tiene incomunicadas entre si la vertiente occidental y oriental: y aunque la primera puede trasportar fácilmente sus productos al puerto de üoilo, para su exportación al extranje- ro, los habitantes de la coSta de Oriente sólo con grandes y costosísimos rodeos pueden utilizar aquel puerto ó el de Cebú. La construcción de alguna carretera que pusiera en comunica- ción ambas costas, aprovechando algunos de los pasos existen- tes, y la habilitación de un puerto para el comercio exterior, elevaría muy pronto la población de la isla de Negros á las fa- vorables cifras que ofrecen las de Panay y Cebú sus vecinas. En las islas de Leyte y Romblón ya no corresponden á cada kilómetro cuadrado más que 22 habitantes. La agricul- tura cuenta en la isla de Leyte con un terreno fértil, abundan- tes aguas y un clima cxcejente; merced á tan favorables cir- cunstancias, se cosecha en ella arroz, trigo, algodón, añil, pimienta, cacao, café, caña dulce, y más que todo, abacá y aceite de coco; pero lo muy accidentado del terreno ofrece aún grandes dificultades para la explotación de los muchos valles que existen en la isla. Respecto al distrito de Romblón, compuesto de las islas de este nombre, de la de Sibuyán y la de Tablas, sólo advertire- mos, para que no sorprenda su escaso número de habitanteü y Google con relación al territorio, que la de Romblón es de muy cortas dimensiones, y las islas pequeñas atraen pocos inmigrantes si, como sucede en este caso, hay alrededor otras comarcas más ricas y extensas; la de Sibuyán escasea en recursos naturales, y la de Tablas está cubierta de bosques. Figura en último lugar el distrito de Samar. Su despobla- ción resulta demasiado notable cuando se le compara con las demás islas del Archipiélago de Visayas; pero harto lo explica la circunstancia de ser casi todo su territorio sumamente fra- goso y estar cruzado de cordilleras y barrancos cubiertos de bosques impenetrables. Si á pesar de tan desfavorables condi- ciones para el desenvolvimiento de la población ésta alcanza todavía la cifra de 14 habitantes por kilómetro cuadrado, se debe á la extraordinaria fertilidad de los terrenos inmediatos á sus costas; y como gran parte de los indicados bosques pueden fácilmente reducirse á cultivo, nada impide asegurar que el número de habitantes aumentará considerablemente en Samar á medida que se favorezca la extracción de sus productos. , Réstanos sólo consignar la población específica de las pro- vincias de Batanes, Mindoro, Calamianes, las Marianas, y de los seis distritos en que se halla dividido el Gobierno militar de Mindanao, comprensivo de la isla de este nombre y de la denominada Isabel de Basilán. En las Batanes se cuentan 14 habitantes por kilómetro cua- drado; pero harto explican tan escasa población los mengua- dos recursos que ofrecen estas islas, á causa del estado de atraso y casi completa incomunicación en que viven sus naturales. En la provincia de Mindoro corresponden sólo seis habitantes á cada kilómetro cuadrado; pero no es extraño. En la isla de Mindoro, que según ya hemos dicho, mide 9.650 kilómetros cuadrados, no hay más que 18 dedicados á cultivo; el resto se halla cubierto de bosques impenetrables (1). (I) El relieve del terreno de la isla de Mindoro esli determinado por Ires eordílleras principales. Una de ellas arranca de la punía Calavite, eitremo NO. de la isla, y for- maoilo varias inílexionea se dirige hacia el SE-, presentando algunos picos bástanlo e!e- , Google En la de Calamianes la cifra todavía es más desfavorable, pues sólo cuenta poco más de doe habitantes por kilómetro, cuadrado. Todo lo explica, sin embargo, la desventajosa situa- ción de las islas que principalmente componen esta provincia, y la escasa atención que ha merecido á nuestros Gobiernos la isla de la Paragna, que por hallarse situada en lo más avanza- do por la parte Snr de nuestros dominios en Oriente, por sus grandes dimensiones y por la abundancia de sus recursos na- turales, debiera ser objeto de especialísimos cuidados. En las Marianas corresponden ocho habitantes á cada kilómetro cua- drado, y su aislamiento no permite esperar cifras mucho más vados y diferentes ramülcaciones por N. y S., que van en busca de las coalas en donde terminan, ja en suaves laderas, ya en ásperas cortaduras. Cerca de Ñau jan ss despren- de de ella un gran ramal que, dirigiíndoee de NE. i SO,, no llega & penetrar hasta el «entro do la isla. J^a segunda cordillera es la que, partiendo de la anterior dpade Abra de Itog, corre de N. á S. paralelamente Ó. la costa occidental hasta Sablayán, en donde se interrumpe paro presentarse de nuevo entre dicho pueblo é Irurom y terminar en la punta Rumb&n. La última arranca del ramal que cerca de Naujáu y en sentido de NE. & SO. se desprende de la primera, pasa al O. de la laguna que lleva el nombre de aquel pueblo, constituye la serie de montañas que hay entre él y el de Pola, marcha de N. áS. paralelamente á la costa oricnt! dos cordilleras laterales ó parali bas de la que corre de NO. á £jE. cerca de su eslremo meridional, nicie inexplorada, cuy: i\ de la isla y se extiende hasta la punta Buruncán. Las úas á las costas oriental y occidental, sobre partir »m- a parte septentrional de la isla, vienen i unirse i. Eesulla, por tanto, en el centro, una vasta meseta ü pla- sólo la dirección y e^^ruotura de las cordi- Ueras, sino también las noticias facilitadas por los habitantes no reducidos que pueblan 'las selvas, ■ Los rica que se deslizan por la superficie de la isla son tantos, que 86lo en la costa oriental, desde Calapán á Bulalacao, se cuentan más de cincuenta; pero en su mayoría llevan escaso caudal de aguas y se aecan en verano, debiendo ©listir otros muchos en el interior completamente desconocidos. Entre los explorados son los principales el Malay- laj, que corre de NO, 4 NE., entre Bacú y SuliaSn; el Nabuluán. de N. á S.; el Moga- sauang-tubig, el Nabotaa y la Laguna en Nauján, do SO. á NE.; el Pula y el Poki, de O. ¡L E., en el pueblo de eate nombre; el Macaulit, el Bansod, el Masaguisi y el BringabÓn, entre Pola y Ticling, de NO. á SE.; el Vasig, el Bumbusán y Manjao, entre Ticling y Bulalacao, en la miama dirección que ios tres anteriores; el Labaflgin, en Magarín, de NE, i SO.; el Pagbajan, que desagua en la ensenada de Paluin, de N. á S., y el Ta- linny, en Puerto Galera, de S- á N. , Google favorables en lo sucesivo. En cuanto á los distritos de Minda- iiao,es imposible fijar eu población específica (1), ConocemoBla población sometida, concentrada principalmente en el Norte de la isla; pero ignoramos la extensión superficial del territo- (1) Tres cordilleras principales se levantan en k isla Je Mindanao. Una es U que corre de N. k S. desde Surigao al cabo de San Aguslin, y presenta su nudo mia impor- t»Ote hacia Bangalunga, en donde se bifurca desprendiéndose de ella un gran ramal qua se prolonga en dirección O, Otra cordillera corre casi paralelamente i la anterior desde punta Divala si O. del seno de Butuán, hasta la bahía Sarangani, siluada junio al cabo, del mismo nombre, que es el punió mSs meridional de la isla. Su mayor altura es el monte Apo, cuyas ramificaciones forman la empinada sierra de Blik. La tercera cordi- llera, casi perpendicular S las anteriores, arranca de la segunda en las cercanías de Ta- gaclogón y se encamina directamente al O. Elévase notablemente en loa picos de Ran- daya, situados en bI istmo de Misamis, y se divide desde a!li en varios ramales, cuya altitud aumenta á medida que se apioximan á la costa, j entre los cuales los más im- portantes son: el que encaminándose hacia el NO. se sumerge en el mar en la punta Maralag 6 Divait, y el que prolongándose por el centro de la faja de tierra que rodea por c! NO. el golfo ó seno de Sibuguej, recorre el cesto de la isla, llegando sus ultimas estribaciones hasta cerca de la Zamboanga y sitio en que esistia en otro tiempo el fuerte de la Caldera. Los tíos más caudalosos son el Pulangul ú Rio Grande, y el ^usán ó de Butuan. El primero nace en las montañas del Apo y va á morir en la bahía lUana, al O. Su curso puede dividirse en cuatro regiones: la aíía, que comprende desde el nacimiento hasta poco mis arriba de Matingcahuán, la eual es desconocida; la inedia, de Matingeahuán & la isla de Cabalasán ú de Santa Isabel, que mide unos 92,50 kilómetros; la 6aja, desdo ese punto al fuerte (te Tumhao, cuya longitud es de 40,70 kilómetros; y la mai-ílímo, desde el punto de Tumbao hasta la desembocadura, cuya distancia es de 29,60 kilúme- Iroa, El rio Agusán ó de Buluán, nace, aegün el P. Buceta, en la laguna de Linao, de la cual sale por el NO., y con diferentes inüeiiones se dirige al N., recibiendo diver- sos afluentes hasta el pueblo de Butuán, en donde se divide en dos camas y va á des- aguar poc dos bocas en la bacra de su nombre. Su curso es de unas BO leguas, siendo na- vegable en un gran trecho, i partir de la desembocadura. Menos caudalosos que los anteriores son el Iligan, que recorre el trecho que media entre la laguna de Malanao y el pueblo que le da nombre, y el Lubungán, que vierte sus aguas en la ensenada de Dapitán, á la cual llega por el SO. Parece que deben recha- zarse por ineíaclas las noticias sobre la existencia da un gran lago en el centro de la isla (al como se consigna en casi todos los mapas publicados hasta el día. Las mayores lagunas conocidas son las de Malanao y Sapangán en la mitad septentrional, y las de Luigasán y Buluán en la cuenca del río Pulangul. , Google — 57- rio que ocupan, territorio que, cual sucede en DáTao, Cottabar to y Zamboanga, está reducido á poco más del que ocupan las poblaciones de estos nombres, y que á lo sumo constituyen es- trechas fajas á lo largo de las costas, como sucede en los dis- tritos de Misamis y Surig^o, poblados principalmente con in- dios procedentes de Bohol é islas inmediatas. En cuanto á las demás razas pobladoras de la isla do Mindango, la malaya sec- taria del Koran y las distintas tribus abongenes é idólatras, que perseguidas por aquélla se han ido internando y buscan refu- gio en las asperezas de las sierras, ya hemos dicho que en el censo de 1876 se calculan en 280.623 habitantes, cifra que, unida á la de la población, sometida (162.535 habitantes), , y comparada con la superlicie de la isla, da por resultado cinCQ habitantes por kilómetro cuadrado (1). Ahora, j ya para terminar, daremos á conocer las poblacio- nes filipinas cuyo número de habitantes excede de 20.000, y que ascienden á 18, á saber: (L) Comparada la polilaciún espei^inca do laa provinciasFilipinasconlade tas provin- cias lié la. Península, resulta que no hay entre éelaa ninguna que presente cifras tan ele- vadas como las correspondientes á Manila, llocos Sur y Cavile. La poblaciótj especifica de Bulacln y la Pampanga so aproiima muclio á la ele 1» provincia, de Barcelona, que es en la Península la provincia más poblada (t09 habitantes por kilómetro cuadrado), y la de Batangas & la de \ izcaia (87 por I] La provincia de ILoilo es más poblada que la de la Coruíla (75 hatitatites por kilumetto cuadrado], la población especíüca de Panga«inin se aproiima mucho á la de Alicante (T3 habitantes por kilCmetra cuap drado), v es mayor que la de Máliga (r8 habitantes por kil6melro cuadrado]; la de C&piz y Bohol á la de Valencia {G3 habitantes por kikmPtro cuadtado); la de Morong es Igual a la de Geronx y Tarrigona la de La Laguna es muy poco inferior & U de estas des provincias las circunscripciones de Uniun v Benguet se haliao casi tan polilaias como la proVlnC1^ de Granada (JS balitantes por kil imetro cuadrado]; en \\\B,y j Antique la población es tío densa como en la provincia.de Vallado- lid en Bitain Zambales, Negros Romblftn j Levte tinto como en la provincia da Avila y h pobliíiun especifica de Samar j Nueva Ecija viene & ser igual Éi la do Alba- cete. Todas las demás provincias filipinas alcanzan cifras muy inferiores & la, provincia de Ciudad Real, la mis despoblada de las de la Península (13 habitantes por fcilúmetro cuadrado]. , Google POBLACIONES PROVISCIiS Á QUE CORRESPONDEN IIAlSlTANTEtí Manila Manila 102 923 Laoag 36 639 ídem lloilo 24 753 Manila . . 24 447 Cebú 22.669 9ft QQR llocos Sur 20 588 Mangaldán Panffasinán 20.546 ídem 1 911 I9fi SegTÍn pueden haber observado nuestros lectores, de las precedentes poblaciones cuatro pertenecen á la provincia de lloilo, tres á la de Batangas, tres á la de Pangasinán, dos á la Hocos Sur y dos á la de Manila. En las demás provincias que figuran en la anterior escala, sólo hay una población de más de 20.000 habitantes. En cuanto á Manila, bien puede decirse que su población es de 126.580 habitantes, por cuanto los pue- blos de Dilao, La Hermita, Malate y Pandácan se hallan situa- dos á igual ó menor distancia del casco de la población ó de la Ciudad murada, como se llama la antigua Manila, que varios de los arrabales que hoy constituyen el municipio de este nom- bre, forman parte y pertenecen de hecho á la capital del Ar- chipiélago; pero aun fijándonos sólo en el número de habitan- tes registrados en los grupos de población adsCritos adminis- trativamente á Manila, resulta que en la Península únicamente cinco ciudades aventajan en este punto á la capital de Filipi- nas, y en las demás provincias ultramarinas sólo la Habana, merced á sus 198.721 habitantes. )y Google COMEHGIO Todo ioteresa tratándose de Filipinas,- pero entre las noti- cias estadísticas, harto limitadas todavía, que puedan publi- carse hoy acerca de este país, pocas de tanta importancia, des- pués de las relativas á la población, como las expresivas de &i\ comercio con España y naciones extranjeras, por cuanto ponen de manifiesto, á la v;ez que sus relaciones con los diferentes países del globo, las principales producciones del Archipiélago y el desarrollo de su riqueza pública en general. Permítasenos, pues, que, con ocasión de haberse publicado recientemente la estadística del comercio exterior de las Islas Filipinas en el año 1881, analicemos tan interesante documen- to, á fin de conocer la importancia de las transacciones mer- cantiles realizadas por el Archipiélago con los demás países del globo en el referido año y en los dos anteriores — por no bastar los datos de un año aislado para fijar hecho de tanta monta — y permítasenos, además, que nuestro examen sea tan detallado como consientan las cifras publicadas, por cuanto nada hasta el presente hemos visto escrito sobre tan importantísima ma- teria. y Google El valor total del comercio de importación y exportación sostenido por Filipinas durante e! trienio 1879-81 con España y países extranjeros, fué el siguiente: Importación. Exportación. AÑOS. ^~^ p~^ 1879 18.031.547 18.813.452 1880 25.486.461 21.450.285 1881 20.777.210 24.579.006 Promedio 21.431.739 22.247.914 Las cifras obtenidas por estos mismos conceptos durante el trienio 1861-63, fueron las consignadas ácontinnación: Importación. Exportación. 1861 10.148.160 8.065.530 1862 7.955.403 9.810.346 1863 7.465.063 10.058.818 Promedio 8.522.875 9.310.898 De suerte que ha crecido de un modo verdaderamente ex- traordinario el comercio exterior de Filipinas en el corto nú- mero de años trascurridos desde el uno al otro trienio, si bien el mayor desarrollo corresponde á la importación, que ha au- mentado en nn 251 por 100, mientras que el exceso que pre- senta la exportación representa el 238 por 100, como puede verse comparando los promedios correspondientes á ambos pe- ríodos. El resultado difícilmente podía ser más lisonjero por et y Google „«1 _ grande aumento que supone en la producción y recursos del país. La reforma arancelaria de las aduanas Filipinas, llevada acabo en 1870 por el Sr. Moret'y Preadergast, íia tenido el gran éxito que se prometía su ilustrado autor, y con él cuan- tos tienen fe en el principio de la libertad comercial. Era tam- bién lo que esperaban los que conoceu la historia mercantil del Archipiélago filipino y saben los resultados de las experiencias hechas en aquel país en materia tan importante, pues tenían muy presente el aumento obtenido en la riqueza de las Islas cada vez que se ha hecho algo en el sentido de favorecer las relaciones mercantiles de Filipinas con los países extranjeros. Eu efecto, si á fines del siglo pasado comenzó á tomar in- cremento el comercio de aquellas Islas, se debe al permiso con- cedido á las naves extranjeras para entrar en el puerto de Ma- nila con productos asiáticos, según terminantemente lo declaro el Gobierno español ya en los presupuestos formados para el año 1839; si este mismo Gobierno pudo felicitarse en aquel do- cumento notabilísimo del aumento que habían obtenido las contribuciones y rentas del Archipiélago, fué, según propia declaración, por el poderosísimo estímulo que había recibido la producción á causa de haberse declarado libre la exportación del arroz; si las islas Visayas han prosperadcf tanto en estos úl- timos tiempos, se debe á la más fácil salida que alcanzan sus productos desde que se habilitaron para el comercio exterior los puertos de Iloilo y de Cebú; si la actividad, inteligencia y capitales de los extranjeros han prestado tan poderoso impulso á la producción fihpina, consiste en las mayores facilidades que de día en día, y consultando siempre el interés del país, se han dado á los buques de las demás naciones desde que en 1785 les fué abierto el puerto de Manila. Si tan pequeñas, si tan incompletas concesiones habían producido tan grandes beneficios, de esperar era que se reali- zaran las lisonjeras esperanzas concebjdas por los filipinos al publicarse una reforma arancelaria tan acabada y de tan gran alcance como la decretada en 1870; y si los resultados obteni- dos han excedido en mucho hasta las más optimistas previsio- ,y Google nes, forzoso será pensarlo mucho antes de poner la mano en ella, si de veras sé desea el bienestar y prosperidad de Filipi- nas. Aranceles que logran elfevar en 1873 á 13.217.836 el valor del comercio de importación que diez años antes, en 1863, no había sido más que de la mitad (7.465,063 pesos), y que hacen subir estas cifras en 1880 á 25 millones y medio de pesos (25.486.461); aranceles bajo cuya influencia se eleva la expor- tación, de 10 millones de pesos (10.058.818) en 1863, á 23 mi- llones y medio en 1880 y á 24 millones y medio en 1881, no pueden impugnarse. Podrán necesitar reforma en algunos de sus detalles, pero tendrá que respetarse siempre el espíritu emi- nentemente liberal que los informa; y los que niegan las ver- dades de la ciencia económica, tendrán al menos que inclinar su cabeza ante el irrecusable testimonio de los hechos, ante la autoridad de la experiencia. Clasificados los valores do ía importación y exportacióil, se- gún la bandera conductora, durante el último trienio á que al- canzan los datos oficiales publicados, esto es, durante el perío- do 1879-81, se obtienen los resultados simientes: 1879 1880 1881 Promedio. . lilPORTAD Q EN BANDERA Nacional. Extranjera. 11. 149.(577 15.794.097 12.875.469 13.273.081 6.881.870 9.699.222 7.901.742 7.827.611 EXPORTADO EN BANDERA, Nacional. Extranjera. Pesos. Pe JOS, 5.624.239 13.289.213 5.900.085 17.550.200 4.875.225 19.703.781 5.433.183 16.847.733 , Google En 1873, es decir, bajo el amparo del derecho diferencial de bandera, restablecido en 1." de Julio de 1871, y cuando ma- yor era la bonificación de que disfrutaban los buques españo- les, el valor de lo importado en bandera nacional fué de pesos 12.365.135, y el privilegio otorgado á nuestro pabellón no im- pidió que en el año siguiente bajase esta cifra á 12.055.641 y á 11.088.110 en 1875. En cambio, 1^ importación en bandera extranjera, á pesar de la protección concedida á la española, ascendió de 852.701 en 1873, á 1.648.613 en 1874 y á 1.127.043 en el siguiente. Pero desaparece el derecho diferencial de bandera, los buques nacionales quedan abandonados á sus propias fuerzas en la lu- cha con los extranjeros, y demuestran prácticamente que para nada necesitan de aquel privilegio, puesto que en vez de dis- minuir el valor délo importado en bandera nacional, cual su- cedía, no diremos bajo la influencia del derecho diferencial, pero si bajo el régimen de aquella legislación protectora, subió desde 11 millones de pesos á muy cerca de 13 en 1881, y hasta más de 15 millones y medio en 1880. Como quiera que el inte- rés de los navieros no está precisamente en el valor de las mercancías trasportadas, sino en el peso y volumen, volvere- mos á ocupamos, cuando del movimiento de buques hablemos, de esta cuestión del derecho diferencial de bandera; porque si bien es cierto que ha perdido el interés de actualidad, á conse- cuencia de estar hoy abolido nuevamente, conviene consignar todos los resultados que ha producido eu su ultima época, por si algún día se intentara restablecerle otra vez, cosa nada ex- traña en un país como el nuestro, en que tan fácilmente se so- brepone á la justicia el privilegio, ala ciencia la preocupación y al interés de los más el interés de los menos. Entre tanto, si- gamos examinando los datos contenidos en las balanzas fili- pinas. y Google Las principales mercancías exportadas de aquellas islas en 1881 , fueron las siguientes; mercancías. Valor en pe.os. 8.889.372 CaK 959.347 137 031 Sombreros 134.791 76.824 58 231 Almácig'a 56.487 Pepita de Lumbaog Oro eo polvo 22.541 14.190 14.154 12.365 Brillantes 8.800 Carey 6.765 , Google Segiin puede observarse en él precedente cuadro, es el azú- car el articulo que con mayores valores aparece entre los ex- portados y con g^ran superioridad respecto á los demás. En 1862 y 1863 únicamente se exportó de este artículo por valor de poco más de 3 millones de pesos (3.367.305 y 3.161.484 respectivamente); en 1873 estas cifras se elevaron á 13.700.346 pesos; pero no iia seg-uido el aumento; se han registrado, por el contrario, muy considerables bajas, si bien las cifras recogi- das en los últimos años á que se refieren las estadísticas publi- cadas son en extremo satisfactorias, como puede versea conti- nuación: Esportsción en peaoa 1873 1874 13.700.346 6.075.566 1880 1881 11.408.966 12.403.993 Las mayores cantidades exportadas de Filipinas se dirigen á Inglaterra y Estados Unidos; pues de los 2.088.059 quintales métricos que se embarcaron en 1881, se enviaron 1.002.545 á la primera de aquellas naciones, y 790.612 á la República an- glo-americaua. Las cantidades exportadas á los demás países fueron las siguientes: 179.086 quintales métricos á las posesio- nes inglesas de Asia, 94.553 á España, 10.120 á Australia, 7.229 á las posesiones holandesas de Asia, 3.900 al Japón y 14 á China. Sigue el abacá en rama, en orden de importancia, entre los artículos exportados del Archipiélago, y tambiéu presenta no- table aumento desde los años 1862 y 63. Por valor de 730.833 pesos y 1.873.715 respectivamente, envió Filipinas abacá en rama al exterior: posteriormente se elevaron estas cifras á las consignadas á continuación: y Google AÑOS. PeMB. 18Í3 5.283.237 1874 4.892.3ia 1875 3.777.699 1879 3.773.862 1880 5.356.810 1881 8.889.372 Los Estados Uaidos exportaron 289.850 quintales métricos en 1881; Inglaterra, 191.987; las posesiones inglesas de Asia, 102.127. Australia, Japón y España sólo extrajeron pequeñas cantidades. La exportación total fué de 593.885 quintales mé- tricos. No sucede lo mismo con el café, que es, entre las mercan- cías exportadas en 1881, la que figura en tercer lugar, pues ocupa España el primero entre los países exportadores, merced á los 23.608 quintales métricos que extrajo del Archipiélago. Para las posesiones inglesas salieron 20.704 quintales métricos, y para Inglaterra 11.332. La exportación total fué de 55.658 quintales métricos, su valor 959.347 pesos, y el aumento que después de la reforma arancelaria ha recibido, pónenlo de ma- nifiesto las siguientes cifras: 1862 1863 1873 1 079 201 1879 1 117 291 1880 :,. 1 Sfiít QfiT 1881 959.347 La plata acuñada que por valor de 214.070 pesos salió de Filipinas, fué por completo á China. En 1880 se exportó por valor de 20.719 pesos, y 26.760 en 1879. No ha alcanzado el añil la misma suerte que el azúcar y el abacá, pues mientras estas mercancías han recibido en la ex- ,y Google portación el considerable aumento que hemos visto, aquél per- manece estacionario. De 138.755 pesos fué el valor del añil ex- portado en 1863, y de 138.959 lo extraído en 1881. Debemos, sin embargo, advertir, que esta última cifra es relativamente satisfactoria, pues la exportación de añil había descendido de ün modo verdaderamente lamentable. En 1875 bajó á 85.294 pesos, en 1874 á 44.708 y á 7.792 en 1873; pero en el trienio 1879-81 aparece repuesto de tan considerable desestimación, puesto que aquellas cifras se elevaron á 192.192 en 1879, á 137.147 en 1880 y á 138.959 en 1881. Hay, pues, motivo para esperar resultados mucho más satisfactorios en lo sucesivo, al observar el grandísimo aumento que arroja la comparación en- tre las cifras correspondientes á los trienios 1873-75 y 1879-81. De los 1.596 quintales métricos de añil exportados en 1881, la casi totalidad (1.300) se remitió á los Estados Unidos, 249 á las posesiones inglesas de Asia y únicamente 47 á España. A sólo 138.350 pesos asciende la exportación de tabaco ela- borado en 1881 ; pero, nos inclinamos á creer equivocada la ci- fra, teniendo en cuenta lo exportado en años anteriores, que fué el consignado á continuación: AÑOS: Valor en pesos. 1873 ■ 882.677 1874 1.260.134 1875 963.688 1879 1.202.298 1880 2.107.826 Tenemos además á la vista un número del periódico de Ma- nila, m Comercio, en que se da á conocer, entre otros datos, el importe de las almonedas de tabaco elaborado celebradas en 1882 con destino á la exportación, y ¡as ventas realizadas ascienden á 1.614.111 pesos; de suerte que no se explica cómo aparece con cifra tan reducida lo exportado en 1881. La exportación de abacá elaborado ó en jarcia ha descen- dido considerablemente, pues en 1862 salió de Filipinas por y Google valor de 310.807 pesos, en el año siguiente por el de 287.250, y en 1881 sólo se exportó por valor de 137.031, Es, sin embargo, preciso advertir que esta cifra representa un progreso con re- lación á loa años anteriores, pues en 1880 j 79 sólo salió de los puertos filipinos abacá, en jarcia por valor de 124.277 pesos, y 109.153 respectivamente. De los 5.705 quintales métricos exportados en 1881, la casi totalidad (5.334) fuerou á las pose- siones inglesas de Asia. Gran incremento ha adquirido en Filipinas la exportación de sombreros. Al ocuparnos tiempo atrás de este mismo asun- to, no pudimos incluir este articulo entre las principales mer- cancías exportadas en 1873; en 1874 se extrajeron ya por valor de 55.715 pesos; esta cifra ascendió á 64.423 al año siguiente; en 1879 á 86.485, á 115.987 en 1880 y á 134.791 en 1881. De los 358.119 sombreros exportados en este último año, 328.477 se llevaron á las posesiones inglesas de Asia, 27.475 á los Es- tados Unidos y 2.167 á Inglaterra. Otro tanto ha sucedido con las pieles curtidas. Esta mer- cancía, que no tenia ninguna importación en el trienio 1873-75, se halla representada por 65.368 pesos en el comercio de ex- portación de 1879, por 75.109 en el siguiente y por 76.824 en el de 1881. La mayor parte de este artículo se envía á las po- sesiones inglesas de Asia (5.798 quintales métricos en el año 1881). A España se exportaron en este mismo año 400 quintales métricos y á China 242. Ya se habrá observado que el oro acuñado figura entre las principales mercancías exportadas en Filipinas en 1881. Pre- senta, sin embargo, cifras muy superiores en 1879 y 1880, pues alcanzó las de 1.037.184 pesosy 3.213-622 respectivamen- te. Las posesiones inglesas y China son las exportadoras do este artículo. Tiene también importancia en Filipinas la exportación de concha-nácar, como lo demuestran, no sólo los datos corres- pondientes al año 1881, sino también los registrados en años anteriores. En efecto, en 1873 el valor de la exportación de esta mercancía fué de 87.758 pesos, de 73.898 en 1874, y Google de 92.480 eü 1875, de 89.534 en 1879, de 75.054 en 1880 y de 60.749 en 1881. La mayor parte se lleva á las poaesiones inglesas de Asia (812 quintales métricos en 1881); pero tam- bién exportan los Estados Unidos é Inglaterra (217 y 146 quin- tales métricos respectivamente). No se ha de juzgar por ios datos correspondientes al . año 1881 la exportación de maderas tintóreas. Aunque no deja de tener iraportancia la cifra de este año (58.931 pesos), es muy inferior á las registradas anteriormente, pues en 1873 fué de 164.518 pesos, de 255.907 en 1874, de 341.094 en 1875, de 167.620 en 1879 y de 176.250 en 1880. La mayor parte se embarca para las posesiones inglesas de Asia (35.856 CLuintales métricos en 1881); pero también se lleva á Inglaterra y Esta- dos Unidos (6.626 y 1.645 quintales métricos respectivamente en el citado año 1881). Grande incremento ha alcanzado la exportación de almá- ciga en estos últimos años. En 1879 no se embarcó más que por valor de 7.240 pesos, esto es, algo menos que en 1873 y 74, en cuyos años se exportó por valor de 8.806 y 8.820 pesos respec- tivamente; y aunque en 1875 estas cifras se elevaron á 22.528 pesos, todavía aparecen muy superiores las últimas registra- das, pues en 1880 ascendió la exportación de almáciga á 34.652 pesos, y en 1881 á 35.287 pesos, valor de 5.486 quintales mé- tricos remitidos á los Estados Unidos (3.672), á las posesiones inglesas de Asia (1,315) y á Inglaterra (499). No ha tenido en 1881 la exportación de balate (pescado seco) la importancia que en años anteriores, pues sólo se em- barcó por valor de 32.477 pesos, y año hubo (en 1874) que lo exportado llegó á 297.365 pesos, Pero este año fué verda- deramente excepcional; asi es que la cifra correspondiente á 1873 fué de 92.389 pesos, de 69.227 la de 1873, de 77.958 en 1879 y de 60.941 en 1880. El balate se envía casi exclusi- vamente á las posesiones inglesas de Asia; pero se consume todo en China, á donde se envían también directamente algu- nas cantidades. La exportación de bejucos, que en 1873 no fué más que y Google de 4.966 pesos, se elevó al año siguiente ya á 21 .036, y en 1875 á 39.290. Desde entonces más bien ha disminuido, aunque dé- bilmente, puesto que la exportación de 1879 fué de 34.460 pe- sos, de 33.481 al año siguiente y dé 33.486 en 1881. De los 8.765 quintales métricos de bejucos embarcados en este úl- timo año, 6.499 se remitieron á las posesiones inglesas de Asia y 2.267 á Inglaterra. La pepita de Lumbang, que en el trienio 1873-75 no figu- raba entre los principales productos exportados, y que en 1880 sólo aparece con nn valor de 4.081 pesos, en 1881 se elevó á la cifra de 22,541, y en 1879 llegó á 65. 153 pesos. Este artículo se embarca para China casi exclusivamente, pues á excepción de 15 quintales métricos que se remitieron en 1881 á las pose- siones inglesas de Asia, el resto, hasta 3.384 quintales métri- cos, todo fué á aquel Imperio. El oro en polvo, que en años anteriores no podia figurar en- tre los principales artículos exportados, debe ocupar ya un lu- gar entre éstos, pues aparece en 1879 con un valor de 19.080 pesos,'en 1880 con el de 5.560 y en 1881 con el de 14.190. Y otro tanto decimos del oro en pasta, de cuyo artículo se expor- tó en 1881 por valor de 12.365, en 1880 con el de 53.850 y en 1879 con el de 39.361 . Tanto el oro en pasta como en polvo, se exporta á China y posesiones inglesas de Asia. Tampoco la exportación de cocos tenía antes importancia alguna, y, sin embargo, los embarcados en 1879, 80 y 81 han alcanzado respectivamente las cifras de 15.336, 14.763 y 14.154 pesos. Escaso es el valor de los brillantes que aparecen exporta- dos en 1881, y, sin embargo, es la cifra mayor que resulta en el trienio que venimos examinando, pues en 1880 no figura más que en valor de 4.150 pesos, y en 1879 no aparecen con cantidad alguna. Si hubiéramos de juzgar la importancia de la exportación de añil tintarrón por los datos correspondientes alano 1881, pobre idea formaríamos dé ella, pues en este espacio de tiempo, el valor de lo embarcado no ascendió más que á 8.256 pesos; y Google pero este año ha sido excepcional, como lo fué también en sen- tido contrario el de 1873, en que se exportó por valor de pesos 125.897. En 1879 el valor del añil tintarrón exportado fué de 15.566 pesos, y de 41.919 en 1880. En 1874 fué de 26.439, y ^e 24.550 en el siguiente. Las siguientes cifras dan á conocer el valor en pesos del arroz exportado: 397 en 1873, 3.667 en 1874, 34.587' en 1875, 155 en 1879, 13.908 en 1880 y 7.792 en 1881. De los 2.040 quintales métricos exportados en este último año, 953 se em- barcaron para las posesiones holandesas de Asia, 822 para China, 113 para las posesiones inglesas de Asia, 84 para los Estados Unidos, 57 para España j 11 para Inglaterra. Por fin, la exportación del carey ó concha tiene más impor- tancia de la que reveíanlas cifras correspondientes al año 1881, puea lo embarcado de este artículo en dicho periodo de tiempo no se estimó más que en 6.765 pesos, y en 1879 y 80 se expor- tó respectivamente por valor de 30.156 y 26.467 pesos. Com- paradas estas cifras con las registradas en años anteriores, presentan aumento, aunque no considerable, pues la exporta- ción de carey en 1873 fué de 16.816 pesos, de 23.192 en el si- guiente y de 19.094 en 1875. El carey se exporta casi exclusi- vamente á las posesiones que posee Ing-laterra en Asia. y Google Las mercancías que durante el periodo de 1879-81 alcan- zaron mayores valores en el comercio de importación de Fili- pinas, fueron las siguientes; artículos. Aceite mineral 36.979 Aguardiente y licores 237.099 Arroz ' 2.798.299 Carbón mineral 221 .581 Cera 72.619 Cerveza y siíJra 55 . 247 Conaervaa alimenticias 314.736 Embarcaciones 5.068 Fósforos 145 .872 Harina de trigo 428.088 Hierro forjado 172.375 ídem galvanizado s Hilo de algodón 423.564 ídem de seda 230.532 Hortalizas 153 . 329 Hoja de lata 129.946 ' Loza 108.686 Máquinas para el beneficio de la caña dulce 316.585 Moebles 201.175 Oro labrado 30.614 Papel para imprimir y escribir. 184.894 Paraguas y sombrillas 141 .417 Piezas paramáquinas 36.316 178.598 99.332 303.738 528.318 527.424 313.483 82.233 326.299 133.601 159.243 106.377 129.850 290.789 328.242 135.776 198.652 216.602 115.868 498.857 315.451 410.154 409.487 305.881 64.139 785.034 460.720 432.542 201.849 238.830 274.897 10.113 20.917 179.292 210.920 251.560 64.50» 262.725 356.309 39.954 312.000 140.617 191.050 2.58.778 321.683 , Google Afiojaifl. k^oma. jiNo isbi. ARTÍCULOS. iw, P^o,. pÍL. Plata en pasta 154.000 ' » > Productos químicos y farmacéu- ticos 353.750 448.808 251.283 Sombreros y gorras 263.326 726.891 360 955 Tejidos de algodón 4.342.757 7.698.394 6.057.266 ídem de abacá, cáñamo d lino.. 178.917 459.340 352 741 ídem de lana 165.861 279.662 253'485 Idemdeseda 209.107 420.049 307.286' Vidrio y cristal (objetos de).. . . 139.154 173.754 414 738 Vinos 273.211 316,909 312.409 (') (1) El IraLsjo que nos lia causado la formación de este suadro, nos muere á rogar A la Intendencia general de Hacienda de Filipinas que modifique y siga luego invaria- blemente el plan con arreglo al que publica la estadística mercantil de aquellas Islas. Para obtener los datos relativos á los años 187fl y 1880, hemos tenido necesidad de su- mar á cada una de las partidas contenidas en el llamado Resumen generaí, que, por de- nominarse así, debía contener todas las importaciones sin distinción de procedencia, las correspondientes á España, que figuran separadas sólo por estar libres de derechos, dando lugar de este modo á que quien sCio consulte el citado resumen general crea por ejemplo, que el valor de los vinos importados en Filipinas no llega & 50.000 pesos siendo así que éstos son unidamente los procedentes del extranjero, y hay que agregar i, ellos los españoles. En la estadística de 1881 se ha corregido este grao defecto y se han introducido variaciones muy convenientes; pero todavía son más complicadas laa opera- ciones que hemos neceíiíBdo hacer para averiguar el total de cada uno de los artículos importados, por no presentarse resumidos, sino clasificados en tres grupos, i, saber: im- porta/iiones de Europa y Asia, importaciones de América é importaciones de Asia y Oceanta, y porque en el cuadro especial que se ha formado con el objeto de dar á cono- cer las principales mercancías importadas se ha procedido con tal descuido, que no figu- ran en él muchos artículos, tales como el arcoi, el carbón mineral, el hila de algodón, el de seda, la loza, las máquinas, etc., que han alcanjado los considerables valores que pueden ver nuestros lectores en el cuadro S que se refiere la presente ñola, y en cambio aparecen otros productos de importación tan escasa como los quesos, que sólo alcanzaron en 1881 un valor de 16,7^4 pesos. De suerte que incurriría en grandes equivocaciones e! que para conocer las principales mercancías que el eitranjero enviai Filipinas, acudiera al estado que con este objeto figura en la publicación oficial, como se equivocaría tam- bién grandemente el que consultara el cuadro destinado en la misma estadística de 1881 á dar & conocer las principales mercancías esportadas, pues no figuran en él mia que loa artículos sujetos & derechos, y como éstos no son m*s que siete, resulta que hay multi- tud de productos (las pieles, los sombreros, la concha nácar, los liejucos, etc.) con cifras muy superiores 4 las alcanzadas por la mayor parte de los que aparecen entre los prinoi- «Google • ' El precedente cuadro manifiesta que, entre loa artículos que importan las Islas Filipinas, ocupan el primer lugar, y con mar- cadísima ventaja sobre todos los demás, los tejidos de algodón. El arroz también ha alcanzado algún año cifras muy elevadas; pero presenta grandes oscilaciones, según los resultados de la cosecha del país. Después de estos dos artículos, corresponden los lugares más favorables al hilo de algodón, al aguardiente y licores, á la harina de trigo, al hierro forjado, al hilo de seda, á los pro- ductos químicos y farmacéuticos, á los sombreros y gorras, y á los tejidos de lana, de seda y de abacá. Aunque no figuran en el cuadro que antecede, por no haber llegado su valor á 100.000 pesos en ninguno de los tres anos del período 1879-81 , tienen también indudable importancia pales artículos exporlados. Es, pues, indispensable leformar c=ta parle de la estadística mercantil, suprimiendo la evpreaada clasificación de las mercancías importadas, según que procedan de Europa, de América, etc.; presentando un resumen general de todas ellas, incluyendo en el cuadro de principales artículos imp^irtados y eiportados los qua verdaderamente merezcan esta califlcacíón, do por los derechos que devenguen, sino por los valores que alcancen, é introduciendo otros detalles que se echan de menos en la pu- blicación oficial. Aa(, por ejemplo, al especificar la importación y exporlaciún de cada país, dalo interesantísimo que constituye una de las mejoras realizadas en la estadística de 1881, convendría que se atendiera másá la situación geográfica que á la conaiderai- ci6n política, y que, á semejanza de lo que se ha hecho con la Australia, se dedicaran cuadros especiales á Hong-Kong y i Singapoore, en vez de presentar ambas colonias confundidas bajo el epígrafe de Poaeeioiies ingleses de Asia ij Ocesnia. Tienen demasiada importancia las relaciones mercantiles que sostiene Filipinas con ai¡uellos dos puertos, para presentarlos englobados con otros países, siquiera pertenezcan también ú Ingla- terra, circunstancia que para el caso nada importa; é interesa, por fin, muchísimo agre- gar varios cuadros destinados íi dar á conocer, por lo menos en cada uno de los años del anterior quinquenio, las principales cifras generales, esto es, los valores de la importa- ción, y de la eiportacii^n en conjunto y por países, la recaudación obtenida por todoR conceptos, el movimiento de cada aduana y las principales mercancías importadas y exportadas. Loa datos correspondientes á un ano aislado nada prueban ni Dada signifi- can; y al paso que fi la Administración es muy facÜ presentar reunidos los datos corres- pondientes á una serie de años más ó menos larga, pueden los particulares encontrar grandes dilicuttadea para procurárselos, por no tener á su disposición laa respectivas es- u oñciales. vGoogle en el comercio de importación, de Filipinas, y se aproximan mucho á aquella cantidad, las pastas para sopa, la perfumería, el aceite mineral, las velas de esperma, los abanicos, los naipes, el aceite de oliYas y los objetoe de punto de algodén. Las mayores cifras que alcanzaron durante el trienio 1873-75 las mercancías comprendías en el cuadi'o anterior, fueron las siguientes: Aceite mineral, 61.659 pesos; aguardientes y lico- res, 162.795; cera, 10D.573; cerveza y sidra, 78.557; conservas alimenticias, 279.849; embarcaciones, 168.333; fósforos, 98.835; harina de trigo, 409.860; hierro forjado y fundido, 313.354; hilo de algodón, 577.984; hilo de seda, 370.516; hortalizas, 150.688; loza, 119.981; muebles, 276.025; papel, 168.341; pa- raguas y sombrillas, 212.275; productos químicos y farmacéu- ticos, 470.842; sombreros y gorras, 281.642; tejidos de algo- dón, 5.360.274; de cáñamo, lino ó abacá, 858.681; de lana, 468.385; de seda, 257.615; objetos de vidrio y cristal, 17S.827, y vinos 242.218. Comparadas eátas cifras con las correspon- dientes al trienio 1879-81, resulta que, á excepción de los teji- dos de abacá, cáñamo y lino, que presentan considerable baja, y de los productos químicos y farmacéuticos, papel, embarca- ciones, harina de trigo, hilo de seda é hilo de algodón, que aparecen con cifras muy semejantes, todos los demás artículos han obtenido gran aumento, y muy especialmente el carbón mineral, las máquinas y piezas para las mismas, los aguar- dientes y licores, el vino, el arroz, los sombreros y gorras, loe fósforos y los tejidos de algodón. y Google Comprendidas quedan en las cifras expresivas del comercio de importación y exportación de Filipinas las correspondientes á España, j referencias especiales hemos hecho á las relaciones mercantiles entre la Península j el Archipiélago, sobre todo al ocnparnos de la exportación; pero el especialisimo interés que tiene el asunto para cuantos aspiran á una gran solidaridad de intereses entre ambos paises, nos obliga á consignar á conti- nuación los valores de las principales mercancías que figuran en el comercio entre España j Filipinas. artículos. Aceite de olivas Aguardiente Calzado Conservas alimenticias Garbanzos Fideos. Dulces Frutas . .'. Hortalizas Libros impresos Mapas Naipes Papel para esirribir ídem para cigarrillos ídem para imprimir Productos químicos y farma- céuticos Tejidos de algodán., ídem de punto de algodÚD Tipos para litografiar Vinos generosos y espumosos. . Vino tinto Importación, ASO 1379. AÑO 1Í80. ASO isa!. Pwos. PííO!. Pfsae. 15.578 21.853 55.106 30.237 44.892 128.862 6.631 8.948 10.398 61.008 45.205 82.624 78.823 41.765 41.353 7.814 13.984 4.319 13.117 9.008 10.760 13.868 14.562 4.856 17.184 10.036 8.413 17.867 2.919 5.700 12.337 2.342 » 30.970 40.550 54.940 64.566 67.570 35.970 13.659 7.994 4.819 9.320 735 3.489 6.106 9.054 99.120 7.410 12.495 13.206 30.254 74.140 90.426 27.810 37.974 52.005 87.220 192.640 229.905 197.125 ,Goog[e Del precedente cuadro ee desprende que, entre las mercan- cías que España envía á Filipinas, ocupan el primer lugar los ■vinos. Sumados los tintos á los generosos y espumosos, resulta que la importación de vinos españoles es en Filipinas, por tér- mino medio anual, de 265:623 pesos. Durante el trienio 1873-75 los vinos españoles desembarcados en Filipinas importaron, por término medio anual, 168.232 pesos; de suerte que ha recibido este tráfico, durante el corto número de siete años, el aumento de un 58 por 100. Después de los vinos se presentan los aguar- dientes, cuya importación media, durante. el trienio 1879-81, ha sido de 67.997 pesos. Durante el periodo 1873-75 fué sólo de 32.451 pesos; de suerte que ha más que duplicado. Los ob- jetos de punto de algodón, que figuran en el trienio 1873-75 con insignificantes valores, ocupan ya el tercer lugar entre las mercancías que reciben de España las Islas Filipinas, y con un valor medio de 64.940 pesos anuales. No sucede lo mismo con los demás tejidos de algodón, que aparecen en baja; pues hubo año, el 1874, en que alcanzaron la cifra de 24.179 pesos. El cuarto lugar entre los productos españoles importados corres- ponde á las conservas alimenticias, cuyo comercio va en au- mento, puesto que el promedio anual de lo recibido en 1873-75 fué de 30.404 pesos, y en 1879-81 ha sido de 62.946. Tam- bién ha obtenido considerable aumento la importación de papel para escribir, que ha subido desde 18.775 pesos, por término medio, á 56.035. Aunque pequeña todavía la de papel de ciga- rrillos y para imprimir, es de advertir que en el trienio 1873-75 no figuraban con cantidad alguna. En este último trienio, el va- lor medio del aceite de olivas recibido de la Península fué sólo de 14.385 pesos; ahora es mucho más del doble,^ de 34:179. Aunque no tanto, ha aumentado también la importación de garbanzos, pues ha subido desde 34.111 pesos á 53.980, y otro tanto sucede coa los naipes; en 1873-75 se importaron por va- lor de 24.191 pesos, y en el trienio 1879-81 figuran con 42.153. En cambio ha disminuido la importación de libros impresos. Esta fué de 21.132 pesos en el trienio 1873-75, y según los úl- timos datos pubhcados, ha sido sólo de 8.829. Pequeños son los y Google valores coü que en la importación peninsular figuran los demás artículos comprendidos en el precedente cuadro (el calzado, los fideos, los dulces, las frutas, las hortalizas y ¡os mapas); pero es de advertir que estas mercancías, ó no figuraban en las es- tadísticas mercantiles del trienio 1873-75, ó alcanzaban cifras muy insignificantes; de modo que representan nuevas especu- laciones emprendidas por el comercio peninsular, cuyo éxito revelacáü los datos recogidos en años sucesivos. Entre ellos sólo merecen especial mención los productos químicos y far- macéuticos, á causa de la cifra de 99,120 pesos coa que figuran en el año 1881. Si en adelante alcanzara valores análogos, y nada debiera sorprendernos, por ser este artículo uno de los que con mayores cifras aparece entre los que recibe Filipinas del extranjero, constituiría una de las principales especulacio- nes realizadas en el Archipiélago por el comercio peninsular; pero mientras no se publiquen los datos posteriores á 1881, debe considerarse lo importado en este año como un hecho ex- cepcional, por lo muchísimo que se aparta de las cifras regis- tradas en 1879 y 1880. Los principales artículos filipinos exportados á España du-' rante el trienio 1879-81, fueron los siguientes: ADO 1879. ARTÍCULOS. Pfisoj. fesos. Pesoí. Azúcar 234.668- 501.834 561.643 Café 377.552 490.005 491.760 Abacá en rama 101.516 33.810 8.456 ídem obrado 976 119 2.156 Aflil 133 11.969 4.099 Aceite de coco 94.745 31.145 1.430 Pieles curtidas 560 14.123 6.731 Libros impresos ; 23.256 17.035 4.686 Según puede observarse, los artículos de verdadera impor- tancia en el comercio de exportación que mantiene Filipinas con España, son el azúcar y el café, cuyos valores han aumen- tado extraordinariamente. Asi, en efecto, resulta de los si- y Google guieutes datos, que dan á conocer los valores exportados de ambos productos durante el trienio de 1873-75, azúcab. café. aSos. - - Pesos. Pesos. 1873 267.024 65.876 1874 70.928 72.132 1875 72.389 57.925 Comparado el promedio de las precedentes cifras con el de las registradas durante el trienio de 1879-81, resulta á favor de este último un aumento del 216 por 100 respecto al azúcar, y del 594 por 100 en cuanto al café. Es un resultado por demás lisonjero, que permite augurar aún mayor tráfico, sobre todo si el comercio se aprovecha, como debe presumirse, de las con- siderables rebajas de derechos concedidas en las aduanas pe- ninsulares á los productos filipinos por la ley de 30 de Junio de 1882. y Google Los cuadros que siguen, dan á conocer la clasificación, se- gún su procedencia y destino, de los valores importados y ex- portados durante los años 1879, 80 y 81; PROCEDENCIA. Posesiones inglesas de Asia. Inglaterra Espaüa China Estados Unidos Posesiones holandesas de As i a Jola Japón Posesiones francesas Antillas españolas Australia 33. 318 Siam 3.070 Importación. ARO me. AÑO 1880. ARO 1881. Pajni. r„„. P~ 11.589.081 16.349.399 11.183.379 3.197.547 6.377.877 5.952.666 789.722 833.171 1.534.451 1.118.692 768.005 623.714 220.518 491.258 266.591 333.563 284.968 545.806 39.813 89.464 63.337 2.808 33.509 5.680 57.784 50.682 890 643.882 182.360 574 1.749 738 124 , Google ARO mg.' ARd tuo. JIRO t8S1. DESTINO. PejM. Puot. JVMÍ. ' Inglaterra 6.212.105 6.070.800 9.343.208 4.904.137 7.075.648 10.417.491 6.099.301 Posesiones inglesaa de A.sia. . 4.656.055 España 1.034.656 1.114.030 1.093.629 Australia 211.140 185.625 139.831 Japón China 36.910 4.505 86.879 102.204 39.563 68.348 Posesiones holandesas 65.451 48.384 68.069 ídem francesas. .■ 3.406 409.984 246 ídem españolas » 99 > 140.108 37.725 60.503 ^ Jolí » De suerte que en la importación predominan li inglesas (Singapoore y Hong-Kong especialmente) y el Reino Unido; figura á continuación España, aunque con cifras muy inferiores todavía á las correspondientes á la nación inglesa, á pesar del constante aumento que reciben de año en año; China ocupa el cuarto lugar, pero hay que tener en cuenta que gran parte de las mercancías que aparecen importadas por las pose- siones inglesas proceden, en realidad, de este país, aunque poí conducto de Hong-Kong; de modo que el comercio del Archi- piélago con el Celeste Imperio es mucho mayor del que las precedentes cifras revelan, como debía suponerse tratándose de un país vecino y con quien de antiguo mantiene Filipinas relaciones mercantiles. Aparece después la República anglo- americana; pero, á juzgar por eí constante aumento que viene presentando la exportación de este país, muy pronto ocupará en Filipinas uno de los primeros lugares entre los países im- portadores, pues en los años 1873, 74 y 75, lo enviado por los Estados Unidos al Archipiélago no alcanzó' más valor qUe el de 31.502, 71.926y 141.217 pesos respéctivaoiente; en 1881 ha llegado á 866.591 pesos, y según los datos publicados por la Administración central de las Aduanas filipinas, en 1882 se ha convertido esta cifra en 1.575.266 pesos. También Alemania yGoogk se encuentra en este caso. Durante el trienio 1873-75 no im- portó más que 206.571 pesos, por término medio, en el perío- do 1879-81 el promedio de lo importado ha ascendido á 388,112 (casi el doble), y en 1882 á 688.598. El valor de los artículos importados por las demás naciones no tiene importancia algu- na, á excepción de algún año aislado; pero debemos advertir que, mientras las procedencias de las posesiones holandesas aparecen en baja, comparadas con los datos del trienio 1873-75, aumentan las del Japón y las de Australia, aunque todavía no presentan la regularidad que fuera de desear (1). (1) Para que nueatcoB lectores puedan hacer por sí mis ASO 1873. PROCEDENCIAS. ^-^^ nos laa conve 3 en el irieni AÑO 1674. nientes comp 1873-75: ifiO 1875. Pesos. 3.531.752 J. 474, 971 441.284 435.615 12.814 ii'.ne 17B.g28 348.103 16,645 Inglaterra España Chma- X..:.::::::::: 3.563.521 ; 331.551 ) 8.064,173 6.19,470 456.965 427 262.723 Aastria Australia.^ AatilliLs españolas . Francia Otros países la^SOl 34.154 7?0 La importaciún de 1883 ha sido la siguiente, tal como resulta de los datos pulilicados por la Administriicióu central de Aduanas de Filipinas: PAÍSES. Pesos, Posesiones inglesas 9,460,510 Inglaterra 5,094,774 Esparta i . 884. IBO Estados Unidos 1 ,575 , 806 Alemania 688. 599 China 510,542 Posesiones [rttncesas 147.492 Joló 6,076 Japón '. 3 . 740 Posesiones holandesas 3.710 ,Google En la exportación aparece Espafia con mayores valores que en la importación; pero después, no sólo de Inglaterra y sus posesiones, sino también de los Estados Unidos, que, ocupando el quinto lugar entre las naciones importadoras, figura en el segundo bajo el punto de vista de la exportación. Después de España aparece Australia; pero todavía no con las elevadas ci-' fras que quisiéramos todos los que creemos que aquel novísimo Continente ha de ser uno de los principales mercados para los productos filipinos. Se observa, sin embargo, que ya se van re- gularizando las relaciones mercantiles entre ambos países; la importación aumenta, según ya hemos visto, y los valores ex- portados durante el trienio 1879-81 presentan entre si grandes analogías. El Japón, que en el trienio 1873-75 no aparece con cantidad alguna en el comercio de exportación, figura ya constantemente entre las naciones que acuden á Filipinas en busca de productos, siquiera sea todavía con cifras pequeñas; los valores expedidos por China permanecen estacionarios; disminuyen los correspondientes á las posesiones holandesas, y en cuanto á los demás países comprendidos en el cuadro de exportación, nada tenemos que advertir por cuanto sólo figuran en años aislados, y, salvas muy cortas excepciones, todos con cantidades muy pequeñas (I). No habrán dejado de advertir nuestros lectores las irregu- (1) Aconlmuaotónsecocsig DESTINO. nan los datos relativos al aSo 1873. trienio 1873-75 AfiO 1874. y al año 1882; ASO 18TS. PMW. Inglaterra EatedoB Unidos ■ 9.449.606 6.0KÓ.B00 5.314,665 3.336.207 1.611.677 556.433 ■298.662 58.945 30O 8.319 2Í107 1.S04 63 41 697 Espaíia Australia 1.885.625 '. '. '. .186.235 127 644 Posesiones francesas PortugaV. '.'.'.'.'.'.'.'.'.'.'.'. PoBcsionea portuguesas Otros países. . . . i 137.318 135.719 . . . 364.875 Sfi.308 210 9a ,Google laridades que ofrecen los paiaes comprendidos en las preceden- tes escalas, al comparar sus respectivos valores de importación y exportación; pues aparte los países como Francia, las Anti- llas españolas, Siam y otras que sólo figuran en años aislados, existen naciones que, manteniendo con Filipinas un comercio constante, presentan, sin embargo, cifras muy distintas en la importación y en la exportación. Alemania, por ejemplo, no figura en lugar demasiado desventajoso ante los paises impor- tadores, y de los seis años que comprenden los dos trienios á que venimos refiriéndonos, sólo en 1880 aparece con alguna importación; la escala délos valores importados en 1881 no contiene á Australia; y los Estados-Unidos, que ocupan el se- gundo lugar entre los países exportadores, según ya hemos dicho, pues compran productos filipinos por valor de muy cer- ca de 8 millones de pesos anuales por término medio (trienio 1879-81), su importación, no obstante, apenas pasa de 500.000 pesos, á pesar de lo que en los últimos años ha aumentado. Irregularidad es esta muy propia de los paises cuyas rela- ciones comerciales no están aún bien establecidas, pero que perjudica notablemente á Filipinas; porque ni el que compra Los datoB publicados por h eelo Hl año 1882, son los que iciún central de f Eslados Unidos Ifglalerra Posesiones inglesas 7.485 753 641 =97 ¡55 001 6 503 20.308.232 Estos üllimos datos ofrecen algunas particularidades muy dignas de l ctienta. Ocupa en ellos el primer lugar la república anglo-americans,, que ]ii Tenia figurando en el sínodo; las posesiones inglesas de Asia ya, no presenU des tan elevadas como durante el trienio 1873-81, y Espafto, no sólo oparece yol cifra aloaniada hasta el presente, sino que la diferencia es notabilísima. ,Google puede pagar los productos del pais é precios tan subidos como los satisfaría bí hubiese arribado con mercanciafi bastantes pam cubrir los gastos del viaje de llegada, ni el que importa' mei;- cancías sin ánimo de adquirir otras en cambio puede vender- las con tanta ventaja para el consumidor como lo haría si pudiera realizar algunos beneficios' en, el viaje de retorno, car- gando algunos artículos del país. ' Los partidarios del sistema proteccionista acaso no den mucha importancia á estas obser- vaciones nuestras, como la exportación exceda en mucho á la importación, cosa que por cierto ya no acontece, aunque suce- día años atrás (1); pero á Filipinas, como á todos los países, lo que le conviene es vender caros sus productos á las demás na- ciones y comprar barato lo que del extranjero necesite, y esto no lo conseguirá mientras los buques que lleguen á sus puertos no sean todos importadores y exportadores á un mismo tiempo, no sólo por la competencia que mutuamente se harán, sino también porque el beneficio obtenido en las ventas les permitirá ofrecer mayores precios en las compras, y las ganancias que- se prometan conseguir en éstas, harán posible que no sean muy exigentes en aquéllas. Harto se comprende que nunca se conseguirá entre la importación y exportación de cada país él equilibrio que actualmente presentan la importación y la ex- (!) Durante el trienio 1861-63, la importación fué, por término medio, de 8.522.875 pesos, y la exporlacjón do 9.310.898; en el periodo da 1873-75, la diferencia á fsvop de la eiportaciún fué todavía más considerable, pues ascendió ésta i 19.915.327, y la im- ■ portación á 13.915.743; por fin, durante el trienio 1879-81 han venido casi á equilj- brarae, pues han coneislido respectiy amento en 23.i4T.914 y en 21.431.739 pesos. Se- guramente los partidarios del síslsma de la balanza de comercio no verán con salisfac- oiin asta tendeníia; pero los filipinos no se preocupan de ello sin duda alguija, y hacen muy bien. El haberse elevado la importaciún desde echo millones y medio 6. veintiuno y medio, revela un considerable aumento de bienestar y de riqueza; de bienestar, por- que de este modo los filipinos han podido satisfacer mejor sus necesidades, y de riqueza, porque éstos no han recibido gratis las mercancías importadas; comprenden, además, que, sin crecer la importación, no ha podido elevarse la eiporlaciOn, tlida vez que los. países extranjeros no cuentan más que con sus productos para adquirir los del Archi- piélago, y eiporlar sin importar es, por lo mismo, una quimera. vGoogle portación totales del Archipiélago. Pero no se trata de esto.. Lo que deseamos, es que desaparezcan irregularidades como las anteriormente indicadas; lo que queremos es que Alemania, re- firiéndonos á los ejemplos empleados, se lleve siquiera algo de •Filipinas en cambio de los artículos que envía á aquellas Islas, como probablemente sucederá después de desestancado el ta- baco; que Australia no deje ningún año de importar, á ftn de que no deje tampoco nunca de exportar, estimulada por los beneficios que le dejen las ventas realizadas en Filipinas, y que los Estados Unidos surtan al Archipiélago cada vez en mayor cantidad, cual por fortuna sucede, de todos los objetos que la industria del país no produce, y que, sin embargo, re- claman las Islas cada día con mayor imperio, á medida que la civilización las impone mayores necesidades á cambio de ma- yores beneficios. Lo que en suma deseamos, es que el Archi- piélago filipino entre de lleno, constituyendo factor indipen- sable en el movimiento industrial del globo y en el comercio de las naciones para la realización del progreso universal por medio del cambio de productos, que es lo que relaciones más estrechas crea entre los pueblos; y que América por conducto de la mus floreciente de sus naciones, la República anglo-ame- ricana. y Europa por la mediación de sus principales Estados, de España, sobre todo, mantengan con las islas Filipinas un comercio ordenado y frecuente que estimule la producción eii todo el Archipiélago, en virtud de la demanda de productos, á la vez que impulse la obra de su civilización con I simos elementos de la industria moderna. ;d'by Google VI Los valores importados y exportados por cada uno de los tres principales puertos habilitados en Filipinas para el comer- cio exterior, fueron los siguientes: 17.765.854 24.873.080 20.194.4-27 254.170 549.419 561.482 4.091 22.889 12.630 14.998.155 17.457.725 17.665.852 2.734.603 4.068.679 4.071.897 1.018.582 1.923.881 2.841.257 \ Manila. Importación..' Iloilo. , (Cebú.., l Manila. Exportación..' Iloilo. . f Cebú. . . Del precedente cuadro resulta que todo el comercio de im- portación que sostiene Filipinas con el extranjero, se halla re- ducido casi exclusivamente al que se verifica por el puerto de Manila; pero no así el de exportación, pues en esta parte pre- sentan cifras muy considerables las Aduanas de Cebú y de Iloilo, merced al considerable desarrollo que, desde que se ha- bilitarou para el comercio exterior ambos puertos, ha adquiri- do la agricultura del país; y aún aparecerán en lo sucesivo con mayores cifras, á consecuencia de! desestanco del tabaco; por- que si bien en las islas Visayas siempre fué libre el cultivo de esta planta y libre asimismo la fabricación y venta de cigarros ■eo el interipr, hallábase su exportación absolutamente pro- hibida. y Google vil La influencia 'del precio en el consumo es una verdad" tan cumplidamente demostrada, y abundan de tal modo los datos estadísticos en confirmación suya, que insistir sobre lo primera envuelve ya como una ofensa á la ilustración del que nos es- cucha, y si alguna dificultad ofrece el empleo de las cifras como demostración experimental de la teoría económica, con- siste sólo en la elección de los ejemplos; pero no es, sin duda, entre los experimentos realizados de los menos notables el que ofrece la reforma arancelaria llevada á cabo en Filipinas por elSr. Moret y Prendergast en su memorable decreto de 16 de Octubre de 1870. Durante el quinquenio que precedió á la indicada reforma, es decir, desde el año 1866 al 1870, ambos inclusives, los de- rechos de importación en las Aduanas filipinas consistieron, por término medio anual, en 572.091 pesos. Se pusieron en vi- gor los nuevos aranceles, es decir, se declararon enteramente Ubres todos los artículos, ya nacionales, ya extranjeros, que más directamente podían contribuir al desarrollo de la cultura y riqneza del Archipiélago, como libros impresos, instrumen- tos de ciencias y artes, máquinas y aparatos empleados en la agricultura, industria y comercio y trasportes, material para la construcción de buques, abonos y primeras materias con ra- rísimas excepciones, se redujeron á sólo 117 las 766 partidas que hasta entonces figuraban en el arancel de importación; el tipo de adeudo, que en el alguno^ artículos llegaba hasta el 33 V, por 100, B6 rebajó al 10 para las mercancías que que- daron sujetas al pago de derechos; se declararon, en fin, libres y Google -89- todos los artículos de la Península, islas adyacentes y Antillas españolas conducidos Ó. los puertos filipinos con bandera nacio- nal, y, sin embargo, en vez de disminuir los productos de la ■venta, ascendieron ya en el primer año de la reforma á 783.336 pesos, es decir, aumentaron en un 38,50 por 100, y durante el año 1873, tercer año de la reforma, recibieron el aumento de un 52 por 100, puesto que se elevaron á 869.176 pesos. Desde entonces la recaudación ha ido siempre en progresión ascen- dente, hasta llegar los derechos de importación en 1881, flacha de la última estadística publicada, á 1.850.642 pesos, que repre- , sentan el extraordinario aumento del 323 por 100 en el tras- curso solo de once años. No cabe mayor justificación en favor de la obra del Sr. Moret; y si el egoísmo ó la preocupación de escuela osara levantar su voz para pedir un cambio de criterio' en la formación de los aranceles filipinos, tendría que enmude- cer ante aquellas cifras, verdaderamente asombrosas, taJ vez aun para las personas de más fe en los principios de la econo- mía política (1). Las mercancías que contribuyeron en el año 1881 con ma- yores sumas al sostenimiento de los gastos públicos de Filipi- nas, mediante el pago de los derechos de importación, fueron las siguientes: mercancías. Pesos. Tejidos de algod<ÍQ , . ■ -907.478 — de abacá, cáñamo ó lino 43.201 — de lana y pelo 31 .737 — de seda 35.920 Aguardientes ^ 40 . 066 Productos farmacéuticos ' 50.850 Harina de trigo 48 . 187 Conservas alimenticiaa 29.810 Fósforos 25.983 Hortalizas- 20.468 (1) Según loa daloa publicadoa por la Administración central de Aduanaa da Filipi- nas, la recaudación obtenida en laa Aduanas de las islas en el año 1882 por derechos da importación, fué do 2.140.296 peaoa, lo (¡ue eleva & 375 por ÍOO el aumento obtenido por ssle concepto desde el año 187t. »Goc)sle De suerte que loe derechos adeudados por Ira tejidos de al- godón representan la mitad de lo recaudado en totalidad por derechos de importación. No dejarán de haber advertido nues- tros lectores la considerable cantidad con que contribuye un articulo al parecer tan insignificante como los fósforos. Los derechos de exportación también han aumentado extra- ordinariamente. Restablecidos en virtud de la reforma arance- laria de 1870, que los puso de nuevo en vigor obedeciendo al pensíimiento de desestancar el tabaco y de sujetar á arancel la exportación de este producto, como medio, entre otros, de su- plir el déficit que la medida había de producir en los presu- puestos del Archipiélago), produjeron 250.770 pesos en 1873. En 1881 se elevó esta cifra á 432.507, obtenidos casi exclusiva- mente del azúcar y del abacá. En efecto, el primero de estos artículos produjo 292.328 pesos, y el segundo 119.918. El café, que es el producto que aparece inmediatamente con mayores cifras en el estado de recaudación, ya sólo devengó 16.697 pe- sos. El añil, las maderas tintóreas y el arroz, que son los res- tantes artículos sujetos al arancel de exportación, ya sólo pro- dujeron, en junto. 3.563 pesos. No es, pues, extraño que se trate de declarar libre su exportación. De los 2.334.063 pesos á que ascendió en 1881 la recauda- ción por Aduanas, 2.133.517, es decir, casi latotalidad, corres- ponden á la de Manila. En la de lloilo sólo ingresaron 141.518 pesos; en la de Cebú, 53.584; en la de Zamboanga, 1 .517; en la de Sual, 2.149; en la de Albay, l.OIO, y en la de Taclóban (Leyte), 769. Otro tanto puede-decirse descendiendo al detalle y fijándo- nos sólo en los derechos de importanción, puesto que de los 1.850.642 pesos recaudados por este concepto, corresponden 1.812.997 á la Aduana de Manila; pero ya no sucede lo mismo respecto á los derechos de exportación, porque si bien conti- núa Manila figurando en primer lugar bajo este punto de vis- ta, ya no es con aquella enormísima diferencia. En efecto, de los 432.507 pesos recaudados por derechos de exportación, co- rresponden 289.750 á Manila, 95.637 á lloilo y 47.120 é. Cebú. y Google Años atrás, j con motilo de un trabajo análogo al presen- te (1), decíamos lo que sigue: «Muchos ejemplos pudieran adacirse para demostrar -la falta de criterio fijo con que á veces ha procedido el Ministerio de Ultramar en el gobierno y administración de nuestras colonias; pero si hubiera necesidad de probarla con un sólo caso práctico, bastará sin duda al- guna referir la breve, pero elocuentísima historia, del derecho dife- rencial de bandera en las Islas Filipinas. Muchísimas experiencias pudieran asimismo invocarse para poner de manifiesto que, bajo el sistema proteccionista, el peor de los enemigos con que lucha la pro- ducción nacional son las mismas industrias protegidas; pero si fuera preciso demostrar esto tamb¡& cou un solo hecho, aconsejaríamos del mismo modo que se recurriera á lo acontecido en el Archipiélago fili- pino con el expresado derecho diferencial de bandera, »Hace muy pocos años, un Ministro de Ultramar se decidid á su- primir este privilegio, de qué habían gozado hasta entonces los bu- ques nacionales en loa puertos de nuestras colonias de Oriente; y tan grande, tan profundo, tan arraigado parecía, ^u convencimiento, así respecto á los beneficios de la reforma como acerca del ningún per- juicio que ni aun por e! momento sufriría nuestra marina mercante, que fijó un plazo de sólo dos años para la completa ejecución de lo ordenado. No había trascurrido tan breve plazo, y otro Ministro de Ultramar, obedeciendo á sus propias convicciones, á la vez que á las doctrinas que por fin habían logrado penetrar en su departamento, (1) Numere 8.34? del perjudico La Época, corre^ondiente al día 99 de Agosto de 1871. y Google declaró deñnitiTamente abolido el derecho diferencial de bandera «por no tener explicacióü satisfactoria oi haber dado resultados prác- sticos para los fines que se proponía, aunque si para el atraso del co- »niercio filipino.» Pero en mal hora empleó el adverbio ieJinUivá.tnente; porque muy pocos meses después de haberse condenado con tanta se- veridad como justicia un privilegio dos veces abolido en el corto es- pacio de dos años no cumplidos, el mismo Ministro que lo suj¡rimiÓ por íW2^r¡»iíra, io restableció sin consultar los resultados obtenidos en virtud de la reforma, sin pedir informe alguno á las autoridades i5 corporaciones del Archipiélago, sin señalar ningún plazo previo, á diferencia de lo que se practica en reformas de esta clase; comuni- cando, por el contrario, sus órdenes por medio del telégrafo, como si se tratara de la salvación de la patria y no del interés de algunos na- vieros, y aboliendo ai mismo tiempo otra vez el derecho diferencial de bandera para dentro de ocho años, como sí pudiera haber razón en algún caso para restablecer lo qae por considerarlo perjudicial se su- prime en el mismo decreto en que se plantea de nuevo, y para seña- lar el largo plazo de ocho años con el objeto de preparar una reforma que dos años habían bastado para llevar á cabo sin trastornos ni perjuicios de ninguna clase. Esto es, sin embargo, lo acontecido en las Islas Filipinas con el derecho diferencial de bandera; este el cri- terio con que á veces resuelve el Ministerio de Ultramar las cuestio- nes que más afectan al presente y porvenir de nuestras colonias- Veamos 'ahora de qué modo contribuyen por su parte al fomento de la producción nacional las industrias favorecidas por los procedimien- tos proteccionistas. »E1 Sr. Moret y Prendergast, atento á los intereses que España ■ tiene en el Archipiélago filipino y á la necesidad de estrechar los la- zos entre ambos países por medio de un tráfico activo y frecuente, de- claró libres de derechos las mercancías nacionales conducidas en ban- dera española á nuestras colonias de Oriente; protección justísima, porque libre debe aer el comercio entre paiaes pertenecientes á un mismo Estado, y la más eficaz en favor de los intereses nacionales, porque sobre favorecer á nuestra marina mercante con el mayor de los privilegios de que puede gozar bandera alguna, que es la total exención de derechos para toda la carga, había puesto los productos de nuestras fábricas y de nuestros campos en condiciones de compe- tir con los similares extranjeros en los puertos filipinos. Pero como las industrias acostumbradas al régimen proteccionista suelen con- , Google fundir el Ínteré9 de la producción nacional con au provecho particu- lar, y encuentran juBfo y patriótico todo lo qne-pnede faTorecer sus respectivos intereses, aunque sea en perjuicio de" laa demás indas- trias del país, pronto nuestros navieros hallaron contrario al fomento de la riqueza nacional una reforma que, si bien concedía á nuestros buques mercantes la mayor de las franquicias, la completa exención de derechos para las mercancías conducidas en los mismos, ora á conr dición de que vinieran en auxilio de los productos del país, y en vez de buscar en loa puertos de la Península mercancías nacionales paNí llevarlas á Filipinas, prefirieron quedar en condioionea, mediante el restablecimiento del derecho diferencial de bandera, de poder cargar géneros extranjeros en los puertos también extranjeros. »Desde el momento en que nuestros navieros lograron au objeto— y ya hemos visto qne lo consiguieron — la protección dispeyosada á las mercancías nacionales declarándolas libres de derechos, forzosamen- te debía quedar reducida á muy pequeñas proporciones; porque si los productos de nuestros campos y establecimientos fabriles pueden competir en los puertos filipinos con los similares extranjeros, pa- gando éstos el 10 por 100 señalado en los aranceles del año 1870, y disponiendo los comerciantes de la Península de buques más ó menos abundantes para hacer sus envios al Archipiélago, ya no es fácil la competencia desde el instante en que por ser conducidos en bandera nacional pueden las mercancías extranjeras no pagar más que el 7 1/2 por 100, y por preferir nuestros buques los puertos extranjeros pueden hallarse loa comerciantes de la Península sin medios para ve- rificar sus remesas 6 en la necesidad de pagar fletes excesivamente caros, ¡o que viene á ser lo mismo. Tales son nuestros protéccioiistaa prácticos. íPero como los que no nos llamamos protectores de la industria nacional queremos de veraa su prosperidad; como importa muchísimo favorecer la introducción en Filipinas de productos nacionales, á fin de fomentar nuestra agricultura y nuestra fabricación, pero importa muchísimo también establecer relaciones íntimas entre la Península y el Archipiélago y formar en aquellas remotas regiones un pueblo, hermano unido á España por el doble lazo de la simpatía y del inte- rés, no podemos menos de pedir que se suprima definitivamente ^ derecho diferencial de bandera, es decir, que se restablezca en todas 3US partes el decreto de 16 de Octubre de 1870, á fin de que las mer- cancías extranjeras sujetas á arancel en ninglin ctwo dejen de pagar ^Google el 10 por 100, para que loa buques españoles, en vez de ayudar á loe extranjeros en sa lucha con la industria nacioual, acudan á nuestros puertos en demanda de los fletes que hoy buscan con preferencia en naciones extrañas; para que el comercio filipino, en fin, se dirija cada vez menos á los fabricantes extranjeros, busque sus relaciones entre los productores españoles y sea el interés mátao un lazo de unión en- tre la Península y sus colonias orientales. aEn el estado actual de la cueatiiín, y á pesar de que los antece- dentes expuestos no permiten creer que haya nada imposible ni aun difícil en materia de contradicciones ministeriales, no puede esperar- se que se dicte un nuevo decreto derogando el que restableció des- pués de suprimido el derecho diferencial de bandera en las aduanas filipinas. Por mi parte, me conformo con que, al terminar los cuatro años que todavía restan de los ocho señalados para la completa su- presión de este privilegio, ae den ya por contentos nuestros navieros, y no se halle al frente del departamento de Ultramar el tantas veces aludido Ministro; porque si aquéllos todavía no están satisfechos ó este se encuentra encargado del gobierno y administración de las co- lonias, no seria extraño un nuevo decreto restableciendo el derecho diferencial de bandera y aboliéndolo por tercera vez para después de un plazo más 6 menos largo. Pero bueno será consignar ahora, á más de las consideraciones que dejamos expuestas, que ni aun los par- ticulares intereses de la marina mercante nacional pueden invocarse en favor de semejante privilegio, porque las experiencias recogidas en las mismas aduanas filipinas demuestran con la mayor evidencia que la supresión del derecho diferencial de bandera en nada perjudi- ca á los buques nacionales. sEn efecto, durante el primero de los dos años que se ñjarou para . la completa supresión del derecho diferencial de bandera la primera vez que se abolió, y durante el cual se mantuvo íntegro este derecho, las toneladas de carga llegadas en bandera nacional á las aduanas de Manila representan el 63 por 100 del total de las toneladas de carga introducidas en la expresada aduana durante el segundo año de la reforma. Esta proporción, en vez de disminuir á consecuencia de ha- berse reducido en un 50 por 100 el derecho diferencial de bandera, se elevó al 68 por 100; y aunque el tiempo trascurrido desde la total supresión de este recargo hasta su nuevo ['establecimiento no es su- ficiente, por lo cortísimo, para ofrecer observaciones provechosas en niagún sentido, presenta, sin embargo, el hecho favorable á la mari- , Google na nacional de qne durante aquellos tree mesee no entró un edlo ba- que nacional en lastre, mientras las toneladas de los extrai^eros en- trados sin carga están respecto 4 las toneladas de carga trasportadas por estos miamos buques en ia relación del 176 por 100. »Si pues dentro de cuatro años, fin del plazo se&alado para la total supresión del decücho diferencial de bandera, se piensa en restable- cer de nuevo este prÍTÍlegio, preciso será oponer á las cifras expues- tas otra que demuestre la disminución progresiva del número de bu- ques nacionales fondeados con carga en los puertos filipinos; y mien- tras no suceda aaf, nadie teadrá razón para plantear de nuevo un pro- cedimiento que, según liemos probado, únicameite puede favorecer á las mercancías extranjeras en perjuicio de la producción nacional.» Esto decíamos en 1875: tres años más tarde publicamos en el Boletín oficial del Ministeño de Ultramar un artículo sobre el comercio exterior de Filipinas, y al ocuparnos del movimiento de la na-vegacíón ocurrido en aquellas Islas durante el período 1872-75, nos expresábamos en los siguientes términos: «El movimiento de buques ocurrido en los diferentes puertos fili- pinos en virtud del comercio sostenido por el Arcbipiólago con la Pe- nínsula j naciones extranjeras, fuá el siguiente: ENTRADA Buqnes con carga. Buques en lastre. BlSÍERl SlCIÜSAl umu mmim AROS imm SAciosii umu HTUSJUl Buques TuBdadas Buques Toneladas Buques Tuiíeladas Buqaes Toneladas 101 in 129, 30 808 li lí9 138 116 11 1S74,,, 5 1.150 87 1I-6 81 80 .971 98.124 Buques con carga Buques en lastre. ifra. 135.689 18T2., 9 : Í8 IñSOB 1375. 98 85-957 m 178 067 18^., 16 10.051 , Google «Loa precedentes cnadroe no son tan inatroctiTOB como de desear fnera, por cuanto no contienen el dato de las toneladas de carga, aia el cual no ea posible formar juicio exacto del beneficio que propor- cionalmente puede corresponder á la marina mercante nacional y á la extranjera en el comercio que mantienen las Islas Filipinas con el extranjero, pero algo noa dirán aus cifras. »En primer lugar, nos muestran que el número de buques españo- lea entrados con carga en loa puertos filipinos, y muy especialmente el numero total de sus toneladas, ha aumentado, en términos muy considerables ene! período que venimos examinando. ¿Debe atribuirse esto al restablecimiento del derecho diferencial de bandera? Nos fal- tan datos para contestar á esta pregunta en términos absolutos; por- que reducido al cortísimo periodo de tres meses, el tiempo en que es- tuvo completamente abolido el derecho diferencial de bandera, es de todo punto imposible entrar en comparaciones, y sólo comparando podríamos formar juicios exactos. De creer es que el comerciante ex- tranjero dé en muchos casos la preferencia á nuestros baques, á causa de los menores derechos que de este modo satisfacen sus mer- cancías á su entrada en los puertos filipinos; pero también puede in- fluir en ello la circunstancia de ser españoles los buques de las úni- cas líneas de vapores que precisamente desde la época en que se res- tableció el derecho diferencial de bandera prestan servicio directo y periódico entre Manila y el extranjero. Esto ea importantísimo para el comercio, por lo que le interesa regularizar sus operaciones, y prueba de que, por lo menos, no debe atribuirse todo al restableci- miento de aquel privilegio concedido á la marina mercante nacional, es que, á medida que va disminuyendo la bonificación de que gozan las mercancías importadas en buques españoles á consecuencia de la reducción gradual que se fijó al restablecerse el derecho diferencial de bandera para abolirle de nuevo, aumenta el tonelaje total de loa buques nacionales entrados con carga en los puertos del Archipié- lago. En efecto, desde 1." de Julio de 1871 á igual fecha de 1873, el beneficio concedido á taa mercancías importadas con bandera nacio- nal consistía en el 25 por 100 de los derechos de arancel; desde 1." de Julio de 1873 á igual día de 1875, la honificacidn ha quedado redu- cida al 20 por 100, y desde Julio de 1875 al 15 por 100; y, sin em- bargo, el número de toneladas pertenecientes á los buques naciona- les entrados con carga eo los puertos filipinos ha ido constantemente en aumento, hasta el punto de que las correspondiente^ al año 1875, ,Google ■en cuyo año empezaron ye laa marcancía» «ottdocidas en baquos ná- cioualea á no goiar de mis diepenaa de derechoa que la del 15 por loo, presentan el aumento de un 219 por 100 aohre el número do to- neladas de buques nacionales entrados con carga en el año .1872) ea que la bonificación de que gozaban las mercancías importada» cm bandera española consistía nada menos que en el 25 por 100 de loB derechos de arancel. «Por otra parte, el cuadro expresivo de los buques salidos do loa puertos fliipinoa pone de manifiesto que, mientras los buques extran- jeros que abandonaron aquellas cotftas eo lastre son bastantes en nú- mero, pues año ha habido en que llegaron á 30 cA un total de 21.413 toneladas, loa españoles que salieron sin carga han venido dismiau- jendo hasta el punto de no figurar ninguno en 1875; y no pudienda atribuir tan favorables resultados para nuestra marina mercante al derecho diferencial de bandera, porque éste sólo puede influir, en la importación, debemos buscar su explicación en las frecuentes y pe- riódicas expediciones establecidas desde el año 1871 entre Liverpool y Manila y entre esta última ciudad y Singapoore. ' »De modo que hay derecho á afirmar que nuestra nación mercante máa bien necesita, para prosperar, organizar sus viajes y mejori servicio, que seguir utilizando el derecho diferencial de bandera, puesto que figura con mayores cifras en ei comercio de importación de Filipinas desde que se han establecido líneas de vapores con ex- pediciones periódicas entre el Archipiélago y los puertos extranjeros, á pesar de la reducción gradual que desde entonces ha venido sufrien- do la bonificación que les fué concedida al restablecer en 1871 aquel privilegio. s- Téngase, pues, esto muy en cuenta cuando, al acercarse el día 1. de Julio de 1879, en que deben quedar igualadas la bandera nacional y la extranjera, pidan nuestros navieros que se establezcan nueva- mente los derechos diferenciales, como sin duda alguna lo pedirán, imitando en esto la conducta que en semejantes ocasiones observan todas las industrias protegidas, y recordando, aohre todo, el notable triunfo obtenido en el año 1871. SÍ entonces consiguieron que se res- tablecieae ei derecho diferencial á los tres meses de haber quedado igualadas todas laa banderas en los puertos Filipinos, sin previo in- forme de las autoridades del Archipiélago, sin fijación de plazo algu- no preparatorio, por medio de telegrama y suscribiendo el decreto el mismo Ministro que dos años antes había abolido aquel privilegio, no V Google «era nada extraño que se pretenda una nueva prórroga. No noa sor^. prendería tampoco qae se consiguiera, porque en España es .costum-. bre que el interés de los menos ae sobreponga al interés de los más, y es verdadera pasidn la que se tiene en nuestra patria por todo lo ar- tiñcioso y lo violento, aunque repugne á la justicia, á las prescrip- ciones de la ciencia á al interés general; pero si tai sucediera, no sa- bemos c6mp se justificaría semejante resolución; porque, aparte dé lo. que el derecho diferencial de bandera perjudica, según hemos visto, al Tesoro público filipino, á la producción peninsular y á las relacio- nesde España con sus colonias, nó puede sostenerse que influya de »n modo decisivo s*re el fomento de nuestra marina mercante, toda vez que las 30.868 toneladas que sumaban los buques nacionales en- trados con carga en loa puertos filipinos en el año 1872, esto es, cuan- do las mercancías importadas en los mismos pagaban el 75 por 100 de los derechos de arancel, se han elevado á mucho más del doble, á 67.967, cuando ya empezaron á satisfacer el 85 por 100, Por lo menos será necesario reconocer que es una protección bien singular la que por medid del derecho diferencial de bandera pretende concederse á la marina mercante nacional, puesto que ésta prospera y realiza ma- yores beneficios, á medida que aqufílía va desapareciendo, y por lo tanto, será preciso explicar esta anomalía, ó renunciar ya para siem- pre á tan desacreditado sistema.* Y liego el día 1." de Julio de 1879, j por fortuna nuestros temores resultaron vanos, pues ya üo han vuelto á pedir nuestros navieros el restablecimiento del derecho diferencial de bandera. Han hecho bien, sin embarg-o, porque si á tanto- se atrevieran, podia imponérseles absoluto silencio con sólo mostrarles las siguientes cifras expresivas del movimiento de naveg-ación ocurrido en los puertos filipinos durante el trie- nio 1878-81; y Google ENTRADA Buques con carga. Boques en lastre. iiUDEíi umui IIHDRI ElTBiHJiBI AROS nmu HtciOítL tmm nmmu Buques Toneyas B»quBS Toneladas Buques Traeiadas m^m Tonetadas X;: 1881... S50 103. 0S3 ao-2 4-4 264.(Ü5 149 32L 119,603 98 8M 226.213 1ST9,,, leso... 13 687 99 149 92.816 144.310 132.T8S Buc[ues on carga. Buques en lastre. lffl9.. 18B0.. 114 91 .843 840 281 lSi0^! 1881 1 3.712 34 25 n.999 En efecto, comparado el ])iomedíO de las precedentes cifras con el de las registradas dmante el peiíodo de 1872-75 (1), re- 1." Que mientras en este cuatrienio las toneladas de earga recibidas en los puertos filipinos con tandera nacional no re- presentaban más que el 35 por 100 del total, j, por consi- guiente, casi las dos terceras partes de la carga era trasportada por buques extranjeros, después de abolido el derecho diferen- cial de bandera, más de la mitad de la carga (el 56 por 100) ba llegado con bandera nacional; y 2." Que mientras las toneladas de carga trasportadas por buques extranjeros no han recibido del uno al otro período más que un aumento del 71 por 100, el de las conducidas en buques nacionales ha alcanzado el del 315 por 100. Excusamos los comentarios. (I) El promedio de las toneladas de carg» trasportadas con banJera nacional j ex-- Iranjera en los periodos i que Tenimoa refiriéndonos, fué el siguients: CON BANDERA CON BANDERA y Google También decíamos tiempo atrae (1) lo que sigue: «Sírvanse i|Í3 lectores fijar una vez su atención en el mapa de Fi- lipinas, y en los centenares de islas en que se halla dividido su exten- so territorio, de 345.585 kilómetros cuadrados; consideren la forma es- pecialisima de la mayor parte de estas islas, su extremada longitud, el extraordinario desarrollo de sus costas con relacirtn & las superfi- cies respectivas, y seguramente no tardarán en comprender que no es posible, sin causar gravísimos perjuicios á la producción del país, subordinar el moTÍmiento comercial del Archipiélago á las siete aduanas que hoy existen. »La isla de Luzón, tan grande como Navarra, Aragón, Cataluña y Valencia juntas, mayor, por consiguiente, que el reino de Portugal, no tiene más que tres puertos habilitados para el comercio exterior; Manila, Suat, en la provincia de Pangasinán, y Legaspi en la de Albay. íLas islas de Mindanao, Panay, Cebú y Leyte, no tienen más qae una sola aduana, y, sin embargo, Mindanao es mayor que toda An- dalucía; la de Panay tiene 11.790 kilómetros cuadrados de superficie y 728.566 habitantesi elementos que se han considerado suficientea para dividir su territorio entres proíiucias A la isla de Cebú sólo quince provincias aventajan en la Península respecto á población, y el territorio de la de Leyte es algo mayor que la de Puerto Rico, don- de hay ocho aduanas. sPor fin, no tiene puerto alguno habilitado para el comercio ex- terior la isla de Negros, fértilísima comarca que por su extensión ¡I) En el periódico La Época, ntím. 8.341, corres pnd Le níe al día !8 de Agosto de 1875. y Google de 8.705 kilómetros cuadrados ea mayor que 23 de las 49 proTÍiiciaa en que sejiaüa dividida la Penfnaula, y qae por aua grandes planta- ciones de caña es la isla que más azúcar produce en Filipinas; tampo- co lo tiene La Paragua, que por su superficie ocupa el tercer lugar entre laa islas del Archipiélago, que abunda en recursos naturales j que, 8Í no tiene mayor importaacia bajo otros puntos de fista, es por el abandono en que se la tiene; tampoco Mindoro, de mayor exten- sión superficial que Puerto Rico; tampoco, en fin, lá isla de Bo- hol, que es tan grande como la de Mallorca, donde teoemos cuatro aduanas, y de población tan apiñada, tan densa, que en la Península sólo sois provincias la aventajan bajo este Concepto, y muy pocas en fertilidad. »Ahora bien: es de todo punto indispensable habilitar para el co- mercio exterior un puerto en la costa oriental de la isla de Negros, á fin de dar mayor impulso en esta comarca al cultivo de sus feraces tierras, y en beneficio también de los pueblos situados al Oeste de la vecina isla de Cebú, que sólo pueden servirse del puerto de este nom- bre mediante un larguísimo rodeo. Es necesario establecer otra aduana en la isla de Bohol, donde ya hace tiempo que ha debido plantearse una Administración de Hacienda que permita obrar^con más desembarazo al administrador de Cebú, 'á que hoy pertenece en io económico aquella fértil y pobladísima comarca. En la isla de Pa- uay son indispensables áo» Aduanas á más de la que existe en Iloilo; una en Capiz, capital de la provincia de este nombre, y otra en Li- pata, ó en cualquier otro fondeadero de buenas condidiones de la pro- vincia de Antique; porque, sin causar gravísimos perjuicios, no es posible sujetar á una sola Aduana las explotaciones agrícolas, las importantes industrias y el movimiento mercantil de una población tan apta como numerosa. Es preciso asimismo habilitar para la na- vegación de altura un fondeadero en el distrito ó provincia de Misa- mis, situada al Norte de Mindauao, con laa condiciones naturales más felices y con una población inteligente y laboriosa,- que rápidamente aumenta en número y bienestar, merced al cultivo del abacá, á la crianza de ganados y á los aprovechamientos forestales. slmporta también establecer aduana en Surigao, á fin de estimular las explotaciones agrícolas tanto en esta fértil comarca del Norte de Mindanao como en la parte Sur de la vecina isla de Leyte. Otro tanto debe hacerse en el punto más conveniente de las dos provincias Ca- marines Norte y Sur, para que puedan enviarse directamente á Amé- . .yGoogle rica y á Europa las considerablea cantidades de abacá qne hoy pro- duce aquel pala, y las muy auperiorea que producirá el día ea que cultivadores y comerciantes no necesiten de buques para trasportar- los á otros puntoa del Archipiélago, ni de representantes ni almacenes en 1Ó8 puntoa de depósito, Asimiamo ea necesario favorecer, habili- tando el puerto que reúna mejores condiciones de abrigo y comuni- cacióü con el interior, la exportación directa de los productos de laa provincias de llocos, rica comarca llamada á porvenir todavía más próspero, por prestarse sus feraces tierras á los cultivos más estima- bles del Archipiélago y contar con una población numerosa, tal vez la más activa, la más hábil y la más emprendedora de la isla de Lu- zón. Es, en fin, urgentísimo habilitar el fondeadero do Batangas en beneficio do 1» provincia de este nombre, la más populosa y acaso también la más floreciente de Luzón, y en benefició también de los pueblos situados al Norte de la vecina isla de Mindoro y en todo el litoral de Tajabas, que podrían servirse de la indicada aduana para la exportación de sus productos , mientras no se ha bilite alguno de los puertos de eata última provincia (el de Ca- Jilagánóelde Lagoimanoe), lo que seria muy conveniente, como tamljién lo es sin duda alguna buscar el medio de establecer una aduana en la provincia de Zamhales, cuyos vastos y fértilísimos te- rrenos permanecen eriales casi por completo, y en cuyas coatas se encuentra, entre otros fondeaderos, el puerto de Súbic, que por sus magnificas condiciones ha sugerido á algunos el pensamiento de ha- cer de él un puerto militar. Hoy no estamos para cato, pero si que debe estudiarse con empeño el modo de impedir que continúe perdi- do para la riqueza del país un abrigo de tau favorables circunstan- cias, habilitándole para el comercio exterior, como no merezcan la preferencia otros fondeaderos de la provincia de Zambales, bien por ofrecer mejores condiciones con el interior, bien por ser más produc- tivas sus comarcas inmediatas. »Otro tanto decimos de la provincia de Samar. La parte occidental de eata isla puede servirse con gran facilidad de la Aduana de Ta- clobán, en Leyte, por ser muy angosto el estrecho do San Juanieo, que separa ambas islas; pero no así los puebloa situados en todo el esteuso litoral bañado por el Pacífico; y como no conviene mantener en tan deafavorables condiciones uua isla de tan gran extensidn su- perficial, y que ya tanto abacá produce, se hace indispensable estu- ■ diar el establecimiento de una aduana al Oriente ó en el Norte de la , Google isla, lo cual no parece difícil consegrnir trasladando la Adminiatract^n Económica al punto que con tal objeto se habilitase, y encomendando , -al jefe económico de Leyte la recaudación de los impuestos en la pai- te occidental de Samar, que, como ya lie dicho, no se halla separada ■de Taclobán, cabecera de Leyte, más que por nn angostísimo estrecho- sPor último, aunque ya hemos propuesto ta creación de una Adua- na en la costa oriental de Negros, y los pueblos situados al Oeste de la isla pueden servirse de la de Iloilo, no vacilamos en proponer qne, sí hay algún fondeadero de favorables condiciones al SO. do lamiema provincia, se estudie el modo de habilitarle para el comercio exterior, porque ya lo merece la estenaión y riqueza de una isla poco menor ■que Puerto-Eico y que saministra laa mayores cantidades de azúca* producidas por el Archipiélago. »Estas aduanas no obstante, las de Tayabas, Zambales, Samar y "SO. de Negros, aunque convenientes, no son de inmediata necesi- dad. Debe estudiarse su planteamiento y establecerlas sin Tacila- ción, si el resultado de los informes recogidos es favorable & 8u ■creación; pero, en mi concepto, lo indispensable, lo urgente es habi- litar tres nuevos puertos en la isla de Lnzdn (Batangae, Camarines é llocos), cuatro en las Visayas (en las provincias de Capia, Antiqne, Negros y Bohol] y dos en el Norte de Mindanao, con lo cual habría seis Aduanas en toda la isla de Luzón; número que ciertamente no parecerá exagerado para un territorio mayor que Cuba, donde existen 15 Aduanas, y para una población que asciende á más del doble ■que la registrada en aquella Antilla y en las Visayas habría siete aduanas, lo que tampoco ■ puede considerarse exagerado; porque si bien la extensión superficial de laa diferentes islas que forman eito grupo no es tan grande como la de Luzón, el desarrollo de sus costas no debe ser inferior al que tienen las de estas últimas islas; su pobla- ción se acerca mucho á los dos millones de habitantes, y sus prodoc- tos agrícolas son ya tan abundantes como solicitados por el comercio de todos los palees. «Posible es que alguien considere insuficientes las circunstancias y razones expuestas parajustificarla creación de alguna de lj.s adua- nas, por no ser alguno de los países donde deban establecerse bas- tante ricos para sostener un gran movimiento mercantil, por más que reúnan muy ventajosas condiciones naturales. »Pero harto se comprende que en esta cuestión, como en todas las ■que se relacionan con el fomento de los intereses morales y materia- ,y Google . les del Atchipiélago filipino, hay que preocuparse mucho del pre- sente, pero hay que cuidarse más todavía del poryenir y apresa- rarse, en su consecuencia, & adoptar todas aquellas reformas que de algún modo puedan atraer sobre aquellas proYÍncias las inmensas ri- quezas y la prosperidad incalculable que alcanzarán tan Inégo como Tenga en auxilio de sus privilegiadas condiciones naturales el tra- bajo del hombre y la mano previsora de la Adminial^eión, Por otra parte, mientras que de cerrar puertos pueden causarse grandes per- juicios, no puede ocasionar ninguno el abrirlos, porque todo lo qne pnede suceder es que no se hallen tan frecuentados como ae suponía. al habilitarlos para el comercio exterior, con tanto más motivo^ cuanto que, á. excepcidn de las provincias de Bohol y Surigao, en todas las demás provincias donde proponemos que se establezcan adnanae existen Administraciones de Hacienda; de modo que sería insignificante el nuevo gasto; y en cuanto á Surigao y Bohol, tiene ya demasiada importancia la recaudación de los impuestos para no merecer una Administración Económica, como ya se ha solicitado, aunque no se pensara en dar también á esta oficina el carácter do Aduana. . »Fnera de duda está que la habilitación de los indicados puertos debería ir acompañada, para que produjera todos sus buenos resulta- dos, de obras públicas más 6 menos importantes. La infiueneia de éstas es tan grande en el desarrollo de ia riqueza, que en países como el Archipiélago filipino, privados todavía de buenos medios de comunicación, es muy difícil que se obtenga todo el beneficio á que se aspira, si después de remover loa obstáculos que puede oponer una legislación viciosa, y esto se propuso ei Sr. Moret con su reforma aran- celaria del año 1870, no se pasa en seguida y con diligencia suma á destruir los que la Naturaleza suele ofrecer confundidos con loa ma- nantiales mismos de riqueza con que brinda al trabajo del hombre, »A1 lado de la fértil llanura la escarpada cordillera, la insuperable barra á la boca del río caudaloso, el torrente entre poblaciones ricas y vecinas, junto al mar, el pantano ó la cortada roca, y en el seno del abrigado puerto, los bajos peligrosos ó las aren&s crecientes sin cesar. Tales son los accidentes que suele ofrecer el Archipiélago filipino en sus varias comarcas, y en tales circunstancias es por demás encare- cer lo mucho que, según la necesidad de cada localidad, podría au- mentar los beneficios consiguientes á la habilitación de un puerto, ¡a apertura de un camino, la acción de una draga, la construcción de un , Google puente, de un mnelle ó de qd fai», ; haet» la colocaOHMi,:4& aimples boyas. .'-,.-,. sRemoTÍdOB por estos medios los obslácaioe ijae JaJíaturaleis, es medio de sus preciosos y abimdAates dones, oponai todavia á Is* acti- vidad individual en el Archipiélago, y destruidos en virtud de la De- forma arancelaria los que en la legislación ha encontrado basta, estaa últimos años, e| indudable el poderoso desarrollo que alcanzarían en breve los diferentes ramos de la producción fílipiaa; y cuando tat^ resultados deben obtenerse do mejoras que bien pueden ct^iñoacu de fáciles y sencillas, aun sin necesidad de coaipararla* con las ma- ravillosas obras y poderosísimos medios puestos á dispoaicidn, del comercio en Europa, de esperar es que el Gobierno acuda por fin á^ tan imperiosa necesidad, estimulado .por el mismo progresivo au- mento de la renta de Aduanas y por las instancias de las clases pro- ductoras, establecidas alrededor délos nuevos puertos babilitadqs, que no negarán seguramente sacrificio alguno de cuantos so lea pida para la ejecución de obras públicas que lea permita aomentar au trá- fico y ensanchar el círculo da sus especulaciones. «Extraño habrá parecido que sólo hayamos propuesto dos aduanas para toda la isla de Mindauao, que hoy no tiene más que la de Zamr boanga, después de haber pedido la babiUtaeión de aeis puertos para la isla de Luzón, que no es más que una cuarta parte mayor que Mindauao, y tres aduanas para la isla de Panay, que no tiene más que 11.790 kilómetros cuadrados, cuando Mindanao, sin sus depen- dencias, comprende 84.730. La razón consiste en qae no basta abrir las coatas filipinas al comercio extranjero por medio de aduanas. Al- gunas de las comarcas del Archipiélago necesitan más, necesitan puertos ffancos. íLa angustiosa situación del Tesoro de la colonia; la importante consideración que reclama el comercio de la Península, tanto por lo que este comercio y aquel mercado representan para nuestra indua- tria, como porque no es posible olvidar que con el tráfico han empe- zado y ee han desarrollado las relaciones más íntimas entre loa pue- blos máa diatantes; la abolición, eñ fin, del monopolio do! tabaco en aquellas remotas provincias, reforma tan imperiosa como fecunda en bienes, que es muy difícil resolver satíafactoriamente sin recurrir á los derechos de exportación para indemnizar al Tesoro de loa pro- ductos de esta renta, todas eatas razones hacen indispensable el man- tenimiento del sistema de aduanas en las Islas Filipinas, no obstante ,Google 811 especial eatmotura y bu situacitin en medio de países que viven y prosperan á la sombra de la libertad de comercio más absoluta. Pero no hay consideración alguna que pueda invocarse con motivo para mantener aisladas del movimiento comercial del mundo y fuera del alcance déla civilización vastísimas comarcas del Archipiélago que por au escasa población y maniñesto atraso no podrían soportar una aduana, aun sometida á aranceles y procedimientos tan liberales como los que al presente rigen en Filipinas. Estas comarcas, qoe consisten prtncipalmente en la extensa isla de Mindanao y en la de la Paragua, tan afortunadas por su posición geográfica como por sus abundantes recursos naturales, necesitan que nada, absolutamente _ nada, impida el arribo á sus coatas de los buques extranjeros, y esto stílo puede conseguirse por .medio del establecimiento de puertos francos. , »Las condiciones de estos países merecen toda !a atención que en distintas épocas les han dispensado las autoridades superiores del .Archipiélago; pero, á mi juicio, sólo el comercio, con los productos que demanda, con las necesidades que provoca y con las relaciones que crea, puede, oportunamente auxiliado por la Administración, llevar á cabo tan beueflcioaa empresa. Para colonizar un país es indispensa- ble, como todos saben, estimularla explotación de sus recursos natu- rales, hacer posible que los nuevos pobladores obtengan beneficios proporcionados á sus riesgos, capitales y trabajo; y las islas del Norte y Centro del Archipiélago carecen de elementos para todo esto, por- que sus producciones guardan perfecta identidad con las de Minda- nao y la Paragua, porque no necesitan á éstas absolutamente para ninguna de sus industrias, y porque todavía se hallan, por lo general, demasiado faltas de brazos y de capitales para poder desprenderse de agentes tan fecundos en favor de otras comarcas. sEl estímulo y el auxilio han de venir de fuera, de los mismos que hace ya años envían sus buques á los puertos de Luzón y las Visa- yaa para cargarlos de azúcar ó abacá, fomentando de este modo tan importantes cultivos y la riqueza del país; el estimulo y el auxilio sólo pueden venir del comercio extranjero, que acude siempre, inte- ligente y activo, á donde quiera que descubre ganancias que reali- zar. Pero mientras no haya en las costas del Sur del Archipiélago más que un solo puerto habilitado para el comercio exterior, y éste con una aduana que las condiciones del país repugnan; mientras el puerto libre de Labuan, al KO. de la vecina isla de Borneo, ofrezca á , Google los buques e:;tranjeroB todas laa feeiiidadea que DOSObOB le» n«gft- moe, no es de esperar que vei^an á fecaadar con sn» capitaleB j «a- pírito de empresa los palaes cuya colonizaciiiQ se pretende. Las iaUs de Miodanao y la Parag^ua, qne por su extenaids aupei^eial de 101.530 kilómetros cuadrados constituyen caai la tercera parte del territorio filipino, y que por los grandes recarsos de sn auelo están llamadas á ser las comarcas máa ricas de aquellas regiones, conti- nuaráu por tiempo indefinido extraüaa casi por cflmploto á todo mo- vimiento comercial, perdidas para la civilización, pdbrfsimae en me- dio de sus inmensas riquezas naturales y siendo gravosa carga para el Estado, que no percibe sino insígnificaotes cantidades en cambio de los grandes sacrificios de hombres y dinero qae le cuestan; mien- tras que, abiertas libremente al tráfico exterior, no tardarían en ofre- cer abundantísimos productos ai comercio y cuantiosas sumas al Te- soro. üEn mi concepto, es indispensable declarar puertos francos Zam- boanga, suprimiendo en su consecuencia la aduana allí establecida, Pollok á Cotabato, en la desembocadura del Río Grande de Minda- nao, el magnífico puerto de Davao, en el fondo del seno de este nom- bre, el de Bislig, en el Pacífico, y todos los fondeaderos de la isla^de Mindango que, reuniendo buenas condiciones como tales, se hallen 6 paedan hallarse vigilados y protegidos por la Administracidn y la fuerza pública, exceptuando sólo litó costas del Norte, cuyos puertos libres pudieran hacer dañosa competencia á los del vecino grupo de Visayas. Deben asimismo declararse puertos francos la Isabela, en la isla de Basilán, al Sur de Zamboanga; el de Balabac, á la entrada del mar de Mindoro; Puerto-Princesa, en la Paragua, y dos puertos más en esta Isla, uno en las extensas costas bañadas por el mar de China, y otro al N., que podria ser el mismo en que hacen escala los vapo- res-correos del interior de ¡as ¡slaa. sA. más do Mindanao y la Paragua, todavía hay al Norte y en el Centro del Archipiélago comarcas que por !o extensas y despobladas necesitan también de puertos francos. En este caso se encuentra, por ejemplo, el dilatado litoral de la isla de Luzón, que baña el mar Pa- cífico desde Punta Inaguícan, frente á !a isla de Polillo, hasta Caba Engaño, cuya despoblación y atraso causa verdadera pena, y la isla de Mindoro, donde no se cuentan más que seis habitantes por kiló- metro cuadrado, no obstante la pasmosa fertilidad de sus extensas tierras, cubiertas de bosques. Pero no me atrevo á decir que desde vGbogle luágo se establezcan puertos francos en estas localidades, como debe hacerse sin vacilar en las antes indicadas, porque en esta parte la cuestión se presenta más compleja. A mi juicio, ningún centro de pro- ducción puede resultar perjudicado de declarar puerto franco alguno de los del citado litoral de la isla de Luzón, y uno ó dos más en las costas de Mindoro,,no siendo al Sorte de la isla, por la competencia que pudieran hacer á las provincias vecinas; pero es prudente que sin abandonar el estudio de la cuestión, abordándola, por el contrario, con ánimo decidido de resolverla en el sentido que más convenga, se con- sulten todos los intereses quo puedan resultar favorecidos 6 amena- zados. La concesión de puertos francos en Filipinas es una reforma que, sin razón negada, puede retrasar la prosperidad de importantes localidades; y sin motivo suficiente concedida, pudiera redundar en daño de otros centros de producción.» s en el año de 1875. Posteriormente, el Go- bierno ha creado, cual nosotros proponíamos, Administraciones de Hacienda pública en las provincias de Bohol y Surigao, de suerte que sería insignificante el gasto que resultase de dar á estas oficinas el carácter de Aduanas; el Gobierno, además, ha reconocido la g^randisima importancia del fondeadero de Ba- tang'as, por cuanto ba declarado linea preferente, entre todos los ferrocarriles proyectados para las Islas Filipinas, el de Ma- nila á aquella población, que, en verdad, está llamada á ser una de las principales plazas mercantiles del Archipiélago, por la ventajosísima situacióa de su ensenada en el estrecho de Mindoro, como por la gran riqueza de toda la provincia (1); ¡1) Ya hemos dicho que Batangas tiune 29.0i7 liahilanles, tjue esisten on la proTin- cia otras dos poblaciones con la&s de 30.000, otra con más de 20,000, y que el número loíal de hahilanlcs de la provincia ce de 27 j. 075, esto es, 80 por kilomelro cuadrado. Ahora podemos añadir, con referencia d la Historia geogr&fics, geológica y esíadislica de Filipinas, puljlicada por el lalorioso cuanto ilustrado D. .\euslin de la Cavada, qua ya en iSIO ascendían á 144.576 sus cabezas de ganado, á S.fiOO las personas dedicadas & loe tejidos de algodún, y & Í9l loa buques de su matricula. Al lundau, además, en la provin- cia, los ríos y los caminas, y aunque sus hahitantes prcHeren la agriflullura, de la que obtienen grandísimos productos, i la explotación de los bosques, todavía ístus pudieran constituir otra fuente míis de riqueza para liatangas, según afirma el citado Ingeniero se- , Google el Gobierno también ha venido á justificar nuestras apreciacio- nes respecto al puerto de Subic, en la costa de Zambales, dis- poniendo que la proyectada TÍa férrea desde San Fernajido á Iba, capital de dicha provincia, pase precisamente por aquel magnífico fondeadero, sin duda alguna porque, á causa de la seguridad que ofrece y de la excelente situación que ocupa, ha de ser preferido al de Manila, una vez habilitado para el comer- cio exterior, por la mayor parte de los buques que crucen el mar de China, obedeciendo al gran movimiento comercial que forzosamente ha de establecerse entre la Australia, Java, Cliina y el Japón; el Gobierno, en fin, ha equiparado las poblaciones de Vigan y Batangas á los puertos habilitados en las tarifas de la contribución industrial, por considerar, y con razón sobrada, que tienen la debida importancia para figurar arabas capitales de provincia entro aquéllos, pero incurriendo en notoria injus- ticia si solo tiene en cuenta su riqueza para gravarlas con ma- yores impuestos, sin concederles, en cambio, las ventajas de una Aduana que les permita ensanchar el círculo de sus especula- ciones y procurarse nuevos mercados para sus estira adisimos productos; y á todos estos acuerdos del Gobierno, de tanto va- lor y significación en la ocasión presente, más que por todo ñor JoiiJana, quien dice de esla provincia lo que sigue: aEs la de Batangas una de las provincias mSs ricas de Filipiuas, como consecuencia nalural de la feracidad de su suelo, de la benignidad de su clima, de su abundancia de agua;* y demás privilegios con que la ha dolado la Na,turaleza. Arenoso aquél en las costas, arcilloso y gredoao en las laderas, pedregoso en las alluias, ofrece así una admiralile spiilud para los cultivos más diversos. La temperatura, fresca y agradable, í causa del gran número de rfos y arroyos que dis- ten y del copioso rodo que se forma en la estación de secas, provoca, por su parte, la actividad del hombre, prometiéndole abundantes y variados productos El arroi, maíz, café, añil, pimienta, algodón, nuez moscada, caeio, trigo, variadas legumbres y sabrosas frutas, son las producciones que en abundancia se cosechan.! Ahora bien; ¿se concibe que en Europa careciera de puertos habilitados para el comercio esterior una provincia de las de grandísima importancia? ¡Y se le ha de negar tan elemental mejora precisamente porque se trate de Filipinas, es decir, de un país que necesita toda protección, & causa de L vida comercial, y que responde cual ninguno é. las facüida- den para la eipl?tación de sus inmensas riquezas naturales? , Google porq^ue no han podido adoptarse sin oír antes muchos y muy autorizados informes, podemos añadir, en apoyo de nuestra opinión, la de otras personas tan ilustradas como conocedoras del país, que han reconocido la misma necesidad de abrir nue- vos puertos al comercio exterior en el Archipiélago filipino, siquiera sea sólo como medio de fomentar una de sus principa- les riquezas naturales, la riqueza forestal. Nos referimos espe- cialmente á los muy entendidos y laboriosos Ing-enieros de mon- tes Sres. D. Ramón Jordana y D, Sebastián Vidal. Ocupándose el primero de dichos señores eu la interesantí- sima Memoria que publicó en 1876 sobre los montes públicos de Filipinas, de las coadiciones forestales de la provincia de Camarines Norte, dic^ «Limitados hoy los aprovechamientos forestales á satisfacer las necesidades del consumo local, pro- ducen escasos rendimientos al Estado. Hay, con todo, abun- dantes existencias de molave, narra, guijo, mang-achapuy y otras especies no menos abundantes y variadas que las que pueblan los montes de la provincia de Tayabas. La extensión superficial de los bosques de Camarines Norte puede calcularse en unas 264.000 hectáreas. Existiendo, como se ha dicho, va- rios ríos flotables que parteen del centro de esa masa forestal, y buenos fondeaderos, como son el de Daet y de Paracales, aunque este último sólo sirve para barcos de pequeño porte, bien pu- dieran Jos productos maderables de la provincia constituir un elemento importante de riqueza, siendo así que yacen en com- pleto abandono. Esto es debido á la falta de brazos já la lar^a y peliffrosa navegación que tendrían pie emprender los htques para traer las maderas á Manila. Hoy día sólo son explotables los bosques de la parte meridional de la provincia, porque las pie- zas pueden conducirse hasta el seno de Eagay, en donde car- gan los barcos sin tener que arrostrar el paso del estrecho de San Bernardino, ni dar el inmenso rodeo que es necesario verifi- car en los pueblos del Norte. Si los barcos pudieran hacer la trave- sía directamente, las maderas de esta comarca se podrían exportar con ventaja para China.»CoR referencia á la provincia de Camari- nes Sur, bien claramente indica el Sr. Jordana el gran desarro- ,y Google lio que podría adquirir la exportación de stis excelentes y va- riadas maderas si se utilizara con este oljjeto el rio Vicol, na- vegable en gran trecho para buques de gran porte, y los fon- deaderos de su costa septentrional, lo cual no es posible, bajo el punto de vista mercantil, mientras los exportadores tengan que arrostrar los peligros y gastos que ofrece la navegación á Manila por el estrecho de San Bernardino, en vez de hacer las remesas directamente á China. Ocupándose, en fin, de la provin- cia de Tayabas, una de ¡as comarcas más importantes bajo el punto de vista forestal, por la gran riqueza y variedad de sus maderas (1), y después de consignar aquel ilustrado Ingeniero que los traficantes, atraídos por el cebo de la ganancia, acu- den en tropel hace ya treinta años, por lo menos, á la costa meridional de Tayabas, de donde salen los cargamentos de ma- deras para Manila, afirma que no se explotan las vertientes septentrionales de la gran divisoria que cruza la provincia en toda su longitud, cubiertas de espesos bosques, casi vírgenes, (1) No podemos resislir al deseo de copiar lo que acerca de la riqueza forestal de la proTiEcia de Tayaúas dice el Hr, Jordana on su citada Memoria: iLa superficie que ocu- pan los Losquea es, por lo menos, do aSO.OOO hectáreas. El numero de especies domi- nantes, enlrc Ub cuales figuran la narra, el niolave, el palo-mada, el guijo, ol betis, el dougón, el acle, ei calumpit y otras muchas eMclentes, lanto para la construcción civil y naval como para la ebanisterta y otras industrias, asciende á 63, y el de las subordi- nadas, aplicalilea también á, los mismos usos y otros vai-ios, á 216, entre las cuales se en- cuentran el ébano, el calantás, el mangachapuy y ottas muchas igualmcnle preciosas. Hay, por fin, tales existencias en maderas 6. propCsilo para loda clase de aplicaciones, quB los constructores pueden escoger entre ellas las más eonvcnicnles para buques de grande, mediano ó pequeño porte, para quillas, fondos, cubiertas, ligazones, encola- mientos, entables, vergas, palos y otros usos; laa hay también especiales para barotos y bancas, para objetos de lujo, para ebanistería fina y ordinaria, para hariguea, para cu- biertas de edificios, para suelos y tal)iques, para marcos de puertas y ventanas, para se- tos vivos y muertos, sin contar otras muchas que, con las propiedades alinientiolasfi me- dicinales de sus frutos, cortezas y jugos, con la tensidad de sus fibras y otras varias par- ticularidades, sirven para satisfacer apremiantes necesidades de la vida y para alimentar industrias que podrían adquirir notable desarrollo Con tales elementos, puedo la pro- vincia de Tayabas continuar figurando por mucho tiempo & la cabeza de todas las demás del Archipiélago, bajo el punto de vista forestal i ,y Google ni la rica vegetación leñosa que ostenta la vecina isla de Ala- tat, á causa del costoso, larg-o y peligroso rodeo que tienen que dar los bnques por el tantas veces nombrado estrecho de San Bernardino para hacer los adeudos en la Aduana de Manila. Véase, pues, sino está justificada y si no es de urgente nec&- sidad la habilitación para el comercio exterior por lo menos de un puerto en Daet, en Cabuzao ó en cualquiera otro punto de la costa que se extiende desde Punta Quinabutasan á la Bahía de Lamón, aunque sólo sea como medio de fomentar la esportación de maderas filipinas, y quiera prescindirse de la protección que merecen los ricos y variados productos á cuyo cultivo se dedican con excelente éxito los habitantes de la costa septentrional de las dos provincias de Camarines. También llama la atención el Sr. Jordana sobre las grandes dificultades que opone á las comunicaciones entro las costas oriental y occidental de la provincia de Negros la cordillera que en sentido longitudinal cruza toda la isla, motivo por el que los únicos montes que se explotan son los de las comar- cas que más fácilmente pueden utilizar para la exportación de las maderas la vecina aduana de Iloilo; y si no expone todos los inconvenientes que oponen al desarrollo de la agricultura la indicada cordillera y el alejamiento en que respecto á Iloiio y á Cebú se encuentra la costa oriental de la isla, consiste sin duda alguna en que no importaba á su objeto presentarlos, pues en otro caso no hubiera dejado de notar la muchísima menor extenxión que tienen los terrenos cultivados en dicha costa oriental comparados con los de la parte de Occidente, la extraordinaria feracidad del suelo y la grandísima importan- cia que lia adquirido en la isla la producción de azúcar. Del mi- llón de quintales métricos de azúcar que, según datos autoriza- dos, se exportaron en 1883 por la aduana de Iloiio, casi la totah- dad procede de la isla de Negros; y sin embargo de ser esta pro- vincia la que con mayores cantidades contribuye en las islas Visayas á la producción de aquel articulo, tiene que ser tribu- taria de puertos extraños, lo cual no constituye, en verdad, gran inconveniente para las poblaciones situadas en la costa y Google -113- occidental y frente á la Aduana de IIoüo; pero lo es y muy considerable para el resto de la isla que beneficiaría bus exce- lentes terrenos mucho más de lo que hoy Jos beneficia, si pu- diera hacer sus remesas directamente al extranjero mediante la habilitación del fondeadero que mejor "pudiera ser utilizado por las poblaciones del Oriente y Mediodía de la isla. No olvidemos que la superficie de Negros es ig-ual á la de Puerto-Rico, donde existen ocho aduanas, y triple que la de Mallorca, donde hay seis. No deje tampoco de tenerse en cuenta que también se • aprovecharían de la nueva aduana los comerciantes y cose- cheros de la costa occidental de la isla de Cebú. Recordarán nuestros lectores que, al hablar de.puertos fran- cos, propusimos su establecimiento en el dilatado litoral de la isla de Luzón, bañado por el Pacifico desde Punta Inaguican hasta Cabo Engaño; y nuestras convicciones son en esta parte tan arraigadas, que damos marcada preferencia á este parte del Archipiélago sobre otros muchos puntos que también me- recen semejante franquicia; porque, en verdad, nos duele en ex- tremo ver casi completamente perdidos para la civilización y para la patria, para el comercio universal y para el tesoro fili- pino, tan extensos y feraces territorios (1). Véase lo que sobre el particular dice el Sr. Jordana, aunque obedeciendo á otro orden do consideraciones más concreto, á la necesidad de fo- mentar la riqueza forestal del Archipiélago. Observa aquel ilus- trado Ingeniero en su citada Memoria que, como las tierras de (I) Por la misma raión consideramos indispensaljie salvar al ohsláculo que a la co- municación direcla entre Manila y ol Paciíico opone la cordillera situada entre este mar y la laguna de Baj, bien derivando del proyectado ferrocarril de Manila A Albay por Sania Crui una, nueva linea que terminara an un puerto de ka cosías orientales do Lu- zfin, bien resucitandu el antiguo proyecto de construir un canal á, través de loa mencio- nados montea con las aguas del Pacifico y de la laguna de Bay. Especialmente lo pri- mero, ninguna dificullail ofrece, merced á la notable depresión que, según personas co- nocedoras del país, presenta la cordillera, y si la situaciün del Tesoro público de Filipi- nas no permile desde luego acometer la construcción de un camino que en mucho ticm. po habla de dar rendimientos muy cacaaos, nada impide hacer los oportunos estudios á fin de llevarla A cabo cuando laa circunstanci! C A3o<^le cultivo en el distrito del Principe se hallan reducidas á las li- mitadas llanuras en que están situados Baler, Casiguán y Ca- sigurán, la superficie forestal de aquella circunscri¡)ción admi- nistrativa difiere poco de la total del mismo, pudiendo apre- ciai'se en 250.000 hectáreas cubiertas de una vegetación exu- berante y virgen, donde abundan la narra, el ébano, el ca- magón, y hay grande existencia de bañaba, bancal, dungon, palo-maría y otras muchas especies, conocidas unas, descono- cidas otras por completo; añade el Sr. Jordana que la explota- ción de esta vastísima y rica masa forestal, aunque difícil 6 absolutamente imposible en el interior, pudiera acometerse hoy día con buen' éxito por las costas, ütihzando las mismas co- rrientes de agua y ensenadas que en el distrito se encuentran, y concluye en estos términos: «Utilizando convenientemente tan favorables condiciones, es indudable que pudieran ponerse inmediatamente en explotación gran número de bosques, y que el distrito del Principe, que hoy no rinde por aprovechamientos forestales producto alguno al Estado, pues aquéllos se hallan reducidos á los que exigen las escasísimas necesidades de los vecinos, adquiriría en breve una impoi-tancia considerable bajo dicho concepto. Para esto serla preciso que los barcos madereros pudieran encatainarse directamente á CJdna, que es elmercado na- tural de toda la contra-cosía; pues la conducción, á Manila por el es- trecho de San Bernardino, sobre ser por extremo peligrosa, recar- garía el precio de las rnaderas extraordinariamente. Salvando este inconveniente con la exportación directa y la rebaja de los tipos de tasación por parte del Estado, rebaja equitativa, por las con- diciones especiales de la localidad, la empresa alcanzaría un ligero resultado.» Y en iguales términos se exprosa el Sr. Jordana respecto al distrito de la Infanta, bañado también por el Pacífico: de tal modo se siente la necesidad de poner en comunicación con el exterior todo aquel extenso litoral, «Cubiertas las montañas, dice su Memoria, de espesos bosques, en los cuales vegetan es- pecies arbóreas de g-ran estima, debe considerarse como super- ficie forestal todo lo del distrito, ó sea 233.000 hectáreas. Estas y Google ricas existencias prometen un buen porvenir al distrito, cuando agotadas las que en otros puntos ofrecen extracción más fácil y económica, tengan que recurrir á elias los traficantes. Será difícil, sin embargo, que las maderas del distrito de la Infanta puedan competir pronto en baratura con las de otras muchas localidades, por lo costoso de los fletes para conducirlas á los puntos de consumo, aun cuando se ejecutasen algunas mejoras para facilitar la extracción, como seria la de limpiar los cauces de los ríos de las malezas, troncos y despojos vegetales que di- ficultan la notación. La. explotación adquiriría indudablemente un gran desarrollo si, como he dicTio al (raíar deldislrito del Prin- cipe, se permitiese la expo^-tación directa para, China.» De suerte que, ajuicio del Sr. Jordana, esto es lo raás apremiante, si se ha de prestar al fomento de la riqueza forestal en Filipinas la atención que se merece. Y del mismo modo opina el Sr. D. Se- bastián Vidal en su notabilísima iíejnoria sobre los montes de Filipinas. Después de manifestar este ilustrado Ingeniero el desconocimiento que en el mismo Filipinas existe respecto á las ricas y variadas existencias de maderas explotables que hay en el Archipiélago, añade: «Es tal la ignorancia qtie en este punto reina en Filipinas, que un maderista de Tayabas, de vuelta de un viaje á Cagayán, me refería asombrado las colo- sales narras, molaves, dungones y guijos que había visto junto á ensenadas donde decía no había más que cortar y embarcar. Y si el trasporte podría salir caro al mercado de Manila, en cambio, ¡qué situación tan magnífica la de aquellos montes, hasta hoy no explotados, para surtir en lo futuro al Japón, para cargar con destino á la América del Norte, y aun actual- mente para los puertos de China! Toda la costa del Pacífico, perdida para el comercio maderero, ¡qué importancia tan gran- de no está llamada á a(l(iuirir el día en que se conozcan sus buenos fondeaderos, se acopien en ellas las piezas y se embar- quen alli para los Estados Unidos!» De suerte que, la habilita- ción de nuevos puertos para el comercio exterior, que bajo una ú otra forma tenemos propuesta en beneficio de las provincias Filipinas bañadas por el Pacifico, no obedece sólo al deber que ,yGoc>j^le - 116 - tienen los gobiernos de remover todos los obstáculos que de algún modo puedan dificultar el fomento del país; es cocdicióu esenciaKsima y de realización urgente para promover el des- arrollo de la riqueza forestal, que en Filipinas es ¡nmensa(I), y respecto á las demás provincias, en que la explotación de los bosques no tiene tanta importancia, en cuyo caso se encuentra la provincia de llocos Sur, cuya Administración de Hacienda debe, en nuestro concepto, erigirse en Aduana, es necesario tener en cuenta que se trata de una comarca de feracisimo suelo, en que se cosechan todas las producciones del Archipié- lago, de gran desarrollo industrial y mercantil y de una po- blación especifica tan ventajosa, que en la Península ninguna provincia le iguala, pues asciende á 132 habitantes por kiló- metro cuadrado. Además, el río Abra, navegable en gran parto, podría ser- (1) VéflRe lo (¡ue sobre el particular se dice en la Memoria preaenlada en la Exposi- ción Universal de Filadelfia por la Inspección general de Montes de Filipinas; iExcedo i todü encomio la riqueza y variedad de la vegetación filipina. Siendo rda- (ÍTatnente muy pequefla ta parte del suelo Feducida i. cultivo, cubren todavía, aun en Luifin, gran pacte del interior y de la contra-custa mmenaOB bo^jues, cuyo suelo asombra por las gigantewaa proporciones da los ArLoles qge los oon^titujeny por la diversidad de especies botánicas de qne se componen. Prescindiendo de loi vegetales, que son del dominio de la agricultura, puede casi asegurarsn quo en la fiera del Sr. Blanco apenan üguran la vigésima parte de las plantas que vei^ctan el país Cuando se penetra por vez primera en alguno de esos !>osques, e! ánimo «e suspendo ante el espectáculo de esos gi- gantea vegelaloa do dos y trea metros de diámetro, cuyas cimas se pierden en el espacio, rocmanilo una inmensa lióvoda de verdura. Gl suelo, dotado de una fertilidad asombrosa, hace brotar las planta» por do quieiíi, y con tal abundancia, que sólo con el auxilio del haclia es posible t veces abrirse paso entre ellas. Recubierlos los troncos de innumera- bles parásitos, se ocultan bajo su verde vestidura, y las colosales lianas que trepan por ellos los enlazan entre si formando vistosas guirnaliias, por las cuales saltan y corren eon pasmosa agilidad ejércitos enteros de monos. Cuando el viento agita con sordo mur- mullo la bóveda da follaje, al cual ae une en cstrarlo concierto el chasquido de las cañas colosales y el ronco graanido del cálao que anida en las altas cimas do los árboles, siín- tese el hombre pequeño ante la grandiosidad de la Naturaleza .que le rodea, y como te- meroso de haber sorprendido sus secretos, surge on él irresistible impulso de abandonar tan sombríos lugares. lEn la segunda parte de este escrito se indican las propiedades y aplicaciones de la , Google ■vir para la extracción de las ricas y abundantes maderas de la cuenca, y como la vecina provincia de llocos Norte presenta una gran superficie forestal, es muy probable que la proyecta- da aduana adquiriera gran importancia, aun bajo el especial punto de vista del comercio de maderas; porque si bien los ilocanos prefieren hoy la agricultura y la fabricación de tejidos á la explotación de los bosques, fácil es, tratándose de una po- blación tan activa é inteligente como la de aquella comarca, ■ que se dedique á este importante ramo de riqueza tan luego como sea posible enviar los barcos directamente á China ó el Japón. A mi juicio, la reforma debiera ser más completa, y es- tablecerse, á más de la Aduana de Vigaa, otra en Laoag, ca- becera de llocos Norte, porque con insignificante aumento de gastos podría prestar este servicio la Administración de Ha- cienda en ella establecida, y porque ningún mal puede resul- tar de habilitar muchos puertos para el comercio exterior, mientras que pueden sentirse, y muy grandes, de conservarlos cerrados. La habilitación de un puerto equivale á la apertura mayor parle de los especies /orestaJeB. El molave y el banavá, que resisten do una ma- nera eitraordinaria A la aecifin destructora del agua; eí mangaoliapuj, el guijo, el paíao y el jacal, que sirven para edificioa; la nai'ra, el ébano, el oamagún, el nialalapaj, el alinlatao, el lindado, para ebanistería; el betie, el dougún, ot palo-mai'ia, para construc- ciún naval, eonaíitnyen una inmensa riqueía, cuya explotación puede producir cuantio- sos beneficios, tanto al Estado como & los especuladores que 1 ella se dediquen. iLas especies boianieas correapondicntea á ciertos grupos peculiares y caraclerísticos de los países intertropicales, so hallan instituidas en las regiones mas elevadas de la lona septentrional de Luzún por otros congóneres de las que constituyen la (lora asiática, eu- ropea y americana, lín la porte más olovada de la cordillera de Zanibalea, el lapuiaofPi- nus Merhuaii Yung el de Vrieusí) forma rodales y aun montea de consideración. La alta divisoria del Caraballo, dosdo el distrito de BeugOel hasta llocos Norte, eatá revestida por el salen (Pinus insulario Endt.) que desciende bastante por las laderaadel Abra. En- tre esas maaas de pino se encuentran vaatna codales de roble, j en loa mismos montes de Angat se bailan salpicadas diferentes especies del mismo gi^nero. El viajero que penetra por loa montes en que radican las ranclicriaa del país de igorrotes, ss cree trasportado, tanto por el clima como por laa formas del terreno y la uniformidad de las masas arbó- ress, á alguna de las comarcas de Europa; tal es el carácter que la altura sobre el nivel „Goc)£le de una via de comunicación con los países extranjeros, á la construcción de un gran camino internacional, y camino qne no cuesta dinero alguno, sobre conducir á todas partes; por tan íencillo medio las ricas y populosas provincias de llocos po- drían sostener fáciles y provechosas relaciones con todos los puertos del Asia, muy especialmente con el Imperio chino, que será por mucho tiempo en aquellas regiones el principal mor- ■ cado de Filipinas, y á no dudar, la riqueza del país podría au- mentar considerablemente. ¿Qué es lo peor que puede suceder ' en el caso do que el Gobierno establezca las aduanas propues- tas? Que los ilocanos', contra lo quñ es de esperar de su probada laboriosidad, así como de su espíritu de empresa, tan desarro- llado entre ellos que hasta les induce á emigrar á las demás provincias del Archipiélago en busca de mayores especulacio- nes, no quieran, no sepan ó no puedan aprovecharse de las ventajas consiguientes á la creación de las Aduanas de Vigan y Laoag. Pues nada se habría perdido, porque ese gran camino internacional á que equivale, como hemos dicho, la habilita- ción de un puerto para el comercio exterior, reúne, según tam- bién hemos indicado, á la inestimable ventaja de conducir á todas partes, la no menos importante de que, asi como no cuesta nada su construcción, ningún gasto ocasiona tampoco ni su conservación, ni su custodia ó vigilancia. Se comprendo, pues^ que se discuta la conveniencia de la construcción de un ferrocarril, no porque nadie ponga en duda las ventajas que ofrece toda via de comunicación, pues esto es indiscutible, sino porque un camino de esta clase cuesta siempre mucho dinero, y hay que calcular además con sumo cuidado si los rendimien- tos podrán ó no cubrir los gastos de explotación, que son con- siderables. Pero respecto á las vías marítimas, que nada cues- tan de construir ni de explotar, basta señalar, para resolver la cuestión, el hecho eu todas partos observado de que, en igual- dad de condiciones, los países más prósperos y más cultos son los que disponen del mar para sus relaciones internacionales. Nada, pues, contradice; todo, por el contrario, recomiéndala apertura, no ya de los puertos de Vigan y Laoag en ambas y Google provincias de llocos, sino la de todos aquellos en que, por exis- tir Administración de Hacienda y por reunir buen,^ condicio- nes de seguridad, puedan ser habilitados para el comercio ex- terior sin gastos de verdadera importancia. No son, sin embar- go, estas consideraciones generales las únicas que aconsejan la creación de las dos mencionadas aduanas. Hay además otras poderosísimas, fundadas en la situación en que las provin- cias de llocos quedan á consecuencia del desestanco del tabuco. Hay quien afirma que el tabaco procedente de estas localida- des, aunque no tendrá la menor estimación en los mercados de Europa, encontrará fácil y ventajosa colocación en los de China, por gustar á los habitantes de aquel Imperio el sabor especial de aquella planta tal como la producen las menciona- das comarcas; esperan otros, fundados en los grandes resulta- dos que en todos los ramos de la producción alcanza la inicia- tiva individual, que el tabaco de Igorrotes, como es llamado. el ■de llocos, Unión, Abra, etc., podrá sor trasportado con ventaja á Europa tan luego como el cultivador, estimulado por su pro- pio interés, dé preferencia eu sus explotaciones á las clases ó variedades más en armonía con el gusto del consumidor, á la vez que con las condiciones del suelo, en vez de no cuidarse ■sino de producir mucho, como ha hecho mientras ha regido el sistema de monopolio, en la seguridad de que todo le seria comprado; creen algunos, por último, que el tabaco de Igorro- tes, y, por consiguiente, el cosechado en llocos, sólo podrá ser consumido en eí mismo país productor ó en las provincias in- mediatas, porque su inferior calidad no le permite ser objeto de exportaciones al extranjero. Todas estas opiniones se sostienen, y no es posible asegu- rar quiénes serán los que acierten, porque en el mérito del ta- baco hay mucho de convencional; depende, no sólo del hábito y afición especial del consumidor, sino también del modo como se elaboran los cigarros, y hasta de la forma en que se presentan á la venta, y actualmente sabemos cómo se culti- vaba el tabaco en Filipinas y cómo salía de las fábricas mien- tras estuvo estancado; pero no es posible predecir lo que el cul* y Google tivo y la fabricación podrían llegar á ser en cada localidad, per- feccionados por el poderoso estímulo de la competencia y de la ganancia. Cabe', pop consiguiente, en este punto, alimentar todo género de esperanzas y abrigar toda suerte.de temores; lo único que no puede ponerse en duda es que, si el cultivador de tabaco en ambos llocos y demás pro-\'incias tabacaleras del Occidente de Luzón no ha de alcanzar por la inferior calidad del producto sino precios muy bajos, mucho menos encx)ntrará remunerados sus capitales y trabajo, teniendo forzosamente que sobrecargar el coste de su cosecha con los gastos de tras- porte al mercado de Manila; lo que no admite discusión es que, después de haberse fomentado la producción del tabaco en aquellas comarcas por medio de las compras directas que hacía el Estado bajo el régimen del monopolio, no se debe pasar al extremo opuesto y abandonar un ramo de riqueza tan impor- tante, Hasta el extremo de prohibir al cosechero que -venda sus productos al extranjero, pues á tal equivale, dado el bajo pre- cio del tabaco de Igorrotes, obligarle á trasportarlo al mercado de Manila para su exportación; lo que nadie, en fin, puede desconocer, es el descrédito que á los ojos de propios y extra- ños alcanzará el Gobierno de España, si entre las medidas adoptadas para el tránsito del sistema de monopolio al de li- bertad, y teniendo necesidad de señalar derechos á la exporta- ción del tabaco, no se adopta la más elemental de todas, y al mismo tiempo la menos ocasionada á complicaciones é incon- venientes, la de evitar gastos al productor y favorecer la ex- portación habilitando puertos, que ni aun habrá necesidad de construir, como sucede en Europa cuando la naturaleza no los suministra, porque existen ya en Filipinas junto á los mismos terrenos cultivados y con excelentes condiciones. Tan cierto es todo esto, que muchos de nuestros lectores extrañarán la in- sistencia con que tratamos de demostrar lo que tan evidente se- presenta aun á las inteligencias más limitadas; pero no sucede- rá lo mismo á los que conozcan bien nuestras Islas Filipinas, ■porque todos estos saben que los comerciantes de aquel pais, por regla general, son opuestos á la habilitación de nuevos. y Google puertos .para el tráfico exterior. En Taño se lea hace obdeírar la necesidad que existe, en bien del país, de favorecer la exporta- ción de sus productos por cuantos medios, directos ó indirec- tos, puedan contribuir á este resultado, y se les muestra 1& prosperidad alcanzada por las islas Visayas desde que se orea- ron las Aduanas de Iloilo y Cebú, que también combatieron con el mayor empeño. Los comerciantes de Manila se rwisten cuanto les es posible á perder el monopolio que un día goza- ron, y le bacen coro todos los armadores de buques destinados al cabotaje, como si la apertura de una vía de comunicación no provocara siempre ]a de otras muchas; de suerte que, no sólo puede asegurarse que encontrarán en ellos gran oposición estas opiniones nuestras, si llegan á conocerlas, sino que nos consta que combaten hasta el proyecto de establecer en Aparrí una aduana, como medio de favorecer la exportación del exce- lente tabaco de Cagayáu y La Isabela, tan acreditado ya en los mercados europeos. Demasiado sabemos que las condicio- nes de aquel puerto dejan mucho que desear; pero, ó el deses- tanco del tabaco no ha de influir nada en el desarrollo de la ri- queza filipina, ó forzosamente ha de elevar al mayor grado de prosperidad toda la cuenca del Rio Grande de Cagayán. En la desembocadura y orillas de esta importantisima vía fluvial se formarán grandes centros de población, á donde aportarán su inteligencia y sus capitales peninsulares y extranjeros, á se- mejanza de lo que ha sucedido en Iloilo y Cebú desde que.se .abrieron aquellos puertos al comercio exterior, y no será esta uña de las menores ventajas que reporte el desestanco del ta- baco, por lo mucho que importa al progreso del Archipiélago el extender los focos de riqueza y de civilización por todo su te- rritorio; pero esto tardará en realizarse, si la producción y co- mercio de tabaco en toda la cuenca del Rio Qraiide se ha de subordinar al impulso que reciba de Manila, asi como puede muy bien resentirse este importantísimo ramo de la riqueza filipina si, á más de los derechos á que hay necesidad de suje- tar al tabaco destinado á los mercados extranjeros, como me- dio de cubrir el déficit producido por el desestanco en el pre- ,y Google -laa- . supuesto de las Islas, se sobrecargfa su precio con los conside- rables gastos producidos por su trasporte á Manila. Si las ma- las condiciones del puerto de Aparri fueran motivo bastante para impedir su habilitación, nunca debió permitirse la expor- tación por Manila, q^ue aun hoy carece de un buen puerto, y los desastrosos accidentes que todos los años ocurren en aque- lla bahia durante la monzón del SO., no han sido obstáculo para que.de año en año acudan á Manila mayor número de buques en demanda de productos para los puertos extranjeros, bastando para ello, primero, el permiso concedido á fines del siglo pasado á las n^ves extranjeras para arribar á aquella ciudad con productos artísticos, y recientemente las grandes facilidades concedidas por la reforma arancelaria de 1870. La ciencia tiene, por otra parte, superabundantes recursos para vencer los inconvenientes que ofrece el puerto de Aparri; y asi como se piensa, con razón sobrada, en construir ferrocarriles en la isla de Luzón, hora es también de que se dedique parte de los reculos públicos á mejorar todos los fondeaderos y vías fluviales que, cual el Río Grande y su desembocadura junto á Aparri, lo merezcan por su notoria importancia (1). En cuanto á puertos francos, también el Gobierno ha veni- do á damos la razón otorgando esta franquicia al de Joló. Si se ha creído necesario poner en comunicación libre y directa con el extranjero una isla de extensión tan reducida y de pro- ducción tan limitada como Joló, que sólo mide 800 kilómetros cuadrados y apenas produce lo necesario para el consumo de sus habitantes, con mayor motivo deben ser declarados francos (1) A posar de que el lanías veces cilado 8r, Jordana, únicamente se ocupa en su Memoria de los medios de fomentar la riqueza forestal de Filipinas; se lamenta también de que no puedan eiportarse directamente al eitranjero las ricas maderas en que abunda la proyincia de Cagajao. tLos aprovechamientoa en esta vastísima comarca, dice aquel Ingeniero, so reducen i los productos necesarios para el consumo local. La absoluta im- posibilidad i veces de extraer las maderas, la dificultad y gran coste de los trasportes por (ierra, la no menos difícil y costosa conducción por agua, y !a inmensa disíancia que ten- drían que andar los buques madereros para traerlaa A Manila, único punió importanle de consumo, mantendrán por mucho tiempo la eiplolacíftn en el mismo estado.» , Google los varios y magníficos puertos que ofrece la costa meridional de Mindanao: el de Masinloc, junto á Zamboanga, el de Pollok, en la desembocadura del Río Grande, y el de Dávao, en el fondo del seno de su nombre. Zamboanga viene lamentándose hace ya mucho tiempo de la decadencia en que se halla desde que la Aduana ahuyentó los numerosos buques que arribaban á sus costas cuando podían hacerlo libremente, y funda gran- des y muy justificadas esperanzas de desarrollo y bienestar en la vecina silanga de Masinloc si se traslada á este excelente fondeadero la estación naval de la Isabela de Basilan y se le declara además franco, á fin de favorecer la extracción de los ricos y variados productos del llamado reino Sibuguey, que hoy no explotan ni mahometanos ni aborígenes por faltarles el . estimuló de la demanda. El puerto de Pollok se halla situado en el fondo de la bahía Illana, cerca de Labuán, de Barás y de otros fondeaderos á donde los moros acuden á traficar con los chinos, y en la desembocadura del Rio Grande, cuya cuen- ca está de hecho pacificada, por no encontrarse hoy sus ran- cherías con ánimos para resistir nuestro dominio, y sólo nece- sita, para entrar de lleno en el período de civilización, que en vez de hostilizar á sus pobladores con estériles empresas mili- tares, se aplique á aquella feracísima comarca la prudente po- lítica observada en el Sibuguey, y se favorezca el arribo de co- lonos, garantizando sus vidas y propiedades é impulsando la . agricultura y el comercio con los estímulos y facilidades que ofrece el establecimiento de todo puerto franco. Por fin, Dávao representa el primer paso dado en el Sudeste de la isla para someterlo á las autoridades españolas, y las favorables condi- ciones que, por regla general, presentan las distmtas razas po- bladoras de la comarca, hacen fácil su completa sumisión; mas para esto es preciso, á la vez que una gran prudencia, á fin de inspirar confianza á los naturales, y una gran energía para castigar los desmanes de que éstos suelen ser objeto por parte de los mahometanos, el decidido propósito de fomentar la colo- nización, á cuyo resultado nada puede contribuir tanto como el habilitar para el comercio exterior, sin trabas de ninguna y G oogle - 134 - chffle, el puerto de Dávao ó el de Pujaga ó Pujada {de ambos modos lo' hemos visto escrito}, según ha propuesto recieute- mente uoa de las autoridades militares que con mayor celo han gobernado aquel distrito (1). La isla de Mindanao, por la considerable extensión de su te- rritorio, por su gran riqueza forestal, por sus abundantes cria- deros auríferos y sus afloramientos de carbón, por los muchos y muy ■valiosos productos á que se prestan sus fértilísimos cam- pos, por los caudalosos ríos que la cruzan y por los abrigados puertos que la orlan, es objeto de especial preocupación para cuantos tienen en algo el porvenir colonial de nuestra patria, y todos anhelan que cuanto antes sea su ocupación efectiva y , completa para España. Los procedimientos que á este fin se proponen, no son naturalmente los mismos. Hay quienes, do- liéndose del largo tiempo que aquella isla incomparable per- manece perdida casi por completo para la civilización y para la patria, y creyendo hasta una vergüenza para España la pro- longación de semejante estado de cosas, pretenden que se la someta por la fuerza de las armas, sin omitir sacrificio de nin- guna clase; otros, menos impacientes ó más reflexivos, creen que una política semejante á la que de antiguo y con gran éxito viene observándose en el Sibuguey, cuyos datos reciben su investidura de las autoridades españolas, puede dar los mis- mos excelentes resultados, tanto en la cuenca del Rio Grande, ya de hecho pacificado, según hemos dicho, como en el país de los Ulanos, donde residen las razas que mayor y más tenaz reáistencia vienen oponiendo desde tiempo inmemorial á una inteligencia con España; son partidarios unos de las colonias penitenciarias, que otros combaten; hay quien todavía piensa en colonias militares, y no deja de haber quien cree que sólo una gran empresa particular, mediante la concesión correspon- diente, podría poner en producción aquellos extensísimos te- rrenos. Las opiniones, pues, abundan, y no deja de ofrecer gran dificultad el optar entre ellas; pero en lo que todos están (I) El Br. D, Joaquín Rajal. y Google conformes, es en que hay necesidad de hacer algo para cololu- zar A Mindanao y, sobre todo, lo que nadie compren,de eg qae. en asunto de tanto interés, 8e haga menos que nada, pues á este equivale cerrar puertos abiertos por la naturaleza á todo el mundo. Las leyes morales alcanzan á las naciones lo mismo que á los individuos, y así como éstos se hallan obligados i procurar con especial solicitud el perfeccionamiento y bienes- tar de las personas puestas bajo su amparo por vínculos de la sangre ó por espontáneo compromiso, deber es también de las naciones favorecer por todos los medios posibles el progreso moral y materia! de los países colocados bajo su gobierno por lazos geográficos ó por imposiciones de la historia. yGdogle , Google «Google